
El Masters 1000 de Miami conseguido por John Isner en 2018 es el mayor logro de un jugador marcado por su vertical, culpable de uno de los mejores saques de todos los tiempos. Ese trofeo ha puesto, hasta el momento, la guinda a una carrera de la que cabe extraerse una posible lectura, no vinculante para según quien la tome, a la hora de elegir: ¿potenciar tus virtudes o mejorar tus defectos? Isner no parece haber tenido dudas.
A sus 33 años, John Isner ha terminado por primera vez entre los diez mejores jugadores del mundo. Y a tenor de lo visto en su juego, cuyo arsenal técnico y físico no es especialmente virtuoso, sin demasiadas posibilidades para poder golpear en movimiento ni para progresar unos golpes de base que le impiden rendir cuando el intercambio ha pasado cuatro o cinco veces la red, hay una faceta que sigue mejorando con los años, porque cuando John ha de moverse, su competitividad se reduce exponencialmente.
Una vez definió todo su juego en base a un golpe tan increíblemente determinante, cabe uno pensar que enfocarse en las demás áreas facilitaría pulir su juego, asegurándose tener siempre en su servicio un arma de 'destrucción masiva'. Con semejante 'compañero' de su lado, Isner se ha garantizado un lugar entre los 20 mejores con continuidad (2009-2018), pero no por ello decidió olvidarse de seguir perfeccionando un golpe tan demoledor en su esencia. El saque de Isner era mejorable.
Eso es lo que debió entender el de Greensboro, viendo lo que reflejan los datos estadísticos de su mejor golpe en los últimos diez años, pues la diferencia, sorprendentemente, es importantísima. A su madurez y experiencia, que le ha permitido manejar mejor situaciones concretas en lo competitivo, Isner ha progresado, como ningún otro, su servicio. Su saque no para de rendir cuentas.
Y lo ha hecho en 2018, siendo esta temporada la segunda, por detrás de 2015, que más aces totales realizó, con 1213, liderando la estadística por tercer año consecutivo. Su servicio, además, no baja de los 1000 saques directo por temporada en las últimas cuatro campañas, cuando estuvo por debajo de esa cifra en los tres años anteriores (2014, 2013, 2012). Y es precisamente ese progreso, metido en los 30 años, lo que llama poderosamente la atención. Habiendo perdido la potencia muscular que la plenitud física ofrece, la técnica y la experiencia, mejoradas año tras año, han posibilitado aumentar considerablemente cómo su número de aces. Un saque que parecía perfecto no para de evolucionar.
Promedio de aces por partido:
2018 = 22.5
2017 = 19.7
2016 = 23.2
2015 = 18.5
2014 = 17.4
2013 = 16.3
2012 = 16.8
2011 = 14.7
2010 = 17.5
2009 = 14.5