Carlos Boluda anuncia su retirada: “Es una liberación”

El alicantino cuelga la raqueta con tan solo 27 años y abre una nueva etapa como entrenador de Núria Parrizas. “En mi carrera me han ayudado muy poco”.

Fernando Murciego | 2 Jan 2021 | 13.00
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Carlos Boluda se retira del tenis. Fuente: Getty
Carlos Boluda se retira del tenis. Fuente: Getty

Dicen que la retirada es el partido más difícil de jugar para un tenista profesional. Sin embargo, hablando con Carlos Boluda (Alicante, 1993) da la sensación que ese partido era una victoria segura, casi una salvación. Con tan solo 27 años el español ha decidido bajar los brazos después de una década persiguiendo un sueño, buscando un ascenso en la clasificación que acompañara el gran rendimiento que tuvo siendo un niño. Luego el niño se hizo adulto y descubrió un mundo muy diferente al que soñó, un camino lleno de trampas donde no todos estuvieron ahí para ayudarle.

Boluda cuelga la raqueta tras una temporada donde llegó a perder lo más importante: la ilusión por lo que hacía. El destino, pese a todo, le tenía preparada una nueva aventura al girar la esquina. En 2021 no le veremos en pista, pero sí en los banquillos, desarrollando por primera vez la labor de entrenador con Núria Parrizas, que también es su pareja. Un cambio de dirección radical pero con el tenis todavía como principal motor del viaje. Para explicarlo con más detalle, Carlos atiende a Punto de Break en nuestra primera entrevista de 2021.

¿Te puedo llamar ex jugador?

Sí, lo puedes decir (risas). Es oficial, no creo que vuelva.

¿No te guardas ni una mínima posibilidad?

(Piensa) No, porque si volviera tendría que ser en pocos meses y no creo que eso pueda pasar. Luego todo se alarga y y se complica, así que no creo que vuelva. Me gusta mucho el tenis, eso no ha cambiado, pero no quiero volver otra vez a los Futures.

¿En qué momento tomas la decisión?

Hace mes y medio. Llevo arrastrando estas dudas durante mucho tiempo, pasándolo mal, hasta llegar al punto de no reconocerme. Haber dado este paso ha supuesto una liberación. Lo bueno es que he cambiado el chip muy rápido.

En 2021 te veremos entrenando a Núria, ¿que tal lleva ella el cambio?

Ella siempre ha ido muy sola por el circuito, así que me propuse ayudarle. Si uno de los dos tenía que ayudar a alguien, quería ser yo el que ayudara, además ella confía mucho en mí. Siempre me ha gustado ayudar a la gente, pero antes no podía porque quería seguir jugando. Ahora sí que puedo, así que no hay tiempo que perder, mucho menos con las edades que tenemos. Igual dentro un año ya no hay vuelta atrás.

Dices que te gusta ayudar a la gente. ¿A ti te han ayudado?

Muy poco. Poquísimo. Cada año que pasaba en mi carrera tenística tenía una persona menos a mi lado. Yo siempre he sido muy sincero, si alguien me pregunta intentaré ayudarle, aunque tenga que decirle cosas que no quiera escuchar. Pues yo esa ayuda, en estos últimos años, no la he tenido por ningún lado. Mi familia sí ha estado ahí, pero ellos no vienen del mundo del tenis y no pueden guiarme en ese sentido, bastante me han ayudado ya.

¿Qué dijeron tus padres cuando les diste la noticia?

Mi madre no quería verme sufrir más, así que lo aceptó con una sonrisa, es la primera vez que me ha dicho: "Carlos, déjalo”. Me costó mucho escuchar eso, la verdad. A mi padre le costó más, sobre todo el primer día, me dijo que me diera una última oportunidad. Al final es mi vida y lo tiene que entender, ahora me ve tranquilo y feliz, así que está bien.

¿Se puede estar quemado con 27 años?

Quemado no estoy, una persona quemada es una persona que no quiere ni entrenar. Yo ahora mismo podría entrenar ocho horas seguidas. Mira, en esta última semana en Túnez acompañando a Núria, te aseguro que fui la persona que más entrenó de todo el cuadro. No es que se me hayan quitado las ganas, el problema estaba en cómo afrontaba la competición y que ya no podía confiar en nadie para que me ayudara. Solo hay una persona que ahora mismo podría ayudarme y estoy seguro de que con él volvería a mi mejor ranking, incluso lo mejoraría. Esa persona es Óscar Burrieza. El resto de opciones serían todo pruebas, volver a invertir dinero y ver qué pasa.

Entiendo que la economía también ha tenido peso en tu decisión.

