La dura historia detrás de Barbora Strycova

Tras llegar a lo más alto en dobles, la checa reflexiona sobre todos los acontecimientos que han marcado su camino, algunos de ellos muy significativos.

Carlos Navarro | 23 Mar 2020 | 21.00
facebook twitter whatsapp Comentarios
Barbora Strycova, una historia conmovedora. Fuente: Getty
Barbora Strycova, una historia conmovedora. Fuente: Getty

Barbora Strycova ha sido y es toda una trabajadora de la raqueta. A sus 33 años, fue una de las tenistas que recibió más atención durante 2019. La razón detrás de esto es clara: no solo sus méritos deportivos, siendo semifinalista de Wimbledon en individuales y alzándose con el título en la disciplina de dobles, sino también por su faceta fuera de las canchas. Es una mujer extrovertida, cálida y capaz de conectar muy bien con el público. Tras saborear los mieles del éxito, llegando al número uno en dobles, empezó a conseguir todo el reconocimiento y exposición mediática que había buscado a lo largo de toda su carrera.

Este camino al éxito, bien lo sabe Barbora, no siempre fue un camino de rosas. Tras ese título en La Catedral del tenis hay mucho sacrificio y algunos momentos no tan dulces de recordar. Sin embargo, la checa hizo una recopilación de esos momentos que le han marcado y se abrió para Behind The Racquet, contando su historia desde el inicio.

"Con 12 años tenía que decidirme entre el tenis y el patinaje artístico. Elegí el tenis y esa fue mi decisión, no la de mis padres. No es tan fácil como piensa la gente, de hecho es tremendamente duro. No todo es viajar e ir a hoteles bonitos. Tenía 16 años y era la número uno del mundo en juniors. En un año me puse #56 del mundo y a partir de ahí todo se fue al garete. Pasé momentos muy difíciles cuando tenía 20 años. Decidí casarme, estaba muy enamorada. Solo nos conocimos tres meses antes de casarnos. Sabíamos que éramos muy jóvenes pero era lo que queríamos; yo era una de esas veinteañeras que prefería tener hijos antes que estar viajando por ahí, viendo a jugadoras. Quería acabar mi carrera, no seguir jugando. No podía más, no aguantaba ir de hotel en hotel sin saber cuál es tu número de habitación".

No solo el matrimonio (que terminaría en 2015) influía en estos pensamientos que nublaban la mente de Barbora: también su nivel de tenis. La transición al profesionalismo fue más dura de lo esperado. "Ganaba muy a menudo en juniors... y de repente eso se acaba. Te empiezas a preguntar por qué, piensas que no eres suficiente, que no debes estar ahí. Perdí toda la confianza en mí misma. Cuando bajé al #220 del mundo, todo ocurrió muy rápido. Me di cuenta que debía empezar de nuevo a los 25 años, por suerte con gente de calidad a mi alrededor. Ahora, con 34 años amo a este deporte más que nunca".

Strycova estuvo algún tiempo alejada de las pistas, y fue ahí cuando tomó verdadera conciencia de lo que significa el tenis para ella. "Necesité un tiempo apartada del deporte para darme cuenta de lo que el tenis significa para mí. No hay mejor sensación que la de ganar un partido, es increíble. Me encanta demostrarme a mí misma que aún puedo hacerlo".

Esa fuerza mental, esa voluntad y determinación que la checa demuestra en pista proviene de dos protagonistas: sus padres. En especial conmueve la historia de su progenitor: "Mi padre tuvo un accidente horrible antes de que yo naciese. Los médicos le dijeron que nunca volvería a caminar. Estaba trabajando en las minas y todo se derrumbó sobre él. Le apartaron y se dieron cuenta de que sus piernas no funcionaban correctamente. Tardó dos años, después de muchísimo trabajo, en demostrar a los médicos que estaban equivocados. De no poder caminar pasó a aprender no solo cómo caminar de nuevo, sino también a hacer snowboard: todo eso proviene de su fuerza de voluntad. Su fe en no rendirse nunca me ha motivado a lo largo de toda mi vida".

Ahora Barbora se encuentra, probablemente, en el mejor momento de su carrera. Su rendimiento en pista es solo un reflejo de lo que está pasando por dentro, mental y físicamente. Estar en paz consigo misma es vital para ser su mejor versión: "Estos últimos dos años soy feliz con todo lo que estoy logrando. En ocasiones se hace cuesta arriba viajar, pero solo elijo los torneos en los que soy feliz. Si estoy entusiasmada por jugar allí es cuando sé que voy a jugar bien. La felicidad es el motor de mi mejor tenis y eso se ve en mis resultados. He necesitado tiempo para darme cuenta de que los resultados importan muy poco, que mi felicidad es la máxima prioridad. Los problemas se destacan demasiado en el mundo del tenis, que es un mundo falso. Tienes que encontrar tu propio camino entre entrenamientos o viajes. Yo ya lo encontré y creo que finalmente es el correcto".