Monica Seles: “Viví una vida muy aislada”

La campeona de ocho Grand Slams recuerda en esta entrevista algunos acontecimientos de su carrera, incluida la puñalada sufrida en Hamburgo 1993.

Fernando Murciego | 23 Mar 2019 | 18.28
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En Puntodebreak encontrarás toda la actualidad y noticias de tenis, así como fotos de tenistas e información de los torneos ATP y WTA como los Grand Slam y Copa Davis.
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Pasarán los años y una pregunta seguirá sin responder: ¿Qué hubiera sido de Monica Seles de no haberse dado aquel maldito suceso en 1993? Una niña prodigio que irrumpió en el circuito arrollando con todo su talento, la misma que vio interrumpida su evolución de la manera más horrorosa. La de Novi Sad fue entrevistada estos días por The Telegraph y dejó algunos titulares acerca de aquellos años en activo, de la dificultad de hacer frente a esa vida, los problemas posteriores con la comida o la manera de convivir con sus rivales una vez colgada la raqueta. En definitiva, un ejercicio de madurez de una tenista a la que le tocó pasar de niña a mujer antes de tiempo.

Desgraciadamente, todo gira sobre aquella puñalada a manos de Günter Parche en Hamburgo, momento donde Seles brillaba con luz propia tras ganar siete de los últimos nueve Grand Slams. Allí se quedaría para siempre una carrera prometedora. “Pasé de entrenar 5-6 horas al día, junto a todas esas personas a mi alrededor, a desaparecer. Todos ellos solían devolverte la llamada rápidamente, pero ahora ocurría una vez pasadas dos semanas, había dejado de ser VIP. Ahí me di cuenta de quiénes eran mis verdaderos amigos, aprendí una gran lección sobre la naturaleza humana”, recuerda con dolor la jugadora.

“Mentalmente y físicamente fue muy difícil, estaba en mi lugar de trabajo, esperando a levantarme para jugar el siguiente juego, hasta que apareció él. Esa persona nunca pasó un día en la cárcel. Lo cierto es que hubo muchas circunstancias inusuales, nunca había sucedido antes y no ha vuelto a ocurrir desde entonces”, subraya la víctima, quien cayó en un agujero profundo de oscuridad que le impidió volver a ser quien era. Inseguridades, miedos, dudas, conflictos internos que ya jamás se despegarían de su personalidad. Incluso la comida empezó a ser un problema ante niveles tan altos de ansiedad.

Los patrocinadores me decían: ‘Dios mío, mírate, ¿qué ha pasado?’ Pero yo seguía siendo la misma persona, no creo que les tuviera que importar”, explica sobre el sobrepeso que presentó en los años posteriores. “Con los de nuestra generación no podíamos hablar sobre ello, lo escondieron todo bajo la alfombra, pero aquello era una enfermedad como cualquier otra, la comida forma parte de todos los días de tu vida. Gran parte de este negocio tiene que ver con tu imagen corporal, sobre todo lo que respecta a los patrocinadores, quienes te respaldan. Cuando gané mucho peso empecé a ver que la gente me miraba distinto, como si no pudieran explicárselo”.

Si ya de por sí la vida de tenista es dura y solitaria, Seles tuvo que lidiar con ingredientes extras en el mantel. “Viví una vida muy aislada. Fue extraño, desde los 16 años formas parte de la vida de otras personas, eres como una corporación, pero a esa edad no sabes nada. Estás luchando como una adolescente para saber quién eres y qué color de pelo llevarás esa semana”, valora con la experiencia de una veterana. “Me encontré muy sola, sobre todo en una generación dominada por hombres. Todos los agentes y entrenadores eran hombres. Sufrí una depresión profunda, pero no podía mostrarla al mundo exterior, no en un mundo tan competitivo. Aquellos hombres no entendían de sentimientos, solo de hechos. Esta lucha todavía continúa, sería muy bueno ver más agentes y entrenadoras femeninas”.

Sin embargo, aquellas mujeres eran sus rivales, aunque no para siempre. “Lo realmente importante es ver mujeres que ayudan a otras mujeres, esto es cuando juegas es muy difícil por la competición. Ser amiga de alguien que compite por los mismos Grand Slams que tú es complicado. Sí estoy orgullosa de que, un vez me retiré, un par de esas jugadoras contra las que competí pasaron a ser mis amigas. Nos dimos cuenta de que teníamos mucho en común”, sentencia.