No pudo en Miami, no pudo en Stuttgart, pero en Madrid cambió la historia. Dice el refrán que a la tercera va la vencida, aunque con Ashleigh Barty en pista esto no siempre se cumple. Pero esta vez cambió el guión, aunque Aryna Sabalenka tuvo que pasar más de un disgusto para completar su objetivo. La bielorrusa empezó arrasando con un set en blanco, luego pegó el bajonazo en una segunda manga que recordaba a sus ya míticas desconexiones, para más tarde zanjar la victoria en un tercer parcial donde reflejó que ya cuenta con el tenis y la madurez necesaria para levantarle una final a la mejor tenista del planeta (6-0, 3-6, 6-4). Campeona del Mutua Madrid Open 2021, el primer título de su carrera sobre tierra batida.
Dicen que cuando se cruzan dos estilos tan distintos sobre la pista suele ser la invitación a un partido equilibrado, ajustado, decantado por detalles. Cada una jugando sus cartas, aprovechando sus momentos, buscando incomodar a su rival apuntando a sus puntos débiles. Lo que no se cuenta es que también existe la posibilidad de que suceda lo que pasó en el primer set: que a una jugadora le salga todo y la otra no vea portería. Suena fuerte, pero la final femenina del Mutua Madrid Open arrancó con la número 1 del mundo encajando un 6-0. De entrante, un ‘rosco’. Sirva este ejemplo para confirmar lo duro que está ahora mismo el circuito, sobre todo en esa parte alta, donde cualquiera puede vencer a cualquiera. Y dentro de ese ‘vencer’ cabe la opción de hacerlo de manera ajustada o a través de una auténtica paliza. Sabalenka, posiblemente la jugadora más explosiva del vestuario, salió a la Manolo Santana soñando con arrasar a la australiana.
El sueño se hacía realidad en tan 25 minutos, con un 6-0 que reflejaba lo difícil que es frenar a la bielorrusa en estas condiciones de altura y una tierra batida que llega a ser más rápida que muchos torneos de pista dura. En la mente de Aryna estaría seguro el desenlace del WTA 500 de Stuttgart, hace tan solo dos semanas, fecha en la que su oponente terminó remontándole y arrebatándole el título. Este simple recuerdo ya era suficiente para encontrar la motivación, aunque los ojos de la jugadora de Minsk decían mucho más. Quería hacer sangre, demostrar que está en ese momento dulce donde todo lo que pase dentro de la pista depende de ella. Y así fue, con 11 golpes ganadores y un solo error no forzado puso el broche a un primer set que dejó tiritando la tabla de estadísticas.
Pero claro, enfrente no había una cualquiera. Ahí estaba la mujer que más dura se vuelve cuando la situación se pone adversa. ¿Recuerdan la final de Stuttgart? Allí también parecía Sabalenka una jugadora imposible de abordar, pero a base de paciencia y clase fue tejiendo ese camino que la terminó llevando a las tablas. El segundo parcial empezaba de la manera contrastada, con un break a favor de la australiana. La carita de Sabalenka se torció en un segundo, pero esta vez tenía el recuerdo demasiado presente como para volver a tropezar en la misma piedra. Solo en ese juego la bielorrusa cometió más errores que en toda la primera manga, tocaba relajarse o la película sería la misma que en Alemania.
Es fácil decirlo desde el sofá, pero tampoco es normal pasar de cien a cero en un segundo. Un día más, el motor de Aryna se quedó congelado después de tanta revolución. Empezó a fallar, empezó a enfadarse, empezó a regalar bolas de break e invitó a Barty a meterse en el partido. Mientras tanto, la cabecita de Barty trabajaba en silencio, con esa tranquilidad que puede llegar a desesperar a cualquiera. Y es que cualquier otra rival hubiese quedado tocada y hundida después de un 6-0, pero la de Ipswich es de otra pasta. Con un 6-3 mucho más decente y ordenado, la número 1 mundial apagó el incendio en la Manolo Santana y peló un par de cables en la mente de su oponente. Esta historia empezaba a resultarnos familiar, aunque había tiempo de reacción.
Sabalenka se hace fuerte en el momento de la verdad
Tanto el torneo, como el partido, como las jugadoras merecían un último asalto repleto de emoción, aunque el lenguaje corporal de Sabalenka hacía presagiar en cualquier momento una desconexión definitiva. No fue así en los primeros seis juegos, donde ambas fueron recorriendo una delgada línea de fuego donde la mínima concesión se pagaba con la derrota. Las dos lo merecían, pero las dos no podían ganar. De repente, en el noveno juego aparecieron las dudas en la raqueta de Ashleigh, recibiendo un break en blanco y prácticamente despidiéndose de sus opciones. Con cuatro bombazos selló su éxito la de Minsk, zanjando una mala racha de resultados y levantando en la capital de España su décimo título profesional, el primero sobre arcilla. El lunes, como recompensa extra, aparecerá en el Nº4 del ranking WTA.