Un sueño que comenzó en una caravana

El jamaicano Dustin Brown será el primer rival de Nadal en Halle. Un hombre que tiene en una caravana, la clave de su vida dentro del tenis

Jose Morón | 12 Jun 2014 | 11.32
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En Puntodebreak encontrarás toda la actualidad y noticias de tenis, así como fotos de tenistas e información de los torneos ATP y WTA como los Grand Slam y Copa Davis.
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Dustin Brown nació hace 29 años en Celle, Alemania, hijo de padre jamaicano y madre alemana. Vio como con sólo 11 años tuvo que emigrar hacia Jamaica con sus padres. Allí comenzó a dar sus primeros golpes con una raqueta mientras sus progenitores trabajaban en una oficina de turismo. Fue entonces donde se empezó a forjar la historia de este peculiar tenista, con más aspecto de cantante de reggae que de otra cosa. Esta es la historia de Brown, el primer rival de Nadal en Halle.

Allá por 2004, cuando Dustin cumplió los 20 años, él sabía perfectamente que quería dedicarse a esto del tenis. Llevaba nueve años practicando su pasión y quería dar el paso adelante para viajar a Europa y competir contra los más grandes. Su familia, aunque proveía como para que no faltara nunca un plato encima de la mesa, no podía permitirse los altos costes que se requiere para financiar los comienzos de un chico en el mundo del tenis.

Inge Brown, su madre, intentó hablar con la Federación Jamaicana de tenis para conseguir apoyo económico para su hijo, pero recibió un no por respuesta. En un país no excesivamente boyante en lo económico y con poca tradición en el mundo del tenis, no había dinero para ayudar a un chico que tenía la ilusión de entrar alguna vez dentro del top 100. Es entonces cuando Inge, esa noche, cogió una cerveza del frigo, se bajó a la playa, se sentó en la orilla y mientras le daba un sorbo mirando al oceano, le vino la solución a su cabeza: una caravana.

"Quizás Dios me dijo que la solución para todo era una caravana, no lo sé. Pero la idea vino a mi cabeza como obra de algo divino", comenta Inge, recordando la historia. Dustin accedió, "era mi única oportunidad de poder dedicarme a lo que me gusta", declara él.

Los padres compraron la caravana, una Volkswagen a la que no le faltaba detalle. Tenía cocina, baño y tres camas, una para cada uno de ellos. Brown decoró el interior para hacerlo más cálido, poniendo pósters en las paredes y haciéndose un pequeño rinconcito donde podía conectarse a internet con su pc y donde metió una máquina para encordarse sus propias raquetas. Sólo faltaba el toque final: la matrícula. Con bandera alemana, la matrícula rezaba "CE DI 100", CE por el sitio donde nació, Celle. DI por Dustin e Inge y 100 por el ranking que quería lograr. El viaje, había comenzado.

Brown y su familia volvieron a Alemania, e intentaron jugar el máximo número de torneos en el mismo lugar, para abaratar los gastos. Unos meses los pasaban allí en Alemania, otros se iban para Italia, en definitiva, completando diferentes giras que no siempre salían lo bien que podrían esperar. Sus ingresos dependían principalmente de lo que Dustin lograba en los torneos y apenas daba para pagar el gas y un poco de comida. "A veces llegaba a cocinar pasta durante todo un mes seguido", confiesa. Brown jugaba con la motivación de hacerlo bien en un torneo y poder llevar a sus padres a comer a un restaurante.

Y así, durante cinco largos años, Dustin viajó con su caravana, acompañado de sus padres, luchando en torneos cada cual peor donde apenas podía sobrevivir. Brown admite que muchas noches llegó a plantearse el abandonar. "Pasaba muchas noches en mi cama pensando si esto cambiaría un día. Durante cinco años seguí y seguí y nunca paré de luchar creyendo que algún día, todo podía cambiar". Y cambió.

En 2009 Dustin completa cuatro grandes challengers donde alcanza la final y eso le impulsa en el ranking. Su lucha comenzó a tener recompensa, se colaba por primera vez dentro del top 100 un 17 de mayo de 2010 después de completar otro par de buenos torneos donde llegó a participar por primera vez en Wimbledon con ranking directo, donde cayó derrotado en primera ronda ante Melzer. Es aquí donde Brown se nacionaliza alemán y se ve beneficiado por la ayuda de la Federación Alemana que contribuye económicamente a sus gastos y le ponen un entrenador por primera vez en su carrera, el americano Kim Wittenberg. "Todo lo que sé ahora, lo aprendí de él", cuenta feliz.

Y es que después de todo lo que batalló durante esos cinco años en los que apenas tenían para comer, pasando frío y sin apenas poder entrenar, Dustin Brown pudo conseguir su sueño. Conforme más torneos iba jugando, su juego iba mejorando, llegando a tercera ronda el año pasado en Wimbledon sobre la superficie que mejor se adapta a su juego de saque y volea. Es en este 2014 donde el jamaicano está completando su mejor temporada a sus 29 años, donde ha llegado al puesto más alto en su clasificación histórica, el 82º. Hoy, se enfrentará en segunda ronda de Halle ante el número 1, Rafael Nadal, por primera vez en su carrera, algo impensable 10 años atrás cuando se embarcó en un viaje incierto en una caravana cargada de ilusiones. Y lo verán con un símbolo de distinción: sus cordones. Amarillo en una zapatilla y naranja en la otra. Llamadlo superstición o como queráis, pero Brown no salta a una pista de tenis sin ellos, con los que cree que le dan el poder necesario para ganar a cualquiera.

Hoy, Dustin y sus padres echan la vista atrás y sonríen con la satisfacción de alguien que ha luchado mucho para llegar donde quería. "Cuando miramos a la caravana, pensamos que cualquier cosa es posible", comentan. Porque a veces, perseguir tus sueños, tiene recompensa.