Resaca de una despedida

Esto fue lo que se vivió anoche en el Martín Carpena: una despedida que no estuvo a la altura de Rafa y la polémica por la decisión de Ferrer.

Jose Morón | 20 Nov 2024 | 12.59
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Resaca de una despedida. Foto: Getty
Resaca de una despedida. Foto: Getty

Un cartel donde se lee ‘GRACIAS, RAFA’ ondea ajado por el viento en las instalaciones del Martín Carpena el día después del adiós de Rafa Nadal. Son los signos de lo vivido estos días por Málaga, donde hemos podido vivir los últimos días de la leyenda, del mejor tenista -y posiblemente, deportista- de la historia de España en un final de fiesta un tanto particular, ya que perfecto, desde luego, no ha sido.

De camino al estadio, la gente sigue hablando de Rafa. Por las calles, las cafeterías. Todos hablan del asunto del momento. La sensación que corre por el aire es de ausencia. La misma que deja una figura que durante 20 años nos ha acompañado, que siempre ha estado ahí, que dábamos por hecho que iba a estar, y que ahora nos falta. Ahora, en ese día después, es cuando notas su ausencia de verdad y sientes lo que duele. Habrá un antes y un después. Eso sin duda.

En lo que respecta a la despedida, se sabía desde hace mucho tiempo que este iba a ser el último torneo de Nadal. Podía ser un cierre de círculo perfecto: despedirse ganando un título enfrente del público español. Difícil imaginar un guion más perfecto. ¿Cuál fue el problema? Que ni las cosas salieron como se hubiera deseado ni la despedida final puede que estuviera a la altura de una figura como la de Rafa.

Entendiendo que no debe ser fácil gestionar un momento así, no tardó uno ni 5 minutos en escuchar a gente comentar en los pasillos del Carpena lo que había pasado en el homenaje. Las palabras que más se escuchaban era “frialdad”, todo muy frío; “que sabe a poco”, no se entiende algunas de las cosas que pasaron, llegamos a escuchar que la carta de Federer fue más emotiva que toda la ceremonia en sí; “dónde estaba la gente”, echando en falta a Federer, a Djokovic… ¿dónde estaban? Entendiendo que nadie esperaba que perdiéramos ante Países Bajos, la gente pidió la presencia de sus máximos rivales, que comentaron que estarían ahí; “estuvo solo”, esto fue, quizá, lo más llamativo. Mientras Roger dijo adiós junto a su mujer y sus hijos, la familia de Rafa lloró desde la grada al verle solo bajo el foco del Martín Carpena. Una figura como Nadal, merecía irse del tenis abrazado por los suyos, los que le han arropado desde siempre.

Tampoco se entiende que Nadal hiciera una rueda de prensa en solitario mientras Alcaraz jugaba el segundo punto. Ni fue una rueda de prensa que sonaba a despedida ni en las preguntas y reflexiones se hablaba de que ese era el final definitivo. La última pregunta que se le hace a Rafa, por cierto, es de un periodista que le dice “Espero que esta no sea la última pregunta que te hacemos como tenista”. Una vez más, una figura como Rafa merecía algo más que un tímido aplauso en la sala de prensa, ya que nadie sabía que ese era el punto final.

Quizá él tampoco deseaba grandes estridencias y hubiera deseado algo más íntimo. La sensación es que, siendo difícil estar a la altura de alguien como Rafa, todo se quedó a una distancia sideral. 

Otro de los temas candentes del día de ayer fue la elección de Ferrer, poniendo a Rafa en el individuales. La cara de David en rueda de prensa anoche, pasada la 1 de la madrugada, revelaba cómo se sentía. Su papel era difícil. Tenía que separar entre la despedida de la leyenda y el elegir el mejor equipo posible. El resultado no acompañó y las críticas no faltaron. 

Creo que Ferrer hizo que lo que la gran mayoría de nosotros hubiera hecho. Davis habrá muchas, despedidas de Rafa solo una. En su adiós, Nadal no merecía tener un papel residual en el banquillo, sino como actor protagonista. No cabía otra manera. Hay que decir que, en los entrenamientos, Nadal ofreció un muy buen nivel. Lejos de lo que luego pudo hacer ante Botic, todo sea dicho. La elección era obvia y clara. Nadal debía jugar. Si como individuales o dobles, es otro melón por abrir, pero desde mi punto de vista, David hizo lo que debía hacer. Rafa se merecía decir adiós en pista y no desde el banquillo.

Este miércoles, 20 de noviembre, Rafa vivirá el primer día del resto de su vida. Una vida totalmente distinta a la que ha conocido, y que se ha ganado por méritos propios. Ahora, podrá dejar descansar a su cuerpo, ese de 38 años que, como él mismo dijo “se cansó de jugar al tenis”. Aunque su cabeza y su corazón aún querían alargar esto, es tiempo de disfrutar y dejar atrás estos dos últimos años. 

Hasta siempre, Rafa. Fue un placer acompañarte. Por mi parte, solo decirte que si hay otra vida, yo quiero volver a tenerte como ídolo.