Nos gustan las historias familiares, las protagonizadas por jugadores que continúan el legado de sus seres queridos y que demuestran que su pasión perdura en el tiempo. En esta ocasión, hablaremos de la relación de parentesco entre Nicolás Jarry y Jaime Fillol, uno de los jugadores más destacados de Chile en los años 70, y de cómo ha seguido sus pasos desde bien pequeño.
Nicolás Jarry es uno de esos afortunados que han heredado la pasión por el tenis desde siempre, de los que legan su amor hacia la raqueta gracias a su entorno. Y es que Jarry es el nieto de una de las grandes leyendas del tenis chileno que destacó en la década de los 70: Jaime Fillol. El ex tenista que tiene ahora 77 años logró 24 títulos en su carrera (8 individuales y 16 de dobles) y se colocó como número 14 del mundo. Así, su nieto sigue sus pasos muy de cerca y, aunque su mejor clasificación es ser 18 del mundo, Jarry podría superar a su abuelo.
El propio Nico confesó que nunca se han referido a ese tema, quizá por la admiración que el chileno profesa hacia su abuelo. “No, nunca hemos hablado y nunca le he bromeado sobre eso. No es algo que hayamos hablado nunca, ni sobre el ranking ni sobre resultados”, decía Jarry a la ATP. Y es que en la familia no existe esa competencia por ver quién llega más lejos, sino que todo se va dando con la mayor naturalidad posible. Jarry mamó el tenis desde bien pequeñito gracias a la profesión de Jaime y la sola idea de poner esa meta en su mete significaría no valorar lo que verdaderamente importa de su relación: “No, no, hay una parte tenística y otra humana. Para mí él es mucho más un referente humano que tenístico y, aun así, en lo tenístico aún no llego”.
Así, las enseñanzas que Fillol dejó en su nieto no solo se ciñen a la parte más técnica de este deporte, sino que este le ha ayudado a profundizar más en todos los aspectos relacionados con el juego. Así, Jarry ha sabido exprimir el jugo de esa mirada más amplia de la experiencia para implementarla a su tenis. “Mi abuelo me ha aportado una visión más experimentada, mucho más sabia de lo que es el tenis. Al final, él ha pasado por mucho y cuando hablamos de tenis él tiene una visión mucho más abierta”, decía. Y es que no hay nada como tener en casa a alguien que sabe de lo que habla, pues su abuelo no solo se dedicó a jugar, sino que llegó a ser presidente de la ATP entre 1978 y 1980.
Siguiendo los pasos de su abuelo sobre tierra
Nico acumula muchas anécdotas de su abuelo y también algunas vividas junto a él, eso por descontado. Así, aunque varios de sus viajes a grandes torneos no los recuerda por su juventud en aquel momento, puede tener la suerte de decir que pudo ver a su abuelo cuando todavía se encontraba en acción. De esta manera, Fillol le fue transmitiendo poco a poco ese entusiasmo por el tenis, y de verlo pasó a entrenar junto a él desde que era bien pequeño. “Bromeábamos que jugábamos indoor dentro de casa. Otras veces él decía: ‘listo, vamos a jugar en Wimbledon’ y salíamos fuera al pasto, poníamos la red y jugábamos. Después jugábamos al US Open. Sacaba los coches de la entrada, poníamos la red en el asfalto y jugábamos ahí a tenis”, recordaba Nico.
Sin embargo, ni el US Open ni Wimbledon se disputan sobre la superficie que más domina el chileno. La tierra es su gran aliada y donde mejores resultados ha obtenido a lo largo de su carrera, precisamente donde mejor rindió también su abuelo. “Además de ser la superficie que me es más común o natural, en Chile sólo hay pistas de arcilla. Creo que me hecho muy fuerte mentalmente y también físicamente para aguantar los peloteos largos y para jugar bien los puntos importantes”, confesaba. Así, Nico intentará demostrar de lo que es capaz en el Conde de Godó, se segundo torneo en esta gira de arcilla y en la que pretende firmar unos resultados que hagan a su abuelo sentirse orgulloso.