
La crisis del coronavirus puede tener repercusiones nefastas más allá de lo propiamente sanitario y el tenis está más amenazado que nunca en la era moderna. La cancelación de torneos y parón de la actividad está poniendo en jaque a todas las federaciones, que se afanan por intentar anticiparse y proponer medidas que mitiguen el impacto de la crisis en los más vulnerables. Pero no es sencillo. Prueba de ello es el callejón sin salida en que se encuentra la federación canadiense de tenis (TennisCanada), tal y como desvela su presidente y CEO, Michael Downey, en una entrevista para TSN que más parece una llamada de socorro que una mera reflexión. La celebración de la Rogers Cup (un torneo femenino y otro masculino en distintas sedes y durante la misma semana) es una jugada magistral para recaudar fondos cada temporada, pero la dependencia de la institución respecto a los torneos les deja en una situación muy preocupante esta temporada.
Con el torneo femenino de Montreal ya cancelado por las restricciones impuestas por parte del gobierno del Estado de Québec, aún está en el aire la celebración del torneo masculino, en Toronto. "Es evidente que el evento está en claro riesgo. Metemos más de 25.000 personas en un mismo espacio y eso ahora resulta impensable. No sabemos cuál será la situación del virus en unos meses así que mantenemos la esperanza", declaró Downey antes de reconocer la situación crítica de TennisCanada. "El 94% de lo que invertimos en el desarrollo del tenis en nuestro país emana de lo que se genera la semana de la Rogers Cup. Somos una de las federaciones más autosuficientes del mundo ya que casi no tenemos ayudas gubernamentales, pero esta situación nos deja en una posición de tremenda vulnerabilidad", reconoció.
Cuestionado acerca de las posibles medidas que se plantean para intentar amortiguar este duro varaplo, Downey se muestra cauto. "Va a ser un año muy difícil. Hemos recortado ya nuestra agenda de eventos nacionales y tendremos que recortar bastante más. Somos conscientes de que habrá reestructuración de plantilla en nuestra organización, va a haber mucha gente que se quede sin trabajo, sobre todo, en el caso de cancelarse también el evento de Toronto", aseguró antes de lamentarse por el impacto a largo plazo que tendrá esto. "Esto nos va a condicionar nuestro trabajo hasta 2023. No vamos a poder invertir al mismo nivel que venimos haciéndolo las últimas temporadas. Calculo que perderemos bastante más de 10 millones de dólares si se cancelan los dos torneos, ojalá el gobierno pueda ayudarnos", dijo un Michael Downey desolado, que ve a TennisCanada en una situación crítica.