Dentro de la época de la pandemia, el tenis cuida hasta el mínimo detalle. La seguridad es la prioridad número uno de cada torneo para proteger a sus jugadores y personal ante la amenaza invisible del virus. Todo tipo de regulaciones se ponen en juego para asegurar la integridad física de los tenistas. Todo esto acaba convirtiéndose en una paradoja cuando aún existen elementos que pueden provocar una tragedia... dentro de la propia cancha del tenis.
La publicidad, no cabe duda, es un elemento fundamental para cualquier torneo. Ahora aún más, los patrocinios son una de las maneras de salir a flote y toca anunciarlos a bombo y platillo. Sin embargo, no todo esto justifica lesiones que, además, ni ATP ni WTA cubren. Durante la disputa del torneo de Abu Dhabi, Kirsten Flipkens sufrió una rotura parcial de grado 2 de uno de los ligamentos de su tobillo. Un mal apoyo buscando una pelota, una torcedura al resbalar... nada de eso. El motivo de esta lesión es otra.
Como también fue otro el motivo de la lesión sufrida por Thanasi Kokkinakis en Monte-Carlo 2018, apenas meses después de volver al circuito tras pasar por un vía crucis de lesiones. Ambas tuvieron una cosa en común: fueron causadas por un elemento ajeno a su control, un elemento que no debía estar ahí: las vallas publicitarias situadas delante de los jueces de línea. Elementos que parecen casi imperceptibles, silenciosos.... y que, precisamente por esa razón, deberían estar terminantemente prohibidos en una cancha de tenis.
En un deporte en el que cada vez más predomina el juego desde el fondo de la pista, con jugadores capaces de deslizarse por el cemento como si de gamos se tratasen, las vallas publicitarias solo pueden conducir hacia una cosa: el desastre. Estéticamente tampoco aportan nada, y las soluciones para que la publicidad se mantenga son múltiples: como en el caso del baloncesto, por ejemplo, podrían dibujarse al fondo de la pista los logos o símbolos de las empresas a promocionar. Cualquier cosa antes que colocar un trozo de madera, metal o plástico que pueda desembocar en lesiones graves.
La tenista belga afirma que ya se encuentra trabajando para tratar de llegar al Open de Australia. Si una cosa espera es que su recuperación sea más rápida y suave que la que sufrió Kokkinakis: el australiano acabó aquel torneo monegasco en muletas. Que ni ATP ni WTA hayan aprendido la lección tras aquel incidente escapa al entendimiento del público general, en especial cuando hablamos de un debate con una solución tan sencilla.
Por si fuese poco, la valla publicitaria contra la que impactó el tobillo de Flipkens hacía referencia a, como si de un guiño del destino se tratase, a Healthpoint... el hospital al que luego la trasladaron para realizarse las pruebas de su lesión. Irónico, ¿verdad? Es momento de poner fin a algo tan sencillo. Esperemos que pronto este tipo de elementos desaparezcan. Por el bien del tenis y sus jugadores.