
Naomi Osaka accedió por primera vez a una final de Grand Slam a sus 20 años al derrotar a Madison Keys por 6-2, 6-4 en hora y 26 minutos de juego. En la final del sábado, se enfrentará en una apasionante final a Serena Williams.
Inicio con muy poco ritmo. Apenas había más de tres intercambios entre ambas y sus primeros turnos de servicio, no corrieron peligro. Aun así, la primera en tener una grandiosa oportunidad de abrir diferencias en una cita tan importante fue la estadounidense teniendo en el cuarto juego un 0-40 favorable. Naomi, remó para sacar adelante ese duro juego y valerse de confianza para que al resto fuera ella quién se llevara el primer break del partido con 3-2.
A partir de entonces, todos los juegos fueron para la japonesa. Fue más solvente que una Madison sin poder cosechar las seis bolas de break que tuvo durante la manga. Le nublaron la visión y cometió enésimos errores no forzados. El último turno fue competido pero dos puntos largos cayeron de la manao de Osaka y fueron clave para que pudiera alzar el puño con mirada desafiante hacia su banquillo consiguiendo estar más cerca de su sueño.
La japonesa continuó caminando por delante al romper en el primer juego. Después, en casi 14 minutos de juego, logró el 0-2 teniendo que levantar seis bolas de break ante una Madison que continuaba sin poder quebrar. Aun así, era la mujer que mejores golpes estaba realizando aunque los errores también la estaban poniendo a prueba. Es decir, se notaba en una posición muy intermitente consigo misma. Naomi, por su parte, en los momentos más importantes sacaba su mejor carácter pese a ser tan joven y compuesta de menos experiencia.
El nivel de Madison había aumentado mucho pero la sangre fría que estaba mostrando la japonesa estaba siendo aplaudible. Parecía que había pasado muchísimas batallas de este tipo y pese a tener a su oponente muy cerca, mentalmente no decayó y con su servicio, a la primera bola que tuvo pudo cerrar el envite.