Toda mi vida he invertido dinero en tenis, creo que es como se debe hacer, pero llega un momento donde ya no salen las cuentas. A mí el corazón me puede pedir jugar al tenis, pero la cartera no piensa lo mismo. He sido muy sincero con mis padres y conmigo mismo también, sé que mi mejor ranking ha sido 254º, sé lo que es disputar el circuito Challenger y ver que me faltaban cosas. Lo que sí te puedo decir es que estando 254º del mundo yo no ganaba dinero, pero nunca jugué al tenis pensando el dinero. Pero claro, en enero cumplo 28 años, si voy a seguir sin ganar un euro… no sé si me compensa todo el sacrifico.

El que no arriesga…

En la vida nunca se sabe. Por ejemplo, para 2021 ya tenía apalabrado a un nuevo entrenador, íbamos a empezar a trabajar en diciembre, pero no acababa de verlo claro. Este año, además, he tenido pensamientos que nunca antes había tenido, llegar a los torneos y preguntarme: “¿Qué hago aquí?”. Físicamente estoy en mi mejor momento y de nivel de tenis quizá le esté pegando a la bola más limpio que nunca, pero cuando se pierde esa fortaleza mental es el final. Durante toda mi vida he tenido esas ganas de comerme el mundo, de ir donde hiciera falta, pero ahora ya se me hace todo muy cuesta arriba.

¿Has llegado a sufrir mucho con el tenis?

En febrero de 2019 recuerdo que lo pasé fatal. Me tuvo que ayudar una psicóloga, pero no deportiva, una psicóloga de la vida. Quizá por toda la presión que había tenido en mi carrera, las lesiones, todos los que me daban por acabado, el esfuerzo que hice para llegar a estar 254º, ver que la gente no confiaba en mí… se me juntaron todas esas cosas y colapsé, no tenía ganas de nada, ni de salir de casa. Pero me vino bien.

Los continuos cambios de entrenador tampoco ayudaron.

¿Sabes qué pasa? Hoy en día todo se basa en dinero, se ha olvidado aquello de confiar en el jugador, de coger la maleta, viajar y ver dónde llegamos. Dejar el dinero en un segundo lugar. La gente piensa que 1.200€ se sacan de debajo de las piedras, que te salen del bolsillo cada día. Por ese dinero ahora mismo ya solo te hacen 10-12 semanitas. El problema era que mi cabeza pensaba en grande, siempre he sido muy exigente, pero luego estaba la otra parte, que no soy rico. Si en estas condiciones no encuentras a esa persona que confíe en ti, todo se vuelve más difícil.

Ahora que has colgado la raqueta, ¿no sientes que dejas una cuenta pendiente?

Creo que no. Llegar al 254º del mundo es un buen ranking, si lo hubiera dejado en 400º sí que me iría con una espinita. Ahora mismo, por mucho que lo intentara, no te aseguro que pudiera mejorar ese ranking. Sé que haciendo las cosas bien puedo estar 300º o 260º, de eso no tengo dudas, pero para llegar al lugar que quiero estar tendría que recuperar muchas cosas y mejorar otras. Es un sacrificio muy grande que estaría encantado de hacer, pero sin esa persona al lado en la que confiar se me hace imposible.

¿“El lugar que quiero estar” es el top100?

No, no hace falta. Me valdría con moverme en el circuito Challenger, sintiéndome tenista. El mundo de los Futures cada vez está peor, cada vez te tratan peor, miran muy poco por el jugador. No te sientes tenista, te sientes una mierda. El ranking es una consecuencia, son números, igual estoy 240º y me siento muy tenista. Mi objetivo era recorrer el circuito Challenger, subir a jugar algún ATP, bajar otra vez a los Challenger, moverme por ahí. Si eres top100 todo es muy bonito, pero no todos llegan.

Imagina un gráfica de responsabilidades. ¿Cómo repartirías los porcentajes que te han impedido dar el salto?

(Piensa) Un 70% a mi entorno, sobre todo a un manager que tuve, esa persona ha sido lo peor que me ha podido pasar. Luego le pondría un 15% a las lesiones y un 15% a mí mismo. Yo también he tenido mucha culpa, pero es que mi entorno fue horrible.

¿Cómo puede afectar el entorno a tu juego dentro de la pista?

Muy fácil. La persona que tengas a tu lado a diario es el jefe, en este caso el entrenador. Yo obedecía a todo lo que me decían, aunque muchas veces no fuera el camino adecuado. Siempre he sido una persona con muchas ganas de aprender, a todas las edades he aprendido cosas, desde pequeño. Si a mí me llegaban y me hacían cambiar algo, pues obedecía, aunque el cambio no fuera para bien. Cuando el entorno quiere inventar contigo, hacer cosas equivocadas y tú les haces caso, luego existe el riesgo de que las cosas empiecen a ir mal. Al principio todo era muy sencillo, habiendo dinero yo tenía que pagar aquí, allí y allá; cuando no lo hubo, nadie vino a ayudarme, solamente mi familia y los pocos amigos que he tenido.

