Riccardo Piatti, una absoluta garantía

Repasamos la trayectoria de uno de los mejores entrenadores de la última década, el italiano Riccardo Piatti, técnico de Ljubicic, Gasquet y de Raonic en la actualidad

De entre todos los galardones ATP, quizás se echa en falta alguno dedicado al trabajo de los profesionales que desde el banquillo logran ayudar y mejorar el rendimiento técnico, táctico y físico de los tenistas. Múltiples ex-jugadores o formadores que atesoran un enorme bagaje como entrenadores y que logran resultados tan notables como el que ha alcanzado Riccardo Piatti con Milos Raonic.

A sus 56 años, Piatti lleva toda una vida ligada al tenis. Ex-jugador en los años 80, ha trabajado/colaborado para academias locales y extranjeras, y su experiencia ha servido para asesorar y mejorar a jugadores de la máxima élite, consolidando un talento para matizar y hacer avanzar los diferentes retos, por distintos que hayan sido, a los que se ha enfrentado.

El más desconocido, más a nivel formativo/empujón de acceso al circuito, fue su experiencia con Novak Djokovic. El numero 1 del mundo fue entrenado por Piatti durante 2004 y parte de 2005, cuando el balcánico contaba con 17 y 18 años. Piatti reconoció estar ante un fenómeno del tenis, al que le auguraba un futuro esplendoroso, por su talento natural, su innata competitividad y su equilibrado carácter derivado de su fantástico entorno familiar.



"Cuando trabajamos juntos, siempre supe que sería número 1 del mundo y que llegaría a ser tan bueno como Federer y Nadal. Tenía esa determinación y ese deseo de llegar a ser el mejor. Y trabajaba muy duro. Era puro inconformismo, a pesar de lo que costó llegar". Palabras de Piatti en mitad de la racha que llevó al serbio a la cima, durante 2011.

Tras él, tomó las riendas de la carrera de Ivan Ljubicic, con el que ya había trabajado en su formación, en 1997. El croata alcanzó el número 3 del mundo en mayo de 2006, y su juego experimentó un cambio en solidez en los partidos, mentalidad a lo largo de todo el año y una potencia que elevó el estatus de Ljubicic sobremanera, logrando enormes resultados en todas las superficies.

Tras varios años con el croata, Piatti cogió inercia como 'coach' a tener muy en cuenta y fue requerido por la gran esperanza francesa, Richard Gasquets, con el que comenzó a trabajar a principios de 2011. Su trabajo terminó dando frutos en 2013, logrando una estabilidad emocional y un fuelle físico tremendo, para llevar a Gasquet a las World Tour Finals de la temporada pasada. El reto parecía dificilísimo, pues el espíritu cansado de Gasquet se empeñaba en demostrar que el conformismo y la irregularidad se imponían a la inspiración de alguien considerado como genio precoz en su adolescencia. Hay que puntualizar que en esta tarea fue acompañado por Sebastian Grosjean y Paul Quetin, equipo de trabajo de Richard.

Y hasta hoy. Desde febrero de este curso, Piatti se unió a Ljubicic para comandar el camino de Raonic, quien ya había experimentado grandes progresos con Galo Blanco. El reto entre Ljubicic, Gasquet y Raonic era bien distinto. Las necesidades eran otras, las edades distintas y el potencial técnico y móvil, también.

El canadiense tenía una cuenta pendiente cuando llegó al top-100 del circuito, y que mejoró con Galo: su rendimiento en arcilla. Le costaba muchísimo moverse, deslizar, trabajar los puntos largos y lograr una resistencia física y mental para no quedar partido a mitad de los encuentros. Con Piatti, la mejoría a nivel técnico ha sido sorprendente.

Raonic no es un jugador que destaque por su naturalidad y destreza en los golpes. Sus palancas no so demasiado gráciles y el equilibrio entre control y velocidad no estaba bien ajustado. Su velocidad media para los intercambios más largos, así como su mejora para llegar antes a la pelota a la hora de crear golpes ganadores es una obviedad. El trabajo es tremendo y merece todo el reconocimiento.

No habrá muchos casos en los que un mismo entrenador haya logrado que tres de sus pupilos lleguen a la Copa de Maestros. Y Piatti tiene el honor de haber sido artífice o co-artífice de estas transformaciones. Un entrenador que garantiza el éxito.

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