La vuelta a la cúspide de Novak Djokovic despejó de un plumazo todas las dudas acumuladas durante meses. Problemas de nutrición, ruptura con su equipo de trabajo habitual, introspección, alejamiento del tenis y ausencia de motivación, fueron suprimidas de una manera tan contundente que resultaba inconcebible que hubieran quedado rescoldos. Los títulos en Wimbledon, Cincinnati, US Open y Shangái, parecían encaminar el tenis mundial a una nueva dictadura con puño de hierro bajo el hombre más dominante en su mejor versión. El miedo de muchos, el júbilo de otros tantos y la admiración de todos, banalizó las derrotas encajadas por el serbio en el tramo final de año, ante Khachanov y Zverev, tomándolas como concesiones aisladas provocadas por el cansancio de un hombre llamado a prolongar su dinastía en 2019.
Nada puede decirse en contra de un hombre que ha ganado el Open de Australia 2019 y se encamina a la posibilidad de encadenar el Grand Slam en años diferentes (lo conseguirá si es capaz de vencer en Roland Garros), algo que también le colocaría como el primer jugador en ganar todos los majors en, al menos, dos ocasiones. Sin embargo, ha encajado derrotas inesperadas. Roberto Bautista ya avisó en Doha, y el que partía como claro favorito en los primeros Masters 1000 de la temporada, ha cuajado uno de los peores meses de marzo de toda su carrera. Djokovic solo ha podido vencer en dos encuentros (Bjorn Frangelo, Bernard Tomic y Federico Delbonis). Su impactante falta de intensidad y acierto en Indian Wells 2019 ante un Philipp Kohlschreiber volvió a ser visto como un episodio aislado, pero comprobar cómo el serbio se dejaba remontar en el Miami Open 2019 un partido que dominó fácilmente durante el primer set ante Roberto Bautista, ha hecho que algunos fantasmas se ciernan sobre el balcánico.
Dejar atrás un período de tantas dudas internas como el que pasó no debe ser sencillo. Los triunfos son la mejor receta para curarse, y así lo ha hecho Novak, pero la desconfianza y falta de tensión competitiva parecen haber vuelto. De nuevo despojado de su carácter aguerrido habitual, pasivo en la pista y falta de chispa en las piernas. encara la gira sobre tierra batida con peores sensaciones de las imaginables. Solo en tres ocasiones más, Djokovic ha tenido un mes de marzo tan negativo. Conviene repasar el contexto en que se desarrollaron y cómo fue su temporada tras estos tropiezos.
El primer año en que Novak compitió en la élite fue 2006. Sin embargo, destacó en la segunda mitad de año, logrando ganar tan solo un partido. Anecdótico, mera mención como punto de partida. Pero cuatro años después, el serbio acudió ya a los dos primeros Masters 1000 con serias aspiraciones, como correspondía a un hombre que ocupaba la segunda posición en el ranking ATP. Pudo vencer en Indian Wells a Mardy Fish y Philipp Kolhschreiber, de manera épica a este último, y sucumbió ante el tenis incisivo de Ivan Ljubicic. Unos días más tardes, encajaba una inesperada derrota ante Olivier Rochus, que ocupaba el puesto 59 de la clasificación mundial. Solo en 2009 y 2013, Djokovic terminó la temporada sin ganar ninguno de los dos Masters 1000 estadounidenses, pero ofreció una versión competitiva que le hizo llegar a rondas finales.
Ya en 2017, en plena crisis existencial, el de Belgrado acudió solo a Indian Wells, donde sucumbió ante Nick Kyrgios después de vencer a Edmund y Del Potro. Renunció a jugar en Miami y buscó consuelo en la Copa Davis, pero la temporada terminó unos meses después tras caer en cuartos de final de Wimbledon. El contexto el pasado año era radicalmente distinto. Djokovic llegaba a Indian Wells y Miami con el único objetivo de adquirir ritmo competitivo e ir dejando atrás sus molestias en un codo. No estaba en condiciones de jugar en eventos tan importantes. Taro Daniel y Benoit Paire sacaron los colores al hombre que resurgiría poco tiempo después. ¿Cómo puede afectar el mal mes de marzo de 2019 a Djokovic?
Nada mejor que comprobar lo que ocurrió en esos años donde no pudo rendir al nivel esperado en marzo. En 2010, su temporada fue muy negativa. Eran tiempos en los que Novak intentaba modificar su mecánica de saque, lo que mermó mucho su confianza y le hizo encajar dolorosas derrotas, como contra Jurgen Melzer en Roland Garros. Consiguió encauzar el timón y llegar a la final del US Open y ATP Finals, pero los únicos títulos con los que terminó el año fueron Pekín y Dubái. Los casos de 2017 y 2018 son especiales, al estar marcados por el inicio de una lesión y crisis profunda a nivel mental, en el caso del primer año, y el proceso de recuperación en el caso del segundo.
Resulta una incógnita pensar si estas derrotas pueden generar un poso de desconfianza que merme sus opciones en la gira sobre arcilla. Se avecinan unos meses clave en la trayectoria de Novak Djokovic, que debería ser capaz de encontrar la motivación para recuperar su mejor nivel en los retos mayúsculos que tiene por delante. Roland Garros 2019 se erige imponente en un calendario en el que hay tres Masters 1000 previos donde Djokovic se verá obligado a reaccionar si no quiere entrar en un bucle de inseguridades muy peligroso.