Vencer a tu ídolo

Dinara Safina confiesa su pasión por Lindsay Davenport como jugadora y lo que representó en su carrera poder vencerla en el torneo de Miami 2008.

Fernando Murciego | 9 May 2020 | 19.28
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Dinara Safina en su etapa como jugadora. Fuente: Getty
Dinara Safina en su etapa como jugadora. Fuente: Getty

Todos los jugadores tienen un referente en el mundo de la raqueta. Incluso los que reniegan de él, esos también quedaron prendidos en algún momento de sus vidas viendo a cierto tenista por televisión. Aprovechando que actualmente no hay muchos temas a tratar debido al parón del circuito, la WTA ha querido ahondar en este tema y descubrir qué jugadores sirvieron de inspiración para los jugadores de la siguiente generación. Al micrófono, Dinara Safina.

“No solía ver mucho tenis cuando era niña. Entre el deporte, la escuela y los entrenamientos, nunca tuve tiempo para sentarme y mirar partidos, pero sí recuerdo uno de los primeros que presencié: Lindsay Davenport ganando el Open de Australia de 2000. Desde ese momento comencé a observarla más, tratando incluso de seguir sus resultados tanto como pude. Cuando crecí seguía admirándola, me encantaba su forma de estar en la pista, trataba de copiar su comportamiento, la forma en la que actuaba durante los encuentros. Siempre estaba tranquila en la cancha, no veías sus emociones, fuera lo que fuera que pensara lo guardaba dentro”, recuerda la rusa con cariño.

Aquel flechazo cambió la perspectiva de Dinara casi hasta rozar la locura. “No puedes ser exactamente como otro jugador, pero puedes intentar emular sus mejores atributos, así que codicié mucho su mentalidad en los momentos complicados, cómo se concentraba y se tomaba su tiempo. Más tarde tuve la suerte conocerla mientras jugaba, pero suelo ser muy tímida cuando conozco a alguien a quien admiro. Jamás me atrevería a acercarme a ella y confesarle que fue mi inspiración. Me sentía un poco tonta haciendo eso, en momentos como ese prefiero mantenerlo todo dentro, como aquel día”, subraya desde los diez años de diferencia que las separan.

Hasta que llegó el día donde el circuito las enfrentó, y en más de una ocasión. “Cuando ves a un jugador por televisión y luego tienes que enfrentarlo en la vida real nunca es fácil, mucho menos si ese jugador es tu ídolo. Sin embargo, cuanto más compites, más te das cuenta de que estamos juntos en los mismos torneos, entonces te empiezas a preguntar: ¿Por qué no voy a poder derrotarla? Jugamos tres veces en nuestras carreras, nuestro último partido fue en Miami 2008. Lindsay regresaba después de haber sido madre, pero todavía jugaba muy bien. Venía de derrotar a Ana Ivanovic en la ronda anterior. Yo había comenzado a trabajar con Zeljko Krajan e intentamos cambiar cosas en mi juego, pero tenía muchas dudas en mi cabeza, me preguntaba si estaba haciendo las cosas bien o no. Terminé ganando aquel partido en sets corridos y luego en la red me dijo que había jugado increíble. Ese fue el momento más feliz, por encima de mi actuación en el partido”, valora la ex número 1 del mundo.

Curiosamente, aquella tarde fue la que después ocasionaría los mejores logros de Safina. “Esa victoria me dio mucha inspiración, pude sentir que estaba en el camino correcto. Me quitó un peso de encima y me hizo dejar de dudar. A partir de aquel suceso llegaron algunos de mis mejores resultados, ganando el título en Berlín y haciendo mi primera final de Grand Slam en Roland Garros. Un año después de mi victoria sobre Lindsay alcancé el número 1 del mundo. Ahora que estamos retiradas todavía nos vemos en algún torneo de vez en cuando, incluso hemos jugado entre nosotras en algún torneo de leyendas. Estoy muy feliz por la familia que tiene ahora, me siento afortunada de haber elegido a una jugadora tan buena para admirar cuando era niña”.