
‘Entrenador nuevo, victoria segura’. Aunque solemos utilizar este predicado vinculado al mundo del fútbol, lo cierto es que a veces también se cumple en otras disciplinas. La semana pasada lo pudimos ver en la cuarta edición del BBVA Open Internacional de Valencia, donde Ann Li (23 años, #140 WTA) acabó levantando su primer título en casi tres años gracias a la ayuda de su nuevo técnico.
Carlos Boluda (Alicante, 1993) llevaba unos meses apartado de la alta competición por un proyecto privado, hasta que Roland Garros acabó atrayéndole de nuevo al tour. Allí surgió la posibilidad de empezar a trabajar con Ann, una propuesta que no dudó un segundo en aceptar. Valencia sería la primera prueba para esta nueva pareja, resolviendo la ecuación con la mayor nota posible: campeones. Ya instalados en Ilkley para afrontar la gira de hierba, el entrenador español atiende a Punto de Break para darnos los detalles de este repentino éxito.
Primer torneo con Ann, primer título. ¿Esto cómo se hace?
Conozco a Ann desde 2021, suelo tener estudiadas a todas las jugadoras, pero no hay muchas con las que realmente me nazca ese sentimiento de querer ayudarlas. Ella, además de ser muy buena persona, sé que puede jugar muy bien. Venía de unas temporadas bastante perdida, pero en la carrera de un tenista puede pasar que pierdas un poco el rumbo. Desde el viernes que aterrizó en Alicante tuvimos una muy buena conexión, el sábado cuando empezamos a entrenar en Valencia parecía que lleváramos trabajando oda la vida.
Suena fácil.
Sí, fue todo muy natural, con muchas ganas de aprender y con el máximo respeto. Tengo muy claro cómo tiene que jugar ella, qué es lo que tiene que mejorar, pero hay que aceptar el día a día, el proceso por el que tiene que pasar. Sabíamos que en Valencia había que ir de menos a más por un tema de confianza, ya que venía con muy poca autoestima. Entender ese proceso era clave por su parte.
¿Y por la tuya?
Entender exactamente qué mensaje darle en cada momento. Poco a poco se fue sintiendo mejor, cada vez con más confianza, hasta que acabó ganando el torneo.

¿Cómo viviste la final?
Estaba tranquilo. Si hablamos de tenis, creo que tiene mucho más potencial que Tomova, la única duda que podía tener era que llevaba desde finales de 2021 sin disputar una final WTA. Esos nervios iban a estar ahí, tenía que ver cómo lo iba a afrontar, si estaba o no estaba tranquila en pista. De una manera u otra sabía que lo íbamos a sacar, pero las finales siempre son difíciles. Lo bueno que tiene Ann es que desde pequeña ha sido buena, así que sabe jugar estos partidos, sabe cómo ganar. Por muchos nervios que haya, que los hubo al final del partido, ella sabe cómo manejarlos.
No tuviste que coachear mucho…
Bueno, siempre tienes que dar algunas indicaciones, según el momento, aunque ayer fue solo en el último tramo, el inicio del partido fue mucho más rodado, no hizo falta intervenir. Cuando llegaron los nervios sí que tuve que ayudar, pero te diría que el partido de cuartos y el de la final fueron en los que menos tuve que intervenir.
En el último juego casi se vino el drama.
Con 5-3 se puso muy nerviosa, se quedó parada de piernas y falló tres reveses, así que llegó un poco tocada al último juego. Ahí es cuando hay que transmitirle tranquilidad al jugador, mensajes muy claros para que se focalice en una sola cosa.
¿Qué mensaje le diste en ese momento?
‘Piernas y bola’, nada más. Eso le sirve para centrarse en una sola cosa y olvidarse que está a un solo juego de ganar el partido. Al recuperar la intensidad fue capaz de remontar el juego, pero bueno, si no lo hubiera remontado habría seguido luchando igual.
Cuéntame cómo empieza todo.
Me pilló en Roland Garros, estaba haciendo algunas semanas con una chica de Tapei que estaba top200. Luego me quedé en el cuadro final acompañando a Yue Yuan por un favor que me había pedido otro entrenador, pero al mismo tiempo tuve algunas reuniones con el manager de Ann, de las cuales salí con una idea clarísima: en cuanto terminara Roland Garros, empezaba a trabajar con ella.

