Es uno de esos partidos que se recordarán durante mucho tiempo, porque el revés que le ha infligido Karolina Pliskova a Serena Williams en las semifinales del Open de Australia puede tener consecuencias. Y es que todo lo que ocurre en la Rod Laver Arena merece capítulo aparte. La tenista checa se marcha de la pista después de obrar un auténtico milagro subida a una montaña rusa con múltiples giros de guion que modifican la escena, y esta crónica, con tremenda sorpresa.
El partido arranca como termina, con Pliskova dominando, con puño firme y trazas de gran competidora, con un plan elaborado, de índole muy directa, y muy bien ejecutado. Apoyándose en su servicio y en puntos de tres golpes, Pliskova saca a Williams de sus zonas de impacto más cómodas y manda en sensaciones y marcador. Sin demasiados precedentes, Serena quiere por un momento que todo vaya más lento, que la pelota pase más veces la red y que Pliskova tenga que tomar decisiones, que no todo sea fruto del instinto y de la inspiración.
Karolina parece mucho más centrada desde hace unos meses y su tenis está completamente optimizado en base a sus mejores virtudes. Sin embargo, se defiende mucho mejor que antes, sus desplazamientos no sufren tanto agachándose o estirándose hacia bolas más bajas y eso se nota cuando decide contragolpear, una circunstancia que Serena recibe sorprendida. La menor de las Williams no sabe cómo entrar en el partido, así que espera su momento, porque en los primeros 15 juegos no puede.
Es precisamente con el break del segundo set, donde Pliskova siente cerca la victoria. Y Serena reacciona. Una serie de puntos importantes relanzan a Williams, que recupera el break y lleva el encuentro hacia lo psicológico. Ahí emerge la gran Williams, habituada a someter a sus rivales a base de imponer con su memoria y su experiencia. Pliskova, que suele encontrar arrugas y dificultades en los momentos cumbre, parece entregar la cuchara. La narrativa deja un marcador completamente diferente: del 6-4 3-2 y servicio de la checa, Williams asesta un parcial de 9 juegos a 2, para situarse 4-6 6-4 5-1 y saque. Y matchpoint. Serena lo ha vuelto a hacer, fruto de un tenis nuevamente vigente y efectivo, con arrebatos de campeona.
Lo que va sucediendo a continuación no reviste demasiada gravedad. Williams pierde el servicio, y se deja llevar en algunos momentos inmediatamente posteriores, lo que abre una pequeña oportunidad por donde se cuela Karolina, que va creyendo poco a poco. Es con 5-3 donde todo da un vuelco, porque la grada abre bien los ojos, Pliskova manda el primer alarido importante y cuando tiene servicio, salva los muebles de manera impresionante. Williams llega a tener otros tres matchpoints a favor en el décimo juego del tercer set, con 5-4, pero Pliskova saca a relucir saque y drive para terminar cerrando con un revés cruzado demoledor lo que sería una remontada tremenda, coronada en los dos siguientes juegos.
Tras las finales de Wimbledon y US Open, Serena Williams se marcha presa de las lágrimas en el túnel de vestuarios. Sin apenas competir en las dos finales anteriores, el revés que encaja en Melbourne es también, más todavía si cabe, muy severo. Pliskova, que sueña con ser número 1 el próximo lunes, y poder levantar su primer grande, ha obrado el milagro de su carrera, uno de los más grandes de los últios años por escenario y rival.
#AusOpen | Llora Serena mientras abandona la Rod Laver Arena después de perder uno partido que tenía completamente atado. Seis juegos consecutivos de Pliskova en el tercer set mantendrán a Williams con 'solo' 23 Grand Slams pic.twitter.com/KEDmtK4kXj
— Fernando Murciego (@fermurciego) 23 de enero de 2019