Pero no siempre estuviste mal rodeado.

Cuando me han entrenado bien, sin inventar nada, las cosas fueron bien. En la Academia de Juan Carlos Ferrero nunca inventaron nada, solo se dedicaron a entrenarme cada día y a potenciar lo que yo tenía. En su día, Pedro Rico también trabajó de esa manera. Por supuesto, lo que hizo conmigo Óscar Burrieza fue algo increíble, no creo que ningún otro hubiera logrado algo así.

Quizá 2021 era el momento de volar en solitario.

Podría ser, pero es que no soy un perfil de jugador que pueda tirar hacia delante en solitario, siempre he creído mucho en el equipo. En ese sentido me falta ser un poco más egoísta, me cuesta mucho.

Algunos entrenadores han señalado tu estatura (1’74m) como el mayor de tus obstáculos.

Seguro que en su día pude tener mis limitaciones, pero yo he jugado muy bien midiendo 1’74m. Por cómo es el tenis en estos momentos, quizá pueda tenerlo más difícil que el resto, pero nunca se sabe. Cuando tenía 16 años no lo sentía como un hándicap, pero el tenis ha cambiado mucho. Ahora apenas entra en juego la táctica, hay que atacar antes que el otro, parece que siempre gana el que tira más fuerte, excepto los tres de arriba que hacen todo bien y son de otro planeta. Yo me siento orgulloso de mi carrera, de haber llegado a ser 254º, lo que sí me hubiera encantado saber es qué habría pasado de no tener aquella lesión con 18 años, eso me cambió todo.

Hablemos de la persona que te lo ha cambiado todo en 2020: Núria Parrizas.

Pues nos conocíamos desde pequeños, pero nunca habíamos hablado (risas). De repente conectamos, nos empezamos a conocer y así empezó todo. Durante el confinamiento empezamos a entrenar juntos y yo le hacía de entrenador, le dije de venirse a Alicante para empezar un nuevo proyecto con los entrenadores de Nadia Podoroska, un plan que le pareció bien. Empezaron ese proyecto, trabajaron durante dos semanas y la verdad es que estaba muy contenta, hasta que un día le planteé ser yo mismo su entrenador. Ahí se le iluminó la cara.

Dicen que no es bueno juntar lo personal con lo profesional…

Eso lo hablamos desde un principio, a mí me gusta ser muy profesional. Le dije que iba a ser duro, exigente, me gustan las cosas bien hechas, así que fui franco con ella. “Para estar donde quieres estar tienes que dar más, tienes que entrenar más”. Núria ha llegado a ser 196º del mundo ella sola, pero si quiere dar el siguiente salto necesita una serie de cosas. La vida que hemos elegido es una vida que exige sacrificios, mucho más en las edades que nos movemos. Ella confía en mí y yo sé que puede estar mucho más arriba, así que vamos a intentarlo.

¿Cómo te sientes en este nuevo rol?

Hombre, es pronto para decir si puedo ser un buen entrenador, pero sé que para ella sí lo soy. La conozco a la perfección, sé lo que piensa, lo que le viene bien y lo que le viene mal. Cuando conectas así con tu entrenador es lo mejor que hay. Con una mirada nos entendemos, siento que esto funciona, es lo que siempre quise tener yo con mi entrenador. Ella estaba acostumbrada a hacerlo todo en solitario, así que todavía se está adaptando. En el primer torneo le costó un poco, pero en este segundo lo he disfrutado mucho más, y no solo porque ganara el título.

Tiene ahora 29 años, ¿es tarde para alcanzar el top100?

No me gusta hablar de números, pero sé que tiene potencial para estar ahí. Lo que más nos está costando es el servicio, aunque lo está mejorando. Con la movilidad también tiene margen de evolución, pero Núria tiene una cosa muy buena y es que mejora muy rápido. En cada cosa que nos centramos, si le metemos horas diarias, lo mejora enseguida. Ahora quiero verla en torneos grandes para saber dónde está con respecto a otras chicas, aunque el nivel sé que lo tiene. De momento estamos ordenando mucho su juego, si a esto le sumamos la pegada que tiene, no tengo dudas en que el salto que puede dar es bastante grande.

¿Te imaginabas una transición tan rápida?

Es una apuesta que me he marcado, cada día noto que voy aprendiendo cosas, tampoco se me caen los anillos por preguntar. Hace tiempo dije que si dejaba de jugar a tenis y me ponía a entrenar sería para entrenarla a ella, solo a ella. Mucha gente me decía que podría llegar a ser un buen entrenador, que sabía mucho de tenis pero, antes de conocerla a ella, lo que hubiera deseado era tener otra cosa, haber estudiado una carrera, dejar el tenis y tener la opción de ejercer otro oficio. No me veía siendo entrenador, pero fue conocerla a ella y todo cambió. El chip me ha cambiado muy rápido, y me ha cambiado para bien.

