
Nicolay Davydenko no ha podido levantar un título después de alcanzar una final 20 meses después. El ruso sigue sin ver la luz y ha dejado escapar también la oportunidad de convertirse en cabeza de serie de cara al próximo Open de Australia.
Doha era el lugar indicado para poner fin a la sequia de 20 meses sin lograr títulos de Nicolay Davidenko. Campeón en 2010 tras dejar por el camino a Rafa Nadal y Roger Federer y finalista un año después en el mismo evento eliminando también de forma contundente al balear, el ruso partía a pesar de su puesto 44 como claro favorito para lograr uno de los primeros torneos en juego de la temporada en la final contra Richard Gasquet.
Fino como en sus buenos tiempos, con el revés a dos manos a pleno funcionamiento abriendo ángulos y combinando colocación con potencial más un sutil cortado, por primera vez en dos años el ruso había conseguido ganar a un Top 10 (Nadal en este mismo escenario fue el último en 2010), o mejor dicho Top 5 con David Ferrer con relativa facilidad. Mikhail Youzhny, Simone Bolelli o Victor Hanescu habían sido presas con cierta comodidad previamente, y tampoco Gasquet parecía obstáculo mayor con set de ventaja y 4-2 en el segundo set.
Sin embargo, cuando el viento sopló a su favor, el ruso falló y mostró sus sombras, esas que le han acompañado en los últimos tiempos y que le han hecho descender de forma clamorosa hasta el puesto 44 del ranking.
Fantasmas que mostraron a un tenista erróneo, con ciertos problemas físicos (pidió un tiempo médico que duró ocho minutos en el comienzo de la tercera manga) y algo falto de confianza y paciencia, esa que ha echado de menos en las dos últimas temporadas.
Fue así, como se le escapó el título, algo más que un nuevo trofeo (el que hubiera sido el 22º de su vida deportiva) y la posibilidad de levantar el vuelo a una carrera que se apaga poco a poco como él mismo reveló cuando nació su hija, en el pasado mes de abril.
Consecuencias de su derrota
La derrota de Nicolay Davydenko supone un auténtico mazazo para el ruso. Además, de no poder alzar la copa de campeón (cosa que no hace desde mayo 2011 en el torneo de Múnich), el varapalo le supone no poder meterse entre los 32 cabezas de serie, lo que le significará tener que enfrentarse a alguno de éstos en las dos primeras rondas, con el peligro que ello conlleva.
Si bien es cierto que en el Open de Australia nunca ha superado la barrera de cuartos de final -ronda a la que sí ha llegado en cuatro ocasiones-, con 31 años (32 cumplirá en 2013), la de ésta podía ser una de las últimas oportunidades de brillar en un grande, máximo a tenor del juego exhibido en los últimos días.
Ahora, todo será bien diferente, pues en primer lugar, deberá reponerse anímicamente del golpe moral, y después recuperar las sensaciones mostradas especialmente en su partido contra David Ferrer. Juego y talento tiene, pero dudas y sombras, también, como ha quedado demostrado en los momentos cruciales de su final contra Gasquet.