
La presente edición del BBVA Open Internacional de Valencia nos ha rescatado un nombre que echábamos de menos. Eva Guerrero (Almería 1999) fue una de las españolas que más ruido hizo en su época junior, una tenista con potencial que rápidamente despertó la ilusión entre el seguidor y la prensa. Sin embargo, la transición hasta el profesionalismo no se lo está poniendo fácil. A unos meses de cumplir los 25 años, su discurso enseña las heridas de una niña que hace tiempo se convirtió en mujer.
Las lesiones, la falta de continuidad, los proyectos fallidos y el paso del tiempo han ido acumulándose en la mente de quien llegara a ser campeona nacional sub23. Una persona ambiciosa, exigente y con la piel dura, por eso nunca tiró la toalla. Afincada actualmente en la Pancho Alvariño Academy y tras dejar atrás siete meses de inactividad por un problema en la cadera, Eva se sienta con Punto de Break para destripar los momentos más oscuros de su travesía, aunque siempre apuntando hacia un horizonte donde termine brillando la luz.
Qué alegría volver a verte en un torneo WTA.
Sobre todo después de todo el tiempo que llevo parada. Verme a un buen nivel, dentro de lo que cabe, hace que esté bastante contenta. Todavía me falta ritmo de partidos, tengo que mejorar algunos aspectos que solo identificas cuando estás dentro de la pista, así que espero seguir jugando y que el físico me respete para mejorar esas cosas.
¿En qué situaciones del partido notas esos aspectos?
Al principio te notas un poco sobrepasada, incluso te diría que un poco perdida, no sabes muy bien qué hacer. En mi caso voy probando cosas, si no salen pues intento otras. También puede que la otra lo haga mejor que tú, ahí es donde te das cuenta de que necesites un poco más de velocidad de piernas, pero es normal tras haber estado lesionada de la cadera. En el saque también lo noto mucho.
Aquí has superado la fase previa y perdiste en primera ronda con Polona Hercog. ¿Te llevas cosas positivas de esta semana?
Lo bueno de las lesiones es que te dan un poco de perspectiva, de realidad. Ahora mismo tengo que estar contenta por el simple hecho de estar en la pista, llevaba siete meses parada. Esta semana he podido superar la fase previa y he perdido contra alguien que fue #35 del mundo. Desde mi punto de vista, claro que se pueden sacar muchas cosas positivas. Soy una persona muy competitiva, pero las lesiones y la experiencia te dan otra perspectiva.

En noviembre de 2019 alcanzaste tu mejor ranking (#221). ¿Qué ha pasado en estos cuatro años?
Es complicado, desde la pandemia todo se puso muy cuesta arriba en cuanto a lesiones. Siento que no he podido jugar un año completo de torneos, de hecho, llevo tres temporadas empezando a competir en mayo. Han sido años difíciles, me encantaría tener algo de continuidad durante un tiempo para ver el nivel que puedo dar.
¿Qué lesiones has tenido?
Tuve una fractura por estrés en un hueso de la mano, me recuperé, volví a competir y al año siguiente me dijeron que ese hueso no se había consolidado bien, así que me tuvieron que volver a operar para quitármelo. Lo siguiente que tuve fue un pinzamiento de cadera, que no ha tenido operación pero me ha dado mucha guerra.
Está de moda esa lesión.
Yo juego mucho en pista dura y ahí los impactos son más agresivos, aparte de la exigencia física que tiene este deporte, cada vez más. Es normal ver a tantos jugadores tocados de la cadera, por eso estoy intentando arrancar en tierra batida, para que no se resienta. Es una lesión bastante mental, hay días que te molesta más y otros menos, no es de las más estables.
También has tenido algunos cambios de entrenadores, eso tampoco habrá ayudado para la estabilidad.
Intento ser bastante estable en ese aspecto, si voy a un sitio me quedo en ese sitio. Estuve dos años en la Academia de Juan Carlos Ferrero, donde tuve algunos cambios de entrenador, pero ahora estoy empezando mi segunda temporada con Pancho Alvariño.
¿Qué tal con Pancho?
¡Muy bien! Se nota que tiene mucha experiencia, que sabe mucho de tenis, es increíble con su edad ver cómo todavía se implica en los proyectos, tiene mucha energía para ayudar a las jugadoras.
¿Notas que has perdido confianza con el paso de los años?
Puede ser […] Aunque tampoco he sido una jugadora que confiara mucho en sí misma. Con el tiempo te vas haciendo mayor a nivel tenístico, de repente ves a chicas de 16-17 años que se meten top100 y dices… ¡madre mía! Existe el riesgo de pensar que quizá no deberías dedicarte a esto, o que no vales para esto…

