La Caja Mágica tornó en funeral al filo de la medianoche. Lo que parecía que iba a ser una fiesta, con la flor y nata de la sociedad madrileña compartiendo espacio con enfervorizados aficionados, acabó en una derrota del ídolo local que cada vez que se produce en partidos importantes, es lo más cercano a un drama nacional en el deporte. Rafael Nadal no pudo corresponder con una victoria la expectación generada en torno a él en este Mutua Madrid Open 2019. Se cruzó en su camino un hombre llamado a sacudir los cimientos del tenis mundial y construir una obra arquitectónica preciosista y duradera. Stefanos Tsitsipas tiene esos intangibles que separan a los grandes jugadores de las estrellas, ostenta una variedad en su juego notable, belleza en sus golpes, carisma y mucho carácter.
Es lo que necesitó para doblegar a un Nadal que volvió a alejarse de su mejor versión, y que aún y así, tuvo serias opciones de llevarse el partido. El maremágnum de emociones en que ambos contendientes sumaron a todos los espectadores pudo hacer que pasaran inadvertidas situaciones tácticas y puntos clave en el desenlace del partido que conviene repasar concienzudamente. De las derrotas se aprende, reza el dicho, y si bien es cierto que Nadal simplificó mucho las cosas en rueda de prensa al reconocer que no tuvo las mejores sensaciones y que en caso de haberlas tenido se veía ganador del partido, hay que otorgar un gran mérito a lo hecho por el griego, cuyo planteamiento táctico y cabeza fría en momentos cumbre fue sublime. Exhaustivo análisis de todos los detalles del encuentro, vitales en su desenlace.
1. Habilidad al resto de Tsitsipas. El griego salió a pista teniendo claro lo que debía hacer. Su posición esperando los servicios de Nadal fue variando de manera magistral y supo adaptarse neutralizando, salvo en el segundo parcial, el arma del español. Romperle el servicio a las primeras de cambio le dio una gran confianza para buscar restos largos a la zona del revés de su contrincante, sin buscar excesivo ángulo para no otorgar al balear la posibilidad de dominar con cambios de direcciones claros. Fue muy agresivo y procuró meterse en pista en cuanto la bola del español se quedaba corta, pero no rehuyó los largos peloteos, donde sí procuró abrir más la pista. Stefanos necesita sentirse competitivo al resto, cuando no lo fue (en el segundo set ganó un punto sobre el saque de Nadal), su juego pierde enteros.
2. Capacidad de sorpresa con el saque-volea del griego. Apostar por esa variante táctica ante el mejor pasador del mundo y más en tierra batida, puede constituir un suicidio deportivo si no se hace a la perfección. Stefanos tuvo la habilidad y madurez para no precipitarse en su ejecución, escogió los momentos adecuados y ganó la red con velocidad. Se animó a hacerlo incluso con segundo servicio en alguna ocasión, y se mostró muy preciso en un golpe que domina como casi nadie de sus coetáneos lo hace. Introdujo la duda en el español de dónde posicionarse para restar, y le nubló las ideas en momentos importantes.
3. Ausencia de feeling de Nadal. Hay momentos en la vida en los que, no se sabe por qué, las cosas no fluyen. El español no encontró las sensaciones positivas esperadas, la pelota no le corría como lo hizo ante Wawrinka y pareció fuera de su zona de confort en todo momento. Sentía que no desbordaba de manera fluida al griego, cuyo revés a una mano supo dar respuesta a los constantes ataques del español por ese lado de la pista.
4. Falta de potencia y variación con el revés. Rafael cambió direcciones de manera constante con su revés, soltando paralelos y cruzados que movían al griego, pero no lograban impedir que golpeara con unos apoyos cómodos. Le faltó agresividad en ese golpe, sin verle caminando hacia delante con la decisión habitual y ganando la red cuando veía la pista abierta. Golpeaba y se recluía atrás, consciente de que su golpe no era definitivo ni le otorgaba una clara ventaja. Fueron varias las ocasiones en las que se vio al español precipitarse a la hora de cerrar el punto, como si viera imposible desbordar al heleno de fondo de pista, buscando dejadas a destiempo o cometiendo errores no forados. Además, sorprendió que ejecutara muy pocas veces el revés cortado, una variante táctica que podría haber incomodado al griego, cómodo aprovechando la fuera de los golpes del español.