Quizá lo que no conseguiste como jugador lo disfrutes ahora como entrenador.

No es lo mismo, y el que te diga que sí te está mintiendo. Cuando eres jugador no te das cuenta de nada, ganas tú y pierdes tú, todo está enfocado en ti, así que te dan igual las otras personas. El jugador tiende a ser un poco egoísta, esto era lo que más miedo me daba. '¿Me alegraré ahora de las victorias?'. Pues sí, me estoy alegrando muchísimo, sobre todo por ver cómo está trabajando y evolucionando Núria cada día. Me encanta ayudar a las personas y ella en ese sentido es súper agradecida. Yo cuando tenía 16 años no era nada agradecido.

¿Qué aprendizaje para la vida te deja tu carrera deportiva?

Me ha hecho más fuerte y me ha hecho mejor persona. Siempre he sido una persona humilde, cuando ganaba y cuando no, pero muchas veces no apreciamos lo que tenemos hasta que te vienen mal dadas. Recuerdo con 17 años tener unos hábitos muy malos. Si me daban mucha ropa era lo normal; si me daban muchas raquetas, podía permitirme el lujo de romper alguna, no pasaba nada. Llegas a no apreciar lo que tienes. Los palos que me ha dado la vida me han hecho ser mejor y me ha ayudado a seleccionar mejor a las personas que están a mi lado, aunque me haya vuelto más desconfiado. Ahora que he dejado de jugar por fin me he liberado del qué dirán, que digan lo que quieran.

De todo lo que tuviste que leer, ¿qué fue lo peor?

Me molestaba muchísimo cuando me nombraban como “Carlos Boluda, el jugador que fue”. ¡Pero si todavía estaba jugando! Se hablaba de mí como el tenista que pudo haber sido, repitiendo una y otra vez el daño que hacen las comparaciones. Ahora ya se puede hablar de todo eso, ahora sí.

¿Te preocupa quedarte con esa etiqueta?

Nada, cero. Cuando estaba jugando, en épocas donde me sentía más solo, sí que me preocupaba, sé que me ha perjudicado mucho. Por suerte, ahora ya no me afecta, estoy muy tranquilo.

De no haber existido una figura como la de Rafa Nadal y todas esas comparaciones, ¿piensas que te hubiera ido mejor?

(Piensa) No lo sé. En mi caso, creo que lo que más me perjudicó fue mi entorno, aunque seguro que no habrían existido esas comparaciones. Pero bueno, España es un país que cuando un deportista hace algo bien se le destaca mucho, así que me hubieran comparado con otro. A lo mejor no hubiera tenido tanta presión, pero creo que no hubiera cambiado nada. Lo que más influyó en mi carrera fueron las malas decisiones que se fueron tomando. Supongo que al final se me hubiera presionado de otra manera.

Imagina que estuvieran aquí delante todas esas personas que dicen que Carlos Alcaraz es el nuevo Rafa Nadal. ¿Qué les dirías?

Como Nadal no va a haber nadie, eso para empezar. De Alcaraz lo que te puedo decir es que tiene un entorno muy bueno, Juan Carlos Ferrero es un 10 como persona y como profesional, pero hay una anécdota con la que lo vas a entender rápido. La primera vez que yo hablé con Alcaraz fue en 2018, cuando los dos entrenábamos en la Academia. Él tenía 15 años pero ya tenía muchos focos encima y esa semana perdió en segunda ronda del ITF Junior que se disputaba allí. Después de ese partido me lo encontré en el vestuario y le dije lo típico: “¿Qué tal Carlos?, hoy no salieron las cosas”. Su respuesta fue la siguiente: “No, no han salido, no entrené demasiado bien la semana pasada y hoy no tuve buenas sensaciones. Pero no pasa nada, toca aprender y seguir”.

Vaya cabecita.

¡Acababa de perder! Me quedó grabada esa frase, me di cuenta que ese chico tenía una mentalidad que pocos tienen. Yo con 15 años de las derrotas hacía un drama, a lo mejor me costaba tres días volver a ponerme a entrenar y olvidarme del partido que había perdido. Durante las primeras horas no me podían ni hablar. Ese chico tiene algo especial y ahora que han ido pasando los años se ha confirmado. Es un chico que de las derrotas aprende y luego vuelve más fuerte, eso es una virtud muy grande. Aparte del tenis que tiene, cuenta con una fortaleza mental imposible de imaginar con 15 años.

¿Nos podemos ilusionar con él?

¡Por supuesto! Tiene todo para ser muy bueno. No me gusta hablar de ranking por cómo ha sido mi vida, pero es que le veo llegando muy alto. En el mundo del tenis nunca se sabe hasta dónde puedes llegar, pero al ritmo que lleva estoy seguro que acabará siendo un fenómeno.