
Los conceptos garra y coraje podrían incluir en el diccionario una acepción que remitiera a Sara Errani. La italiana es una de las jugadoras más rocosas de la historia, capaz de suplir su falta de estatura y capacidad para encontrar golpes ganadores, con una solidez cercana a lo inhumano. La que fuera finalista de Roland Garros en 2012, parece dispuesta a hacer sustanciales cambios en su tenis para poder legitimarse en el circuito como una jugadora de referencia.
En 2016 caminó por un desierto en cuanto a buenas sensaciones, reduciéndose sus alegrías al título cosechado en Dubai y las semifinales en Charleston. En ningún otro torneo, la de Bolonia ganó más de dos partidos consecutivos. Su juego fue demasiado pasivo, no tuvo las piernas requeridas para contraatacar y tan solo funcionó su mentalidad batalladora. Eso es lo que llevó a Sara Errani a tomar decisiones, como salir de su zona de confort, decidiendo abandonar a su entrenador de toda la vida, Pablo Lozano, para fichar a Wim Fissette.
"No fue nada fácil separarme de Pablo. Los primeros días le llamaba porque estaba como perdida, pero él me dijo que tuviera paciencia y que poco a poco me encontraría mejor en mi nueva situación", señaló la italiana en una entrevista concedida a Supertennis, haciendo gala de una gran sinceridad. "Ahora me estoy encontrando bien, quiero prepararme bien físicamente y quizá los primeros torneos no sean perfectos pero voy a trabajar duro", dijo una Errani aún algo renqueante de una lesión en su muslo izquierdo.
Errani es uno de los buques insignia del tenis italiano y se refirió a la reciente designación de Tathiana Garbin como sucesora de Barazzutti en la capitanía del equipo de Copa Federación. "Estoy muy contenta de que sea la sustituta de Corrado, que ha hecho un gran trabajo. Siempre me he sentido muy cómoda con ella", señaló una Errani que parece que continuará siendo una habitual en las eliminatoria de esta competición.
Cuestionada sobre su talón de Aquiles, el saque, Errani se mostró motivada para revertir la situación. "Sé perfectamente que debo mejorarlo y estamos cambiando algunas cosas en la técnica. Obviamente un cambio radical con 29 años no será fácil, pero estamos trabajando duro y arriesgándonos a cambiar cosas para intentar no ir tan a remolque", declaró una mujer que demuestra estar dispuesta a seguir mejorando. "Estoy dispuesta a hacer un esfuerzo y renunciar a cosas por centrarme aún más en el juego".
"Sigo divirtiéndome mucho jugando al tenis, y mientras eso ocurra seguiré en las pistas", dijo Sara, deshechando cualquier atisbo de retirada prematura. Además, preguntada por sus mejores amigas en el circuito, Errani recurrió al grupo de españolas, con el que parece sentirse muy cómoda y más teniendo en cuenta su castellano fluido. "Me llevo genial con todas las españolas, sobre todo con Carla Suárez, Lourdes Domínguez, Arantxa Parra. Soy una persona con carácter pero aunque me pueda enfadar, sé que soy una persona afortunada", terminó señalando la brava italiana.
Situada en el puesto 49 del ránking WTA, Errani quiere volver a jugar al nivel que la catapultó a la élite e hizo que no solo desplegara su mejor tenis sobre tierra batida, sino también en superficie dura, como demuestra el hecho de haber sido semifinalista del US Open en 2012 y cuartofinalista del Open de Australia el mismo año. Lo consiga o no, lo que está claro es que Errani se dejará la piel por intentarlo y no será una rival sencilla para ninguna jugadora del circuito.