
Como quien va a comprar el pan, como quien saca a pasear al perro. Una rutina más, un hábito integrado del que no se puede escapar. Eso es lo que transmite Novak Djokovic con su tenis, banalizando la enorme dificultad que tiene el llevar tantos años en la cumbre y ganar partidos a jugadores del nivel de Jan-Lennard Struff como quien se desprende de una mosca. La consistencia del serbio en estos dos últimos encuentros del ATP Masters 1000 Cincinnati 2020 hace vaticinar que el imperio sigue vigente y que hay pocos que puedan ponerlo en cuestión si continúa jugando a este nivel. 6-3 6-1 venció al alemán, carente de todo argumento para ponerle en aprietos.
El partido fue una exhibición de cabo a rabo de las verdaderas; lejos de alharacas, golpes espectaculares y estridencias, la superioridad más notable se transmite en la inexorable acumulación de puntos a favor y en esa sensación de que haga lo que haga el rival, no tendrá la manera de encontrar una rendija por la que colarse. Djokovic no flojea en ningún golpe, juega con profundidad, con cambios de velocidad y altura, se defiende con consistencia y reduce a cenizas toda esperanza de sus contrincantes.
Esa ha sido la sensación que el balcánico ha transmitido en los momentos álgidos de su carrera deportiva y, curiosamente, es con la que ha reanudado la competición tenística tras un parón tan prolongado como difícil de gestionar. Jan-Lennard Struff no tuvo uno de sus días; despojado de clarividencia al servicio, pudo ganar muy pocos puntos con ese golpe y vio cómo su rival le arrebataba la iniciativa una y otra vez. Se mantuvo a rebufo durante la primera manga, pero tiró la toalla al ver que la energía e intensidad del serbio incrementaba aún más en la segunda manga. Muy duro para el alemán verse apeado así del torneo, pero poco a nada puede hacerse contra Novak Djokovic cuando está a este nivel. Roberto Bautista será el siguiente que intentará doblegarle en este ATP Masters 1000 Cincinnati 2020.