Serbia... sin Djokovic
Sin la presencia de su número uno y líder, la próxima generación balcánica se prepara para hacer frente a la dureza de la Copa Davis. ¿Hay vida sin Nole?


Ha pasado ya más de una década desde que aquel 2010 dorado quedó instaurado en la mentalidad colectiva serbia. Su equipo de fútbol se clasificó para el Mundial de Sudáfrica, primera cita sin Montenegro en su nomenclatura o territorio... pero decepcionaron. No tardó el país en encontrar un nuevo motivo de celebración a través de un deporte con no demasiada tradición, en el que un pequeño gigante empezaría a escribir su leyenda. En Belgrado y ante la potente selección de Francia, Novak Djokovic se hizo mayor para darle a Serbia su primera Copa Davis. Tenía como lugartenientes a dos jugadores que también saborearon la élite del circuito, si bien en diferentes etapas. Viktor Troicki y Janko Tipsarevic como escuderos, Nenad Zimonjic como capitán del navío del dobles; aquella selección que alcanzó la gloria se recordará siempre por las calles de Belgrado.
Pero el tiempo pasa y la generación dorada del tenis serbio se apagó. Ahora es Troicki quien ejerce de capitán, no sin polémica previa; Tipsarevic dirige una Academia que lleva su nombre y Zimonjic se encuentra alejado de la esfera tenística de su país. ¿Solo sobrevive Djokovic? Lo cierto es que sí: el serbio ha mantenido cierto compromiso con la competición por equipos a lo largo de los años, liderando a su país a una nueva final en casa. Fue en 2013, donde decidió guardarse el máximo para disputar (y ganar) sus dos puntos del individual. No fue suficiente: Berdych y Stepanek se hicieron grandes, juntos y por separado, para sumar los tres puntos restantes y negar la gloria a un equipo que ya había perdido a sus grandes escuderos. Dusan Lajovic, muy joven, se dio de bruces con el ambiente de la Davis en el quinto y definitivo punto.
Pero en los últimos años los esfuerzos de Novak, con cierta fatiga al final de temporada, no han sido suficientes para guiar a Serbia a una nueva final. La nueva generación, que trata de emular los pasos de los Troicki y Tipsarevic, se encuentra con una clara barrera, tanto mental como tenística. La savia nueva serbia quiere dar un paso hacia delante, demostrar que no son solo un elenco de buenos jugadores, sino que tienen lo que se necesita para ser extremadamente competitivos. En el horizonte, una nueva eliminatoria. Será como visitantes, en una ciudad que muchos de ellos desconocen, pero en la que parten como favoritos ante una Noruega en la que finalmente Casper Ruud no comparecerá.
"Formamos un grupo de chicos muy especial. Estamos jugando muy bien, nos llevamos genial entre nosotros. Me siento afortunado por formar parte de este equipo". Las palabras provienen de Miomir Kecmanovic, que partirá como número uno de su país por vez primera. Hay depositadas muchas esperanzas en él, pero la pasada temporada dejó un regusto agridulce. Su gran inicio de temporada, llegando a la segunda semana en Australia y a cuartos de final en Indian Wells y Miami (donde firmó uno de los mejores partidos del año ante Carlos Alcaraz) se vio ensombrecida por una parte final de temporada en la que su estela se terminó de apagar. Este 2023 lo ha comenzado con una derrota en su debut en Melbourne y con la ruptura con su entrenador, David Nalbandian.
RELEVO GENERACIONAL
Miomir forma parte de un claro relevo generacional en la selección serbia. Por debajo de él se encuentra Hamad Medjedovic, que vivirá esta semana su primera experiencia Davis. "Protegido" de Djokovic, que se ha erigido como su 'padrino' tenístico, su evolución también se encuentra en entredicho, y es que no parece terminar de adaptarse al ritmo del circuito Challenger y acumula bastantes derrotas en los últimos meses. Completan el equipo dos auténticos clásicos de la escuadra serbia, Laslo Djere y Filip Krajinovic, que desean quitarse la espina de ser solo segundas espadas. Ante Noruega, primera oportunidad para demostrar que Serbia no es solo Djokovic. De ellos depende aprovecharla.