Perder una final de Masters 1000 nunca es fácil. Para Carlos Alcaraz el partido ante Novak Djokovic en Cincinnati fue una montaña rusa y una auténtica batalla con intercambios de máximo nivel. Sin embargo, la victoria cayó del lado del serbio y el español no tuvo más remedio que aceptar su destino. Después, cuando se sentó en su banco correspondiente, algo sucedió que no habíamos visto antes. El número 1 del mundo no pudo evitar el llanto ante la derrota que acababa de vivir, por los nervios, por el esfuerzo y por la rabia. El español se dejó llevar por sus emociones como un chaval de 20 años que todavía está aprendiendo a manejarlas en la pista.
Estas lágrimas nos duelen.
Estas lágrimas deben ser de orgullo.
Gracias por hacernos disfrutar, Carlos Alcaraz. #LaPistaDelTenis pic.twitter.com/uVHgJ8PO0r