
“Todavía soy joven, tengo 22 años, creo que puedo seguir mejorando muchas cosas. Voy a ser positivo y voy a intentar estar entre los mejores dentro de poco tiempo. Ojalá que me podáis hacer otra entrevista en unos años”. Concretamente, en cuatro años. Estas fueron las palabras con las que Pablo Carreño se despedía de Roberto Carretero en un Tie Break realizado en Valencia 2013. Hoy, ya asentado en el to10, el de Gijón disfruta de un nuevo estatus en el circuito y ello ha provocado que los compañeros de Movistar Plus se vuelvan a sentar con él para comentar todos los cambios y los pasos que ha ido dando.
“Han sido cuatro años duros, con mucho trabajo pero muy bonitos. Han salido las cosas estupendamente. Creo que el gran cambio se dio al venir a la Academia Equelite de Juan Carlos Ferrero, lo que me ha permitido estar en el top10 junto a mis dos entrenadores, Samuel López y César Fábregas. Dudu me aportó mucho en mi carrera, fue muy importante para mí, pero todo el mundo necesita un cambio y aquí se ha dado ese cambio de mentalidad necesario para dar el salto, el empujoncito”, relata el español acerca de su increíble evolución desde hace dos temporadas.
Con dos entrenadores que le acompañan y le asesoran, Ferrero ejerce de gran piedra angular del proyecto como director de la Academia, pero su figura guarda un significado mucho más especial para Carreño. “Juan Carlos siempre ha sido mi ídolo, desde que empecé a ver tenis le seguía a él. De verlo en la tele empecé a jugar un poco como él de manera inevitable. Para mí ha sido una inspiración, un espejo donde mirarme, es importante tenerlo cerca y que pueda darme consejos a este nivel”, confiesa.
Una de las claves de este ascenso ha sido la capacidad de Carreño de rendir bien en varias superficies, aunque si hay que elegir una parece tenerlo claro. “Desde pequeño, en Gijón, jugaba el 95% en pista rápida, incluso en indoor debido a la climatología. Pero luego en Barcelona empecé a jugar más en tierra batida, empecé a moverme bien, algo que hasta el momento no sabía. Yo me encuentro muy bien en las dos, desde los 15 años he entrenado mucho más en arcilla, pero en los dos últimos años que he podido jugar más el circuito, te das cuenta que hay siete meses en los que se juega en dura y solamente dos o tres en tierra. Posiblemente me quedaría con la tierra batida”, resuelve.
Muchos momentos y alegrías vividas en los últimos meses con algunas más especiales que otras a destacar. “Ha habido momentos muy bonitos pero levantar tu primer título ATP (en Winston Salem) te marca y es muy especial. A partir de ahí fue cuando empecé a confiar más en mí, en creer en mis posibilidades. Si hace unos años me dicen que llegaría al top10 no me lo creería. Si me lo dicen después de ganar aquel título… quizá no tan pronto, pero sí que me lo hubiera creído. Obviamente los cuartos de final de Roland Garros ante Nadal también fueron muy especiales, aunque tuviera que abandonar”, recuerda con dolor.
Pero no fue hasta el US Open donde Pablo Carreño se convirtió por fin en un referente mundial, conocido en todo el globo y nuevo top10. Aunque más de uno quisiera restarle mérito por su cuadro. “Cuando ves el cuadro y en primera ronda te toca un Qualy es que te ha tocado un buen cuadro, no te quejas. Si luego en segundo te toca más de lo mismo, perfecto. Pero más allá de aquí ya no lo piensas. Si ha habido cabezas de serie eliminados es porque otros jugadores mejores les han ganado. En mi caso llegué a semifinales enfrentándome a jugadores por debajo de mí en el ranking pero también había que enfrentarse a la presión de ser favorito. No me quito ningún mérito por haber llegado a semifinales ganando a cuatro Qualys y a Dieguito (Schwartzman), es algo difícil de lograr”, asegura el español, eliminado en la penúltima ronda por un inspiradísimo Kevin Anderson.
“Cuando te toca Anderson en semifinales del US Open y después de ver cómo te ha ido el torneo, obviamente piensas que es una gran oportunidad de poder llegar a tu primera final de Grand Slam. Empiezo bien, concentrado y ganando el primer set, mejor que él, pero luego él empezó a entonarse y perder el segundo set me hizo mucho daño. Se soltó, empezó a jugar muy bien y a mí me costó, bajé un poquito. Era una gran oportunidad pero los partidos no los gana quien mejor ranking tiene, pero tampoco fue un fracaso el hecho de perder aquel partido”, valora el asturiano.
Lo último que sabemos es que el pulgar de su mano izquierda le está dando problemas, aunque esperemos que no tantos como para bajarle de la última cita del curso. “No sé lo que me ha pasado. De repente me empezó a doler en la primera semana del US Open, no me molestaba porque no lo uso mucho pero en la vida normal sí que lo notaba. Como iba ganando los partidos pues seguíamos pero al volver a Barcelona me hicieron pruebas, no parecía grave, hasta que empezó a empeorar. Hicimos una resonancia y los resultados dijeron que había una rotura, había que parar, no es que no pudiera jugar, es que me dolía mucho incluso en el día a día. Entonces empezamos a infiltrar desde hace unas semanas para luchar por llegar a la Copa de Maestros, donde espero estar”.