Nunca es agradable hablar de una retirada, aunque depende en gran parte del tono con el que se exprese su protagonista. En el caso de Johanna Larsson, la sensación es que la tenista de 31 años se marcha con una sonrisa en la boca después de haber cumplido todos sus sueños. No todos, pero sí los necesarios para dar carpetazo a su trayectoria con dignidad y mucho orgullo. En una entrevista en Svenska Tennisförbundet, un medio local, la que fuera Nº45 del mundo y campeona de dos títulos WTA expande sus recuerdos para ponerle el sello a una de las carreras más extensas del tenis femenino sueco.
La idea de retirarse. “Llevaba ya un tiempo con este pensamiento, durante el Open de Australia, pero la decisión definitiva la tomé justo después de la serie de Copa Federación en febrero. A pesar de demostrar que estaba en un nivel alto de juego, me fui de allí con la sensación de que no contaba con lo necesario para competir en la élite. No estaba dispuesta a jugar estando al 70-80%”.
Primeros días lejos de las pistas. “Creo que necesitaré algo de tiempo para que realmente lo acepte. Quizá dentro de uno o dos meses me sirvan para entender que ya todo se acabó. Ahora mismo es muy agradable tener una mañana para dormir, sin tener nada planeado, especialmente por no tener que estar pendiente de las cuentas para ver cuando es el próximo viaje. Ahora puedo disfrutar de las cosas espontáneas de mi familia y mis amigos, aunque sé que con el tiempo, cuando todo se estabilice, también echaré en falta algunas piezas que me han acompañado todo este tiempo”.
El regalo que le ha hecho el tenis. “Es muy difícil responder a esa pregunta. El tenis ha sido mi vida desde los cinco años, cuando cogí una raqueta por primera vez. Mis padres tomaron la decisión de mudarse por el tenis cuando tenía once años y mi hermano tenía trece. Jugué algunos torneos juniors en Suecia, hasta que comencé a ser profesional a los 15, en Bastad, desde entonces ha sido un viaje loco y genial. Estoy muy agradecida por haber recorrido este camino, guardo muchos recuerdos maravillosos. He jugado en los estadios más grandes, conocí gente de otras culturas, aprendí mucho sobre mí… es genial mirar atrás y ver todo esto con tan solo 31 años”.
Mejores recuerdos. “El año pasado fue increíble llegar a semifinales de Roland Garros junto a Kirsten Flipkens, igual que cuando alcanzamos la final de las WTA Finals con Kiki Bertens. Fueron experiencias increíbles, miro atrás y realmente me pregunto si sucedió. Estábamos en las nubes pero seguíamos ganando partidos, estos dos resultados fueron de los mejores. En el terreno individual, me quedo con el título en Bastad 2015. Fue genial ganar en casa, un sueño hecho realidad que venía persiguiendo desde niña. Los títulos y las victorias son importantes, pero el viaje es lo que importa. Eso es lo que me llevo conmigo, a todas las personas que conocí en el camino. Establecer metas y alcanzarlas, mantenerme en la burbuja e invertir todo tu esfuerzo en una cosa para ser lo mejor posible. Eso es algo único y fascinante”.
¿Y ahora qué? “No tengo panes claros para el futuro, pero creo que el tenis significará mucho para mí, permaneceré en el deporte de una manera u otra. En qué rol, es difícil saberlo. De lo que hoy estoy seguro es que le debo mucho al deporte, le estoy muy agradecida por todo lo que me ha dado durante tantos años. Me encantaría ayudar a otros jugadores más jóvenes, estoy abierto abierto a ello, así que espero ya con ansias el próximo capítulo de mi vida”.