50 años de Maestros
En la última edición disputada en Londres, la Copa de Maestros celebra medio siglo. Repasamos los mejores momentos y los grandes dominadores en estos 50 años.


Quizás muchos no sean conscientes de la influencia que la Copa de Maestros ha tenido históricamente en el circuito ATP. En los años 70 y 80, de hecho, era considerado un evento de mayor status que, por ejemplo, el Open de Australia. Para muchos historiadores era realmente el cuarto Major, y es que su nombre lo dice todo. ¿Un torneo que reúne a las ocho mejores raquetas del año, en las que todos pueden medirse contra todos y en los que muy probablemente tengas que medirte a varios top-10 para llevarte el gato al agua? ¿Cómo no iba a ser importante?
Su ubicación en el calendario en un momento deportivo mucho más exigente a nivel físico ha provocado que algunas ediciones, en los últimos tiempos, hayan perdido ese plus de importancia. Pero en una temporada como la de 2020, acortada debido a la pandemia y donde los jugadores llegarán mucho más frescos al torneo que clausura todo, es de justicia repasar lo mejor que nos han dejado las Finales ATP. Y es que 50 años, amigos y amigas, dan para mucho tenis.
Todo comenzó allá por el año 1970, con la visión de un hombre empeñado en mejorar el deporte de la raqueta: Jack Kramer. Antiguo gran campeón y ahora convertido en una especie de manager u hombre de negocios, el hombre capaz de montar el circuito de profesionales quería ayudar a que la Era Open saliese adelante. La joya de la corona debía ser un torneo reservado para los grandes campeones, un todos contra todos que diese carpetazo de la mejor forma posible al esfuerzo de todos esos profesionales a lo largo del año.
Tokio albergó la primera edición, un torneo con un único formato de Round Robin en el que el 4-1 firmado por Stan Smith le sirvió para llevarse el trofeo a casa. Solo 6 jugadores participaban por aquel entonces, y la victoria sobre Rod Laver, que acabó con la misma puntuación que Stan, fue la clave del triunfo. Dos años después, las Finales se trasladaron por primera y única vez a suelo español. El Palau Blaugrana albergó un espectáculo deportivo de primer nivel en la primera edición con ocho tenistas. Eso sí, ni Manolo Orantes ni Andrés Gimeno pudieron pasar la fase de grupos: Ilie Nastase se encargaría de conquistar su segunda Copa de Maestros (de las cuatro que consiguió).
El torneo vivió un baile de sedes por las cuales desfilaron grandes exponentes de la raqueta. Vilas y Orantes sumaron el entorchado a su palmarés, y la Copa de Maestros llegaría a un punto de inflexión cuando alcanzó Nueva York. La ciudad de los sueños sería la ciudad de los campeones durante 14 años, creando una simbiosis con la Copa de Maestros a través de una década de los 80 plagada de grandes batallas. Connors, McEnroe y Börg grabaron su nombre en la Copa, pero un hombre sería la principal estrella en el Madison Square Garden.
De mirada impasible y puño de hierro, Ivan Lendl alcanzaría la gloria mucho antes de sus días como campeón de Grand Slam. Firmó actuaciones estelares, destacando la final de 1981, en la que se repuso de una desventaja de dos sets a cero para alzar el título ante Vitas Gerulaitis (6-7(5), 2-6, 7-6(6), 6-2, 6-4). Fue la primera ocasión en la que se vistió de Maestro, pero lo haría cinco veces más, destrozando a rivales de distintas generaciones. Eso sí, el checo a buen seguro que recordará con dolor la final de 1988.
Un partido memorable, probablemente de los mejores de la historia. Un duelo por el título que le retaba ante Boris Becker, que venía con sed de venganza: ya había perdido dos finales ante el checo. A la tercera fue la vencida de la forma más épica posible: tras cinco sets, en el tie-break final de la quinta manga, y con un intercambio final de 37 golpes que se decidió... por un toque de la red. Aquella pelota, que cayó muerta, fue la última imagen de Lendl en una final de este torneo.
Y es que llegarían los 90, una década que abrió con éxito un imberbe Andre Agassi (que también experimentó en primer lugar las mieles del éxito aquí antes que en un Grand Slam) pero que tendría un nombre propio: Pete Sampras. Las condiciones de este torneo y su capacidad para llegar fresco como una rosa al tramo final de temporada hacían de él una bestia infalible. Solo cedió una final, ante Michael Stich en el 93; el resto, todo victorias hasta acumular cinco entorchados en las rápidas pistas alemanas (derrotando en las finales Courier, Becker x2, Kafelnikov y Agassi).
Entre medias, por supuesto, el inolvidable éxito de un Álex Corretja que vivió la semana de su vida en Hanover. Allí se cobró la venganza ante Carlos Moyà tras su derrota en la final de Roland Garros, un 1998 en el que España tiñó la Copa de Maestros de amarillo y rojo. Fue el segundo título para un jugador de la Península tras el conseguido por Orantes... y, hasta la fecha, la última victoria en el torneo final de temporada.
No se puede decir que Rafa Nadal no lo haya intentado, no. El manacorí ha alcanzado dos finales, pero le pararon los pies los dos grandes Maestros del Siglo XXI. Sí, Lleyton Hewitt hizo un doblete de mucho mérito. Sí, Gustavo Kuerten, David Nalbandián y Nikolay Dayvdenko dejaron semanas para el recuerdo, encadenando victorias y firmando en dos de los tres casos la mejor actuación de sus carreras. A pesar de ello, Roger Federer y Novak Djokovic acumulan más de la mitad de los títulos de Maestro en el Siglo XXI.
Una absoluta monstruosidad de estadística: 19 años en los que ambos han dejado actuaciones para el recuerdo. Cuando las ATP Finals volvieron a Estados Unidos, Federer mostró sus primeros coletazos de leyenda derribando a Andre Agassi en uno de sus mejores partidos como profesional, aquella final del 2003. A Hewitt, al año siguiente, lo pasó por encima, como también ocurrió ante James Blake y David Ferrer en las finales de 2006 y 2007, respectivamente. Justo cuando el evento finalizó su periplo por Shanghai, emergió la siguiente gran figura: Novak Djokovic.
Nole firmó cuatro títulos consecutivos en mitad de su mayor era de dominio, ganando siempre en la final a o bien Federer o bien Nadal. Destaca, cómo no, aquella inolvidable final de 2012, con un nivel de tenis espléndido que Djokovic clausuró merced a un golpe imposible: un passing paralelo al carrera inverosímil le dio una nueva corona más.
Un cambio radical en las últimas ediciones
En los últimos cuatro años, sin embargo, las ATP Finals se han convertido en un torneo impredecible. La gasolina de los miembros del Big-3 llega más justa que nunca, y en parte ese es uno de los motivos por los que los jóvenes han comenzado a destaparse en un torneo que fue especialmente bueno en su edición de 2019. Andy Murray (que sumó en casa un torneo que tuvo muy cerca en 2010, tras una épica semifinal ante Nadal), Grigor Dimitrov, Alexander Zverev y Stefanos Tsitsipas son los últimos campeones de un evento que se trasladará el año que viene a tierras italianas.
Turín será la 15º sede de un torneo que en 2020 cumple sus bodas de oro. Un evento imprescindible en el calendario, especial por su complejidad y con una historia fascinante que deja a todos con la boca abierta. Dueña de historias irrepetibles, esto no fue más que un pequeño paseo por su Salón de la Fama. Londres 2020, te esperamos con ganas.