
Un competidor nato como Rafael Nadal jamás se va contento después de una derrota, pero hay motivos más que suficientes para extraer cosas positivas de su actuación ante Alexander Zverev en Roland Garros 2024. Después de escuchar sus declaraciones, queda claro su máxima prioridad son los Juegos Olímpicos París 2024, pero también que se enfrenta a dos problemas vitales que pueden frenar su progresión.
Todo aquel que nunca haya jugado a tenis a determinado o sepa lo que implica competir en algún deporte, podría no entender la relevancia del ritmo competitivo, los automatismos y la confianza. Esto se hace especialmente palpable en un deporte individual como en el tenis y Rafael Nadal es un claro exponente de ello. Cuando suma triunfos y acumula partidos, resulta casi inexpugnable.
Una vez controlados los problemas físicos, dejando atrás la odisea de lesiones, el balear ha podido acumular semanas de entrenamiento a alta intensidad, contra rivales de nivel y en los que ha desplegado un tenis sublime. Sus propios entrenadores se sorprendían del gran juego del que hacía gala Rafa en los días previos a Roland Garros 2024 y soñaban con una nueva gesta, pero dos problemas importantes cortaron de raíz estas aspiraciones, como el propio Rafa reconoció en rueda de prensa.
- Nadal necesita sumar partidos para recuperar los automatismos en pista
"Me faltó bagaje, automatismos y confianza para entender qué es lo que tenía que hacer en momentos importantes del partido". Así resumió Nadal uno de esos dos problemas y que se hizo muy palpable en su choque ante Sascha. Cada vez que el español asumía la delantera en el marcador, sufría un duro revés y cuando el marcador se apretaba, llegaban decisiones precipitadas y más fruto de la improvisación que de un plan táctico o una decisión convencida.
Resulta totalmente lógico que esto ocurra teniendo en cuenta de dónde viene Rafa, con apenas 11 partidos en los últimos 18 meses, con la inseguridad que ello genera. El nivel está ahí, pero se necesita sumar horas en pista para despojarse de esos nervios que afloran en situaciones cumbre, imposibles de simular en entrenamientos. Hay una gran brecha en el tenis entre las sesiones de práctica y la competición, por el estrés que se genera en los partidos, la necesidad de hacer ajustes rápidamente y amoldar tu juego a lo que requiere cada instante.
- Su actual ranking ATP puede ser un freno para su progresión si tiene mala suerte en los sorteos
La receta para solventar eso es clara: sumar horas en pista y ganar partidos. Curiosamente, este remedio lo es también para el segundo de los grandes problemas que tiene el español en estos momentos y que ha frenado su progresión, como es el ranking ATP. Cuando un jugador necesita triunfos de manera urgente y se presenta a todos los torneos sin ser cabeza de serie, está expuesto a que tenga un sorteo aciago para sus intereses y le caiga una piedra de primeras.
Tuvo fortuna Rafa en Madrid y Roma, donde se midió en primera ronda a dos jugadores asequibles, como Blanch y Bergs. Cruzó el Rubicón en Madrid al vencer a De Miñaur y se ahogó en las aguas del Tíber frente a Hurkacz, pero en ninguna de las dos citas había llegado con el convencimiento y las buenas sensaciones con que se presentó en París. Posiblemente si se hubiera visto encuadrado en otra zona más benévola, en la que pudiera sumar triunfos, ritmo y confianza, sus posibilidades de llegar lejos se habrían multiplicado.
Una vez detectados los dos problemas acuciantes para el español y sabiendo que su máxima prioridad son los Juegos Olímpicos de París 2024, mientras que no descarta seguir compitiendo a posteriori, se hace evidente la necesidad de encontrar una solución. Sin embargo, las opciones se reducen mucho ya que Rafa ha descartado, casi por completo, su presencia en Wimbledon 2024, alegando el peligro que entrañaría para su cuerpo hacer una transición de la tierra batida a la hierba, para volver luego a la arcilla.
Si confirma esta decisión y se salta la gira sobre hierba, le restarían dos meses hasta el arranque de la cita olímpica en los que no habría casi opciones de competir sobre polvo de ladrillo. Lo más lógico sería acudir al torneo ATP 500 de Hamburgo, que se disputará del 15 al 21 de julio, en aras de llegar a París con cierto ritmo y habiendo recuperado, al menos parcialmente, esos automatismos que tanto echa en falta. Bajar al circuito Challenger parece totalmente descartado, mientras que la otra opción sería asumir un riesgo importante en cuanto a su físico y jugar en jugar sobre césped. Esto le daría ritmo y opciones de subir en el ranking, pero podría ser una decisión demasiado peligrosa para su cuerpo.
Por tanto, Rafael Nadal se encuentra en una encrucijada importante en la que la única estrategia posible parece ser seguir entrenando duro en las instalaciones de su academia en Manacor y confiar en llegar a París 2024 con mejores sensaciones aún, tener un sorteo benévolo para sus intereses (no será cabeza de serie) y confiar en que algún partido ganado allí le devuelva esas sensaciones tan importantes a la hora de afrontar grandes retos. ¿Qué calendario diseñará el español en los próximos meses?