5. Desacierto en bolas a media pista. La falta de confianza se materializa en esos golpes donde hay que pasar la mano sin dudas y ganar pista con velocidad. Nadal dejaba caer la pelota demasiado y no era capaz de soltar el golpe con la fluidez habitual. Fueron varias los drives a media pista que se le quedaron francos al español, viéndose incapaz de encontrar golpes ganadores y sentenciar el punto como suele hacer. Los errores minaron poco a poco la confianza de un hombre que lo intentó todo y terminó ganando la red para cerrar puntos, aunque no fuera suficiente para remontar.
A pesar de todo ello, huelga decir que la clase del español y su inteligencia emocional en pista le permitieron tener el partido en su mano. Tanto es así, que hubo momentos clave en los que todo pudo cambiar. Hemos seleccionado algunos de ellos por percibir cómo todo podría haber cambiado, ya que supusieron un golpe moral notable para Rafa y un impulso tremendo para un Tsitsipas que fue muy a remolque en el tramo final del segundo set e inicial del tercero.
Primer set. 2-3 y 15-40 a favor de Nadal. Oportunidad manifiesta para el balear abriera hueco en el marcador. El partido era un toma y daca constante, todavía sin dominador evidente, y tuvo un revés a media pista que cogió muy abajo en el que intentó golpear y se encontró con una caña. La jugada pedía ejecutar un revés cortado que desplazar al griego y le permitiera seguir tomando la iniciativa.
Primer set. 4-4. Muy mal turno al saque del balear después de recuperar el break de desventaja. Con la moral por las nubes, el primer punto del juego se antojó clave ya que Rafa se precipitó al atacar una bola flotante de su rival con una volea de largo recorrido. No desbordó a Stefanos, que le pasó y obtuvo una gran confianza para jugarse los siguientes golpes, que cayeron en la línea. Era momento de imponer la mayor experiencia del español.
Tercer set. Dos bolas de break desaprovechadas en el segundo juego. Tsitsipas estaba totalmente fuera del partido. Su nivel había bajado mucho en el segundo parcial y seguía imbuido en una espiral de errores provocados por la agresividad de Nadal. Dispuso el español de un prometedor 15-40 en el marcador, que habría aumentado la sangría de juegos consecutivos a su favor. Sin embargo, no los jugó bien y dio alas a un Stefanos que se conectó de nuevo y recuperó su mejor tenis. Perdonar se paga caro.
Tercer set. 2-2, derecha fallada clara con 30-0. La igualdad había regresado, pero se veía a Nadal en buena dinámica. En el quinto juego, dominando bien con su servicio, se le quedó una pelota a media pista muy clara con 30-0. El español la dejó caer excesivamente estrellándola contra la red. Fue el punto de inflexión claro del partido, ya que vio cómo Tsitsipas le rompía el saque en ese juego.
Tercer set. Numerosas oportunidades perdidas tanto al resto como al saque. El español tuvo dos bolas de rotura para igualar el marcador, dos oportunidades al saque para poner el 3-4 y en el último juego del partido, desaprovechó dos situaciones clara ponerse con ventaja y obligar al griego a sacar para cerrar el encuentro. Especialmente una volea de revés que se le quedó en la red de manera incomprensible, fue un golpe ya demasiado duro para el español.
Los detalles acabaron decantando la balanza del lado del griego, inspirado durante todo el encuentro y con una gran capacidad y fuerza mental para salir de situaciones adversas. Las cosas no terminan de fluir en el tenis de Rafael Nadal, que tendrá que seguir trabajando para llegar en plenitud de condiciones a Roland Garros 2019. Podría hacerlo sin títulos, algo que no ha ocurrido nunca desde que 2004, antes de sumar a su palmarés el primer Roland Garros. Por su parte, Stefanos Tsitsipas presenta sus credenciales a lo máximo allá donde vaya.