"Pensé que aquel 17 de diciembre iba a ser la última noche de mi vida"

Anna Chakvetadze revela en un desgarrador relato cómo vivió la noche que su vida cambió por completo y toda su carrera se vino abajo.

Jose Morón | 27 Oct 2020 | 22.34
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Anna Chakvetadze. "Aquella noche pensaba que sería la última de mi vida". Foto: Instagram
Anna Chakvetadze. "Aquella noche pensaba que sería la última de mi vida". Foto: Instagram

“Pensaba de verdad que aquel 17 de diciembre sería la última noche de mi vida. Tenía solo 20 años cuando todo ocurrió y estaba muy triste al pensar que moriría muy joven”. Así comienza el desgarrador relato de Anna Chakvetadze, la que fuera número 5 del mundo WTA en el año 2007 con solo 20 años y que apuntaba a ser una de las grandes tenistas de su generación. Una carrera truncada de forma abrupta por unos desconocidos que entraron a su casa aquella noche para robarle. Lo ocurrido le dejó secuelas que nunca pudo superar.

Anna cuenta en primera persona para ‘A voz de tenis’ lo ocurrido aquella fatídica noche del 17 de diciembre de 2007. Una noche que tal y como ella misma describe fue “la noche en la que me robaron mi futuro en el tenis”.

“Aquel año 2007 había acabado sexta en el ranking. Fue un año mágico. Un mes antes, alcancé las semifinales de las WTA Finals después de clasificarme en un grupo donde estaba Serena Williams, Justine Henin y Jelena Jankovic.

Mi casa no estaba en el centro de Moscú, sino un poco apartada de la ciudad. Aquella tarde, mi madre y mi hermano pequeño se quedaron allí y yo llegué con mi padre de una exhibición en Bélgica. Estábamos muy cansados y nos fuimos directamente a dormir.

Eran las tres de la mañana cuando me desperté sobresaltada. Cinco tipos muy grandes habían entrado en mi casa. Estaba tirada en el suelo, sin entender muy bien lo que estaba pasando. Todos usaban ropas oscuras y máscaras.

Un grito llegó de la otra habitación. Sabía que era mi padre. Mi reacción fue entrar en pánico. La verdad, pensé que aquellos eran mis últimos momentos de vida. Parecía el final para mí.

Los tipos no entraron a través de la puerta. Saltron la verja y se fueron directamente a la garita del vigilante para pedirle que abriera la puerta del garaje. Se podía entrar a mi casa por el garaje directamente. A día de hoy, seguimos sin estar seguros de si el vigilante estaba envuelto en lo que ocurrió.

Uno de los tipos había golpeado en la cabeza a mi padre con una pistola. Estaban fuertemente armados. Tenían pistolas y cuchillos. Todo daba miedo. Ellos sabían quién era yo y que me habían dado un Rolex el día anterior en la exhibición que jugué. Lo debían tener planeado.

Yo estaba esposada. Uno de los hombres me ató las muñecas con una cuerda tan fuerte que apenas pude sentir las manos durante unos días. Fue entonces cuando uno de los hombres empezó a meter prisa a los demás. Todo pasó rápido. Se llevaron todo lo que pudieron y se marcharon.

Fue una situación realmente estresante. Mi padre fue herido gravemente. Le partieron el hombro y tuvo que pasar por el quirófano. Sigo dando gracias a Dios de que mi hermano pequeño dormía en otra habitación y que los hombres no le despertaron.

Mis padres siguen viviendo en esa casa. Eso no me gusta nada. Después de aquello, empecé a sentirme insegura en mi propia ciudad. Cuando mis padres me piden que lleve a mi hija Kira a su casa, no me gusta. Apenas estamos allí unas horas. Ellos se sienten seguros allí pero yo todavía recuerdo aquella noche de forma muy vívida.

Lo que ocurrió aquella noche tuvo un impacto muy fuerte en mi carrera. A raíz de aquello, todo empezó a caerse. Fue el día más duro de toda mi vida. 2007 estaba siendo un año increíble hasta aquella noche, donde todo se torció. Mi carrera se fue al traste. Pude seguir compitiendo pero la calidad de mi tenis no volvió.

Dicen que los tipos que entraron a mi casa fueron atrapados y encarcelados pero no estoy segura que los que están en la cárcel sean los mismos que entraron en mi casa.

Sufría dolores en las manos, por las cuerdas. Incluso en el brazo. Vi a muchos doctores pero la preparación para la nueva temporada ya había fracaso antes incluso de haberla empezado. Recuerdo que los siguientes meses, cuando viajaba, todos me hacían preguntas sobre lo ocurrido. Me preguntaban cómo entraron a mi casa, lo que dijeron, lo que hicieron… fue todo muy incómodo. No dejé de recordar lo ocurrido. Entendía el trabajo de los periodistas pero para mí, no fue bueno volver a aquel momento cuando lo que quería era olvidarlo.

Perdí mi Ranking, mis puntos… todo se vino abajo. Mi error fue querer jugar enseguida cuando debí haberme tomado un descanso y entrenar durante unas cuantas semanas. Cuando eres joven solo quieres jugar y jugar pero siempre hay un límite. Si cruzas una línea, puede haber consecuencias y yo caí enferma. Todo eso, no ayuda a tu cuerpo.

Todavía recuerdo aquel partido en 2011 en Dubái, cuando me enfrenté a Caroline Wozniacki. Mi cuerpo colapsó en pista. Me sentía mal antes del torneo. Mis padres me advirtieron de que no jugara pero yo insistí. En aquel encuentro, tras perder el primer set, noté cómo mi corazón empezó a latir muy deprisa. De repente, empezó a dolerme mucho la cabeza y me desplomé. Eso mismo me volvió a ocurrir en dos torneos más. No sabía lo que me pasaba.

Finalmente, me retiré del tenis cuando solo tenía 25 años tras sufrir una lesión crónica en la espalda. Aún hoy, tantos años después, sigo teniendo consecuencias a nivel físico pero puedo llevar una vida normal. Tuve una carrera exitosa pero pudo haber sido mejor.

El primer año tras mi retirada lo pasé fatal. Estaba con depresión y el dolor era insoportable. No podía quitarme el dolor y no quería pasar por el quirófano. Con el tiempo, mi espalda fue a mejor y comencé a comentar para la televisión y a llevar a cabo diferentes proyectos como mi propia Academia. Me casé y tuve una hija. Fue muy duro pero ahora veo las cosas de otra forma. Afortunadamente, aquella noche pudimos sobrevivir”.