¿Lo llegaste a pensar?
¡Sí! Esto lo pensamos muchas jugadoras, incluso estando #200 del mundo tienes unas expectativas muy altas, hay días en los que piensas que eres un fracaso. Si lo piensas fríamente, ser #200 del mundo en algo tendría que ser impresionante, pero en tu cabeza está la idea de que si no llegas al top100 o top50 no es suficiente.
Y cuando tienes esos pensamientos, ¿cómo pasas página?
Es duro, quiero pensar que soy una persona bastante luchadora, constante y trabajadora. Tienes que sacar lo positivo de cada experiencia, valorar que has estado ahí, que tienes el nivel, que si sigues trabajando llegará la recompensa y lo conseguirás. Obviamente, es muy importante que personas de tu círculo estén cerca de ti para apoyarte.
¿De qué personas hablamos?
Ahora mismo Pancho es una de ellas, además de Rafa Collados, otro entrenador de la Academia. Ambos creen mucho en mí, me dan una confianza total. Mi preparador físico lo mismo, también mi psicóloga, además de la familia que siempre está en las buenas y en las malas.
Qué maravilla hablar del psicólogo con total normalidad.
Depende mucho del país, en algunos lugares todavía está muy estigmatizado. Quizá en Estados Unidos y Europa no tanto, pero en el Este no se lleva tanto. En mi caso he tenido una psicóloga clínica debido a unos problemas fuera del tenis que necesitaba tratar para tener una estabilidad dentro de la pista, eso era lo más importante.
¿Qué te pasó?
Bueno… temas relacionados con una infancia dura, con el hecho de vincular tu persona a la figura del tenista, llega un momento donde no sabes separar esa persona de tus resultados. Esto nos pasa mucho a los deportistas, sobre todo si empiezas a competir desde muy pequeña, aunque también depende del entorno que tengas. Si te han insistido mucho en los resultados, luego no eres capaz de separar. Si pierdes, estás deprimido.

¿Fue tu caso?
Digamos que sí, tuve muchas exigencias. Mis padres han mejorado mucho en ese aspecto, han cambiado, pero de pequeña me apretaron mucho. Al final eso te afecta. Al destacar de pequeña es normal que pudieran imaginar un futuro muy bueno, que vieran algo especial, pero al mismo tiempo provoca que tengan muchas ganas… solo que a veces son demasiadas […] La verdad, agradezco que hayan mejorado.
Respecto a tu patrón de juego, ¿llegaste a perderte dentro de la pista?
Tengo mucha personalidad, pero siempre estoy abierta a hablar las cosas. Si pienso una cosa y veo que lo que me estás diciendo no es lo correcto, entonces hablaremos hasta que se solucione. He tenido suerte con los entrenadores que he tenido porque tampoco han visto cosas muy distintas sobre mi juego, todos ellos sabían de tenis, así que han ido casi siempre en la misma línea, coincidiendo con mi pensamiento.
¿Y cuál es esa línea?
Claramente tengo mejor revés que derecha, aunque si estoy bien puedo tener buena derecha, o es creo (risas). Cambio bien las direcciones, así que intento dominar a partir de esta idea. También soy una jugadora que corre cuando es necesario, así que por ahí puedo sacar algunos puntos luchando y remando. Es un poco de todo, al contraataque voy bien, pero reconozco que hay algunas cosas tácticas que todavía puedo mejorar.
¿Por ejemplo?
Subir a la red, hacer más dejadas, el saque, etc. Mi patrón está en cambiar direcciones, intentar que sea yo la que domine y mantenerme sólida dentro de lo que cabe.
¿Qué tal es tu relación actual con el tenis?
Ahora nos llevamos mejor, entre el trabajo que estoy haciendo con la psicóloga y la experiencia que voy teniendo, diría que estoy en un punto mucho más dulce. Esta última lesión fue muy dura mentalmente, llegué a plantarme si seguir jugando o no, pero creo que puedo aprovechar la oportunidad de estar de vuelta. Lo estoy viendo todo con más perspectiva, mañana pasará lo que tenga que pasar, pero ahora mismo estoy bien.
Qué duro es el tenis…
Es muy duro, te puede llegar a poner en posiciones realmente complicadas. Aparte de las exigencias, luego tenemos el factor económico, además de estar muy sola durante muchas semanas. A nivel de lesiones, que me han tocado unas cuantas, hay días que piensas que quizá tu físico no te dé para más. Es bastante duro.

