El salto de calidad de Jannik Sinner en los últimos meses se ha hecho más que palpable. No hay lugar a la duda: el italiano es hoy una de las mejores raquetas del mundo, una máquina de matar que ha mejorado en todas las áreas de su tenis. Nada de eso sería posible sin la presencia de Simone Vagnozzi.
La llegada del exjugador italiano, acompañado de uno de los mejores entrenadores de los últimos tiempos (Darren Cahill) ha acabado resultando en una de las mejores decisiones de la carrera de Jannik Sinner. En el momento de tomar la decisión, podía parecer un cambio de rumbo complicado e inesperado, dejando atrás el paraguas de un Riccardo Piatti capaz de llevarle al estrellato, pero al cabo de varios meses, el de San Candido ha acortado las distancias ante los mejores y roto casi todas las barreras personales que podía romper. Tras una temporada de consolidación en la élite más absoluta marcada por el regalo final en forma de título de Copa Davis 2023, Simone Vagnozzi se sienta a charlar con La Stampa y ofrece reflexiones sosegadas sobre la situación actual de su pupilo, la tremenda evolución que ha vivido en los últimos tiempos y alguna que otra fascinante definición de su personalidad y carácter.
Lo primero, como es lógico, era hablar de la reciente Copa Davis. Invicto en la competición con triunfos ante Griekspoor, Djokovic y de Miñaur en el individual (más los dobles junto a Sonego frente a Países Bajos y Serbia), Vagnozzi confiesa que Sinner llegó con las baterías "vacías" a Málaga, pero que el empujón anímico y emocional de jugar por su país hizo el resto. "Eso sí, llegaba lleno de confianza tras la final en Turín. Desde el US Open en adelante, el final de temporada ha sido muy intenso, pero excelente: la decisión de saltarse la fase de grupos de la Davis en Bolonia acabó siendo la correcta. Ganar la Copa Davis siempre ha sido un gran objetivo para Jannik".
No hay una persona más adecuada para definir ahora a Sinner. Alguien como Vagnozzi, que trabaja con él, codo con codo, de manera diaria, no duda ni titubea a la hora de definirle como un auténtico "tiburón", alguien que vacila cuando la sangre empieza a ser derramada. "Jannik es un tiburón, un cazador. Cuando huele sangre no deja escapar a su presa. Esa seguridad proviene de todo lo que ha trabajado para llegar aquí, del conocimiento que le otorga el trabajo diario. Si sabes que no has hecho algo bien, te pones nervioso. Jannik tiene una conciencia muy clara, por eso siempre está tan tranquilo. En los últimos dos años ha madurado bastante, y creo que lo transmite por la forma en la que se muestra en la pista. Ahí Jannik es menos serio de lo que parece: se ha adaptado muy bien a un grupo, el de la Davis, formado por gente muy sencilla. Le gusta bromear todo el tiempo y animar al resto".
ASPECTOS A MEJORAR Y DUELOS FRENTE A DJOKOVIC
Tampoco dudó Vagnozzi en señalar el aspecto clave cada vez que el de San Candido se mide a Novak Djokovic, una rivalidad en desarrollo que podría dar muchos días de gloria al tenis. "Cuando Djokovic y él se enfrentan, el más agresivo es el que gana. Ya se vio en Turín y se volvió a demostrar en Málaga". Además, Simone habló de los aspectos en los que su pupilo todavía tiene cierto margen de mejora: "Todavía puede y debe mejorar en muchos aspectos, sobre todo desde el punto de vista físico, y también en algunas situaciones tácticas. Debe estabilizar su servicio, ha funcionado muy bien en las últimas semanas, pero debe convertirse en un golpe aún más eficiente".