
Hace ya muchos años que perdimos de vista la mejor versión sobre la pista de Thomaz Bellucci. El zurdo carioca acumula ya varias temporadas luchando contra una montaña que cada vez está más empinada, un horizonte que no se lo está poniendo nada fácil en su sueño de volver a meterse entre los cien mejores. Ahora que están de moda los testimonios en primera persona, el brasileño expone sus sentimientos en una carta publicada por A voz do tenis en la que va relatando todos los fantasmas a los que tuvo que enfrentarse a lo largo de su carrera, desde mucho antes incluso de este último tramo tan angustioso.
Para arrancar su escrito, Bellucci comienza tratando las dificultades internas con las que convivió desde joven para mostrarse tal y como era. “Siempre me preocupé mucho por lo que otros pensaran de mí, tal vez demasiado. Ser jugador de tenis significa ser juzgado todo el tiempo, depender de tus resultados, lidiar continuamente con el aspecto mental. En un deporte que maximiza todo en tu vida, toda tu vida entra contigo en la cancha. Lo más fácil es jugar al tenis, llegar y entrenar; lo complicado es lidiar con todo lo demás”, asegura el ex número 21 mundial.
“Una de las cosas de las que estoy más orgulloso es que siempre fui una persona sensata, nunca me dejé llevar por las victorias, siempre fui yo mismo desde el principio. Hoy sigo siendo esa misma persona. Sin embargo, cuando era más joven no sabía expresarme, me comuniqué mal con los fans, con la gente, y eso me dio una mala imagen, una imagen distorsionada como persona, no tanto como jugador. Esto generó malentendidos, por eso ahora tengo una imagen que no es la que me gustaría. Al ser una figura pública, terminas siendo juzgado todo el tiempo, acabas entendiendo que la gente hablará mal o bien sobre ti independientemente de lo que hagas”, expone el de Tieté tras muchos años de experiencia con los medios.
Hace justo una década desde que Thomaz alcanzara su mejor ranking profesional, una consecuencia de todo el esfuerzo y la presión que se le puso desde joven. A veces, quizá más de la cuenta. “Pocas personas lo saben, pero al principio tuve una relación complicada con el tenis y mi familia. Desde muy joven tuve que aprender a ser acusado de ser un tipo exitoso y disciplinado, un atleta que hacía todo bien. Mis padres me introdujeron en el deporte y eso tiene mérito porque luego llegué lejos, pero creo que mi relación con el tenis podría haber sido más ligera. Mi padre siempre me exigió mucho en términos de resultados y disciplina, tuve un conflicto interno, solo quería jugar para demostrarle que sería un buen jugador. Así fue como acabé perdiendo etapas de mi infancia que ya no regresarían, experiencias que luego arrastré en mi viaje como tenista”, recuerda con cierto dolor sobre aquella etapa.
A principios de 2018, inmerso ya en unos años complicados, el brasileño recibiría un nuevo varapalo tras aquella suspensión por dopaje. “Por mucho que haya tenido momentos difíciles en mi carrera, nunca pensé en detenerme o rendirme. Nunca tuve dudas de que quería seguir siendo jugador y seguir viajando, siempre me ha gustado competir. La pausa que tuve por dopaje fue el momento más desafiante de mi carrera, perdí ritmo y regresé desde cero, tuve un problema emocional por cómo la gente recibiría la noticia. Para mí, eso pesaba mucho más que perder puntos del ranking o no jugar torneos. Cuando haces las cosas mal no te preocupas demasiado, porque lo hiciste mal y el resultado no te sorprende. El problema es que yo aquí no había hecho nada mal y tuve que pagar un peaje que no me tocaba”, responde el residente en Sao Paulo.
Las palabras de Bellucci vuelven a poner en valor lo complicado que es el mundo del tenis, alertándonos que no se trata solamente de entrar a pista y pasar la pelotita al otro lado. “La carga emocional de competir en un deporte individual es muy grande. Tienes que lidiar con todas las frustraciones y sentimientos por tu cuenta, por eso he trabajo con psicólogos, psiquiatras y muchos otros terapeutas. Todavía sigo haciéndolo, es importante tener cerca a alguien que se abra para contarle todas tus dificultades. Cuando no cuidas tu salud mental, corres el riesgo de crear un monstruo dentro que luego no sepas manejar. En el tenis no todo es tan simple, no vale con decir: ‘Thomaz juega bien pero su mentalidad no es buena’. Nadie puede tener todo, todo el tiempo. Sinceramente, no veo relación entre mis malos resultados y mi parte mental, creo que es una relación del todo. No podría atribuir una derrota a un solo factor, pero la gente tiende a simplificarlo todo”.
Con todas estas vicisitudes encima, puede ser incluso lógico llegar a pensar en la retirada. Bellucci, de momento, prefiere tratar esta opción desde la distancia. “Por ahora no me veo retirándome, tengo 32 años y más de quince temporadas como profesional. No veo mis resultados más recientes vinculados a mi edad, físicamente me siento bien, tal vez pasen tres o cuatro años más hasta que comience a madurar esta idea, a pensar en el final del viaje. Por supuesto, todo dependerá de mis próximos resultados, si sigo jugando torneos pequeños la posibilidad de decir adiós quizá se adelante. En cambio, un regreso al top100 aumentaría las posibilidades de seguir. Sigo trabajando duro en esto, no es nada fácil, pero nunca lo fue”, concluye.