
Las casualidades no existen, sobre todo, cuando hay pruebas tan irrefutables de una aseveración contundente como argumentada: la República Checa es la gran potencia mundial del tenis femenino y está inmersa en uno de los dominios más aplastantes de toda la historia de este deporte. La Fed Cup 2018 fue la enésima prueba de que el éxito del país centroeuropeo no se reduce al surgimiento esporádico de unas cuantas estrellas coincidentes en el tiempo, sino que responde a un proyecto estatal a largo plazo, que busca desde hace años el empoderamiento femenino a través del deporte de la raqueta, aprovechando éxitos pasados, como los de Martina Navratilova, para atraer a jóvenes a la práctica de este deporte.
Que un país de poco más de 10 millones de habitantes tenga seis jugadoras en el top-100, expertas doblistas que copan la zona noble del ranking de dobles y una constante renovación por parte de jóvenes promesas. Petra Kvitova y Karolina Pliskova son las cabezas más visibles de un proyecto en el que tuvieron sus momentos de gloria Lucie Safarova o Barbora Strycova, y que ha encontrado jóvenes talentos como Krystina Pliskova o Katerina Siniakova. Precisamente ésta última, fue la heroína del fin de semana, cosechando dos puntos vitales para vencer en la final a Estados Unidos.
"Es una sensación increíble, no podía imaginar un final mejor de temporada. Estoy muy feliz. Significa mucho para mí un triunfo tan peleado. He sentido el apoyo de todo el país mientras estaba en pista", desveló en la web oficial de la competición, una Siniakova emocionada. Este título supone el sexto en los últimos ocho años de la República Checa en Copa Federación, una marca difícil de imaginar para cualquier nación, y que establece un dominio cuyo único precedente fue la racha de siete títulos consecutivos logrados por Estados Unidos entre 1976 y 1982.
Con cuatro jugadoras entre las 10 mejores del mundo en dobles y un fondo de armario de tremendas garantías, el tenis femenino checo supera con creces los registros del masculino, incapaz de secundar en cantidad y calidad a un Tomas Berdych que fue el único que fue capaz de elevar a un nivel superior lo conseguido por Radek Stepanek o Jiri Novak. Actualmente, tan solo dos tenistas checos se encuentran en el top-100, y tanto Berdych como Vesely están lejos de su mejor nivel. En una escuela de tenis veloz, golpes planos y juego incisivo, auspiciado por las muchas canchas cubiertas que pueblan todo el país, las mujeres han sabido construir una identidad y salir de su zona de confort, adaptando su tenis para reinar en todo contexto.
La República Checa acaba la temporada como el país que más títulos WTA ha ganado, merced a los cinco de Petra Kvitova y los dos de Karolina Pliskova. La capacidad de evolucionar que tengan las más jóvenes, como las citadas Siniakova o la hermana gemela de Karolina, así como una Marketa Voundrousova que a sus 19 años promete mucho, serán claves en el afán del pequeño país centroeuropeo por mantener su imperio en el tenis femenino.