¿Tuviste días donde en la balanza pesaba más lo negativo?
Me pasó hace tiempo […] Me pasaba porque tenía algún problema fuera de la pista que no me dejaba estar tranquila dentro. En mi caso, creo que el mayor problema es que las lesiones no me han dado la oportunidad de competir durante un tiempo sin interrupciones.
Tú además fuiste una gran junior, eso también pesa.
Totalmente, en mi caso desde luego no ha sido algo positivo. Tuve muchas veces la sensación de que la gente me recriminaba no estar más arriba por no esforzarme lo suficiente, asegurando que estaba siendo un fracaso. Claro que pesa, claro que se nota, pero estuve trabajando en ello. Soy consciente de que esa parte me pesó en su momento, pero ya forma parte del pasado.
“La presión es un privilegio”, dijo Billie Jean King.
Eso me parece una tontería (risas). Si eres top100 o top50 no tienes esa presión económica de quedarte sin dinero en la cuenta si pierdes el próximo partido. Para los que estamos #300 o #400 del mundo esa frase nos parece una tontería.
Y eso que ahora la #50 y la #300 tienen un nivel similar.
Ahora mismo el nivel ha crecido mucho, está todo súper igualado, eso también te ayuda a ponerlo todo en perspectiva y no ponerte ninguna presión por temas de ranking. A día de hoy la #20 puede perder contra la #200, no sería una sorpresa.
¿Te preocupa mucho el ranking?
Por ahora no, pero en el momento en que empiezas a bajar… notas una sensación desagradable. Tengo que ser realista, ahora mismo no me puede preocupar la clasificación, de cara al calendario tengo 9 torneos para utilizar el ranking protegido, así que tengo esa carta extra.
¿Qué lección has aprendido en estos últimos años?
Espero haber aprendido unas cuantas, pero sobre todo a poner todo en perspectiva y ser más positiva. Por mi personalidad, la de alguien muy exigente, necesito ver las cosas positivas. Si no veo las cosas que estoy haciendo bien, me hundo.

Veo que tienes varios tatuajes, ¿alguno con un significado especial?
Todos tienen su significado, hay alguno que es más especial, pero no te lo puedo contar (risas).
¿Está visible?
Es uno que tengo en el pectoral que dice ‘Unbroken’. Me lo hice después de tener algunas experiencias en la vida que me hicieron tocar fondo, pero aquí sigo.
¿Qué le pides al futuro?
Me gustaría seguir en esta línea, tener las cosas claras y relativizar. Quiero ir cogiendo ritmo, mejorando el físico, evolucionando en esta línea positiva. Sobre todo, que la ausencia de resultados no me haga cambiar nada.
Hace seis años me dijiste que soñabas con ganar Wimbledon y el US Open. ¿Sigues soñando a lo grande?
Por supuesto, una de las cosas que me ayudan a seguir aquí es que dentro de mí todavía está ese pensamiento de que puedo conseguirlo, que tengo el nivel para estar ahí arriba.
Pide un deseo a corto plazo.
Me encantaría volver a jugar Qualys de Grand Slam, verme ahí con los mejores. Siendo realistas, a corto plazo lo que más deseo es competir un año entero sin tener molestias.
¿Qué es lo que más te preocupa?
(Piensa) Tres cosas: lo económico, lo físico y lo mental. Lo económico para seguir viajando y compitiendo. El físico, para ser capaz de competir durante varias semanas y estar bien. Lo mental lo necesito para cuadrarlo todo dentro de una estabilidad, tanto dentro como fuera de la pista. Está todo relacionado, así que van las tres de la mano.