Nick Kyrgios: el talento precoz viene de Australia
El tenista aussie ha conseguido a los 17 años en Sidney su primer torneo Challenger


Nick Kyrgios es la gran promesa del tenis mundial. Actual número uno del mundo en categoría junior y recientemente coronado como campeón del Open de Australia, el jugador aussie está teniendo una rápida transición al circuito profesional. A sus semifinales hace unas semanas en West Lakes hay que sumar su primer título Challenger en la ciudad de Sidney. Con solo 17 años, es toda una muestra de precocidad en el panorama tenístico.
Mezcla explosiva de talento y potencia. Origen variopinto. De padre griego y madre malaya, Nick Kyrgios no se decidió hasta el inicio de la adolescencia por la práctica tenística. El baloncesto también le llamaba mucho la atención, pero se lesionaba muy a menudo por lo que decidió dedicar todos sus esfuerzos a ser jugador profesional del deporte de la raqueta. Con Roger Federer como ejemplo de todo lo que debe significar un deportista, también admira a Mark Philippousis ya que es la muestra de que un australiano de origen griego, como él, puede triunfar. También le gusta mucho Jo-Wilfried Tsonga, por la energía que despliega en la pista y sobre todo porque es un modelo a seguir al tener unas características de juego similares al del de Le Mans.
La temporada 2013 se presentaba para nuestro protagonista como un auténtico reto. Situado en el top5 del ranking junior, era más conocido por sus resultados en dobles –donde ganó el pasado curso junto a Andrew Harris los títulos en Roland Garrós y Wimbledon- que por sus registros en la modalidad individual, pero pronto eso iba a cambiar. Se alzó con el título en el Optus 18 del December Showdown, el campeonato con más prestigio de Australia, ganando en la final a Thanasi Kokkinakis, su compañero de dobles y amigo, que es un año menor que él. También de origen griego, se deshace en elogios hacia él: “Pienso que Thanasi es uno de los mejores jugadores junior del momento. Está llevando muy bien la transición al circuito profesional y tiene una derecha de clase mundial, así que si juega bien seguramente sea un gran partido”, relataba Kyrgios antes de la final del Open de Australia que les enfrentó a ambos.
La mayor experiencia del de Canberra le valió para ganar a Kokk, que tras ese partido y su impresionante actuación en la primera ronda de la previa del Open de Australia, anunció que estaría varios meses fuera del circuito por una lesión de espalda. En ese duelo, a pesar de ser un partido de categoría junior, se pudo ver a dos tenistas con un nivel de juego muy alto, sin nada que envidiar a los jugadores que están disputando torneos en el circuito profesional. Superando la barrera de los 190 cm de altura, Kyrgios basa su juego en la potencia de todos sus golpes. Dotado de un gran servicio y de un drive al que imprime una velocidad descomunal, también puede moverse por el fondo de la pista y conectar buenos reveses paralelos desde la línea de fondo.
Los que tuvieron la oportunidad de verle en Melbourne ya pudieron notar que el jugador que estaban viendo no era como los demás. No solo por el carisma que desprende en la pista o por esa mirada que deja entrever que no le tiene miedo a nada ni a nadie, sino por la diferencia de nivel entre la mayoría de compañeros de generación y él. La fuerza y violencia que desprendían sus golpes no tenían parangón en todo el torneo y solo Kokkinakis en la final pudo contrarrestar sus armas durante solo una parte del partido. La potencia que emana de todo su juego era una buena señal para futuros encuentros en el circuito profesional. Parecía estar preparado para dar el salto y conseguir buenos resultados.
En West Lakes llegó su primera oportunidad -apenas una semana después de ser proclamado campeón del Open de Australia y número uno del mundo junior- de hacerlo bien ante los pros y lo cierto es que superó cualquier expectativa creada en torno a él. Se deshizo en primera ronda de Brydan Klein, uno de los preclasificados del evento y que seis años antes también había ganado el primer Grand Slam junior de la temporada, y llegó hasta semifinales donde fue derrotado por James Ward, otrora gran promesa británica. Tras este primer buen resultado, disputó un par de Futures sobre hierba en suelo aussie donde pudimos observar que el juego de ataque de Kyrgios puede dar mucho que hablar. Su gusto por irse hacia la red puede beneficiar mucho a un circuito ATP carente de jugadores que no especulan y que vayan a definir el punto en la media pista.
Sus resultados en esos dos torneos no fueron los mejores pero en Sidney, de vuelta a la pista dura, ha cuajado la mejor semana de su vida. Con la lluvia como protagonista y teniendo que disputar cuatro partidos -dos de individuales y dos de dobles- en el último día de competición, el número uno del mundo junior se ha hecho a sus 17 años con el primer Challenger de su carrera. Jugadores con mucha más experiencia han caído ante el empuje de este adolescente descarado y precoz que parece poder con todo lo que se le ponga por delante: “Es un logro fantástico. No toda la gente gana un challenger a los 17 años, pero es para lo que trabajamos duro, así que espero poder repetir victoria en un futuro. Sabía que estaba jugando un gran tenis durante el torneo pero realmente no pensé al inicio de la semana que pudiese ganar. Simplemente buscaba salir a pista y jugar lo mejor posible”, comentaba un sonriente Kyrgios que en casi tres meses de 2013 ya ha cumplido el objetivo que se puso para esta temporada, que era el de ingresar en el top300 del ranking ATP. Quédense con su nombre, dará mucho que hablar en el futuro.