La misión imposible de compaginar con éxito el dobles y el individuales
Analizamos los numerosos casos de tenistas que han dado un paso atrás en su carrera de singles al apostar más fuertemente por el dobles este año.


No hay mayor desafío que el de aunar una temporada exitosa tanto en dobles como en individuales. Lo que hace décadas era algo asumible incluso por los mejores jugadores del planeta, hoy en día se convierte en algo realmente complicado por la carga de torneos a lo largo del año. Siempre ha habido tenistas capaces de combinar ambas modalidades con relativo éxito; véase el ejemplo de Garbiñe Muguruza y Carla Suárez, que hicieron años muy buenos en dobles mientras rendían invididualmente de forma notable. Lucie Safarova, Elena Vesnina, Nicolas Mahut o Feliciano López han sido otros ejemplos recientes de cómo mantener un buen ranking en ambas disciplinas. Sin embargo, algo ha cambiado esta temporada.
Jack Sock obtuvo éxito como doblista hace años, formando dupla con su amigo Vasek Pospisil. En 2017, sus comparecencias como doblista se redujeron a 30 partidos y cuajó la mejor temporada de su carrera, ganando el Masters 1000 París-Bercy 2017 y metiéndose en las Nitto ATP Finals. Comenzaba el año con la motivación de seguir ascendiendo y consolidarse en el top-10, pero tan solo ha podido ganar 6 de los 22 partidos disputados. Inversamente proporcional es su rendimiento en el dobles, donde ha ganado cinco títulos, entre los que destacan Wimbledon y US Open formando pareja con Mike Bryan.
Muchos ya le consideran el mejor doblista del mundo y no sería descabellado pensar que el gran rendimiento del estadounidense en esta modalidad pueda estar pasándole factura a nivel de desgaste físico y mental en los singles. Reafirma esta teoría el hecho de que de las 15 mejores parejas en la Race, tan solo Feliciano López, Pierre-Hughues Herbert y Jan-Lennard Struff juegan con recurrencia torneos a nivel individual. La dificultad de combinar dobles e individuales queda aún más latente en el circuito WTA, donde hay numerosas tenistas que han dado un sensible paso atrás en su rendimiento a nivel individual, mientras que en dobles se encuentran en un gran momento.
Kristina Mladenovic y Timea Babos son un claro ejemplo, dando ambas prioridad a su idilio doblista. Elena Vesnina encara una etapa de madurez donde está dejando de lado el individuales, donde llegara a ser semifinalista de Wimbledon 2016. Las ganadoras del US Open 2018 también han experimentado un empeoramiento notable en su trayectoria como singlistas, después de destacar el pasado año. Ashleigh Barty y Coco Vandeweghe se han quitado de encima con su título en Flushing Meadows las malas sensaciones acumuladas durante una temporada donde no están pudiendo brillar como lo hicieran en 2017.
Da la sensación de que el desgaste físico de una temporada es incompatible con la disputa a nivel competitivo tanto de individuales como de dobles. Medidas como el punto de oro cuando se llega al Deuce en los dobles o el supertiebreak en el tercer set de algunos torneos, pretenden luchar contra eso y permitir que más jugadores de buen nivel en individuales se animen a jugar dobles con recurrencia. Sin embargo, lo que se está viendo en este 2018 aleja esta posibilidad. ¿Volverán jugadores de inmenso como potencial en singles como Jack Sock o Kristina Mladenovic, a apostar por su carrera individual o se volcarán con el dobles? Solo el tiempo lo dirá.