¿Tan claro lo viste?
¡Muy claro!, Quiero ayudarla, quiero verla donde se merece estar.
¿Y qué pasó con Yue Yuan?
Ella quería que la llevara hasta los Juegos Olímpicos, pero yo desde ese momento tenía muy claro que quería ayudar a Ann. Ahora estoy convencido de que con tranquilidad y paciencia volverá a estar donde tiene que estar, no me importa que sea un proceso más corto o más largo.
Viendo su retroceso en el ranking, entiendo que viene de un periodo complicado.
Ha estado muy perdida estos dos últimos años. Obviamente, no se le ha olvidado pegarle a la pelota, pero hay que reordenar todo de nuevo. La verdad es que me veo reflejado en ella en muchas cosas, sobre todo a nivel de pérdida de confianza, estaba con la autoestima muy baja. Para mí, entrenarla a ella es más fácil porque es como entrenarme a mí mismo, sé lo que significa pasarlo mal o tener la autoestima baja, así que desde el primer día me lo puso muy fácil. La realidad es que Ann es muy buena, juega muy bien a tenis, ese es el mensaje que necesitaba.
Diga lo que diga el ranking.
El ranking puede estar más alto o más bajo, pero la realidad es que Ann juega muy bien. Ahora toca trabajar las cosas y darle un sentido dentro de la pista. Viene de una época donde viajaba sin entrenador, cuando uno está solo tiende a desordenarse. Nos ayudó también que en Valencia no empezamos a jugar hasta el miércoles, así que tuvimos un par de días para meterle horas en pista y darle lo que necesitaba.
¿Qué prototipo de jugadora es?
Puede hacer de todo, es muy completa, tiene muchos recursos. Cuando se siente jugando bien no hace falta decirle nada, simplemente fluye. Tiene mucho margen de mejora, físicamente puede estar muy fuerte. En lo tenístico saca muy bien, buena derecha, también el revés lo tiene bueno, pero todo es mejorable. Cada golpe tiene margen de mejora, lo cual es algo muy positivo.
¿Y en lo personal?
La conexión es espectacular, es un 10 como persona, esto es lo primero en lo que me fijo, sobre todo después de las experiencias que he tenido. Lo primero es ser buena persona y tener una buena relación fuera de la pista. Luego en la pista tiene máximo respeto y está centrada en el trabajo. Si ya de por sí me implico en estas cosas, con una chica así es imposible que no de mi vida por el proyecto. Es agradecida, siempre da las gracias, de verdad que se merece que le pasen cosas muy buenas. Intentaré que sea feliz, que disfrute con el tenis y el día de mañana ya veremos cuál es su techo.

Hacía casi un año que no te veíamos por los banquillos, ¿dónde estabas?
Todo este tiempo lo he tomado como experiencia de vida. A veces uno toma decisiones y se equivoca, pero no me arrepiento. Estuve viviendo en Barcelona con un nuevo proyecto que terminó siendo un desastre, pero lo tomo como aprendizaje. Me ha enseñado mucho y me ha servido para recargar las pilas.
Te vino bien ese parón…
En otoño del año pasado estaba muy cansado, necesitaba un tiempo, un cambio de aires. En ese momento tomé esa decisión, pero no acerté, fueron siete meses en Barcelona que me sirvieron para darme cuenta de dónde estaba y lo que realmente quería. También me sirvió para estar luego en Roland Garros y tener la oportunidad de empezar con una jugadora como Ann.
Transmites mucha ilusión.
Vuelvo con las pilas cargadas y mucha energía, he aprendido cosas nuevas después de estas últimas etapas. Soy una persona que enseguida cambia el chip, el pasado se queda en el pasado. Ahora vuelve a estar todo en orden, mi vida está de nuevo en Alicante, así que toca ayudar a Ann al máximo.
Tu carrera como entrenador empezó con Nuria Párrizas, ¿cómo terminó aquello?
Fue un proyecto diferente, la situación económica era otra y la edad de la jugadora también. Fuimos muy rápido, quizá con la presión de ganar mucho desde el principio para entrar en las previas de Grand Slam, pero se consiguió. Intentamos llevarlo como pudimos pero, inevitablemente, es un proceso que genera desgaste. Los resultados llegaban, pero en el US Open de 2022 el desgaste llegó al máximo, tanto por su parte como por la mía.
Y se acabó.
Le fui sincero, le dije que ya no la podía ayudar más. La relación estaba muy desgastada, así que decidimos separar nuestros caminos. Ella sigue con su carrera de jugadora y yo sigo con mi carrera de entrenador. Ojalá le vaya lo mejor posible, ahora estoy centrado en lo mío.

De aquí a final de temporada, ¿dónde te imaginas a Li?
Quiero verla arriba, no me pongo límites con ella, tampoco nos hemos marcado objetivos de ranking, simplemente mejorar día a día. Tiene mucho margen de mejora, eso es en lo que tenemos que centrarnos. Ojalá estemos mucho tiempo juntos, eso nunca se sabe, de momento estamos empezando y estamos muy a gusto. Somos ambiciosos, el futuro dirá qué ranking tendrá el día de mañana. Por mi parte, estoy involucrado al 100% en este proyecto.