Brancaccio al cuadrado

Raúl y Nuria, nacidos en Italia y formados en España, comparten plaza en el top200 de sus respectivos circuitos. Dos hermanos que sueñan con seguir creciendo juntos.

Fernando Murciego | 28 Nov 2023 | 21.43
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Raúl y Nuria, los hermanos Brancaccio. Fuente: Punto de Break
Raúl y Nuria, los hermanos Brancaccio. Fuente: Punto de Break

¿Cuántas posibilidades hay de que dos hermanos de distinto sexo se conviertan en tenistas profesionales? La historia dice que el porcentaje es mínimo, pero a veces ocurre. El apellido Brancaccio puede presumir de haber roto el molde.

Dice la estadística que 1 de cada 22.000 tenistas cumple el sueño de hacerse profesional. En algunas familias, rozando la condición de milagro, consiguen traer a dos. Es el caso de Raúl Brancaccio (Torre del Greco, 1997) y Nuria Brancaccio (Torre del Greco, 2000), dos hermanos italianos que actualmente conviven en el top200 mundial, cada uno en su circuito. Un viaje repleto de desafíos, mudanzas, constancia y mucha superación. Ambos estuvieron la semana pasada en la Copa Faulcombridge, donde se juntaron para contarnos mejor su historia.

Por mucho que repitan que las peleas forman parte de su día a día, la sensación tras compartir media hora de charla con los hermanos Brancaccio es el vínculo irrompible que les une. La admiración de Nuria (#211 WTA) y la protección de Raúl (#190 ATP) se refleja en cada frase, también hacia su hermano mayor, Marco, quien completa esta trilogía de adictos al tenis. Tras muchos años de esfuerzos, esta temporada por fin han saboreado el dulce de los Grand Slams, aunque si han llegado hasta aquí no es para pecar ahora de conformistas.

¿Cómo llega el tenis a vuestra vida?

RAÚL: Recuerdo que mi madre iba a jugar al club de tenis con sus amigas, ahí empezamos. Nuestro hermano mayor (Marco) fue el primero en jugar, ahora tiene 28 años y es director de una escuela de tenis en Valencia, así que estamos los tres metidos en este mundo. Él empezó con 5 años, luego fui yo y por último mi hermana. Desde el día que cogimos la raqueta ya no la soltamos. Cada uno ha llevado su camino, por suerte hemos podido coincidir años después en torneos de Grand Slam, así que estamos muy contentos. Realmente esto solo acaba de empezar, llevamos poco tiempo dentro del top200, ojalá jugar torneos mucho más grandes en el futuro.

Al ser la pequeña, no te quedó otra que seguir los pasos de los mayores.

NURIA: Se puede decir que sí. Al tener dos hermanos mayores, nunca fui la típica niña que iba con mis amigas, siempre estaba con los chicos. Lo que veía que hacían ellos luego lo quería hacer yo también. Así empezó todo, ya no volví a soltar la raqueta (risas).

¿Tenéis recuerdos jugando de pequeños?

NURIA: Y de pelearnos también (risas). Somos muy competitivos, en casa teníamos una habitación de juegos y nuestro hermano mayor era como el juez, intentaba calmarnos para que no nos peleásemos. Luego yo me fui de casa a los 13 años, Raúl a los 16, ambos tuvimos una beca en la Academia de David Ferrer. Esa fue nuestra suerte, estar juntos en esa época. Apostamos muy fuerte por este deporte y, por suerte, nos está yendo bastante bien.

¿Dónde nace vuestro vínculo con España?

RAÚL: Madre española, padre italiano.

Ahora lo entiendo todo.

RAÚL: Nosotros vivíamos en Italia, pero los tres meses de verano los pasábamos siempre en Jávea, donde jugábamos en el club de tenis. Dio la casualidad que David Ferrer, junto a su hermano Javier, abrieron la Academia y decidieron darnos una beca, algo vieron en nosotros. Ahí fue cuando nos mudamos definitivamente a España, nos cambió la mentalidad, fue cuando pensamos por primera vez en dedicarnos al 100% a este deporte.

¿Y vuestro hermano mayor?

NURIA: A Marco nunca le gustó tanto la competición, a él se le daban mucho mejor los estudios. A nosotros nos gustaba más el deporte, además Raúl con los estudios tampoco era muy bueno (risas). No es que nosotros destacásemos mucho a nivel nacional, no éramos de los mejores, pero surgió la oportunidad de irnos a Jávea y no lo pensamos.

¿Cómo fueron esos primeros años viviendo en Jávea?

NURIA: Fue una época dura porque estábamos completamente solos, menos mal que al menos tenía a mi hermano, al ser más mayor me sirvió mucho de apoyo. Me acuerdo que salíamos de casa a las 06:00 de la mañana y volvíamos a las 20:00, teníamos que cocinar, estudiar… fueron muchos sacrificios, pero todo esfuerzo tiene su recompensa.

¿Fue tan dura esa época?

RAÚL: Sin duda, fue muy dura. Al final es irte de casa, dejamos a nuestros padres y nuestro hermano en Italia, apostamos por algo que no sabíamos cómo iba a terminar. Fue duro porque estábamos todo el día solos, era como otra realidad, a veces recuerdo ciertos momentos y no sé cómo pude tirar hacia delante. Lo afrontamos con mucha humildad, eso es lo que nos ha traído hasta aquí, trabajando día a día y siendo constantes.

Hubiera sido muy distinto de no teneros el uno el otro.

NURIA: Yo creo que sí, lo digo siempre. Hay muy pocos casos de hermanos donde ambos lleguen al circuito profesional, siempre nos hemos apoyado mucho el uno con el otro, aunque en mi caso se acentuó más por ser la pequeña. Siempre me dio mucha fuerza tener cerca a Raúl, sobre todo en esos momentos de echar de menos a mis padres o mis amigas. Hemos pasado muchas situaciones complicadas, pero estar juntos nos dio la fuerza que necesitábamos.

RAÚL: Un punto de inflexión fue cuando se separaron nuestros padres, yo tenía 18 años y mi hermana 15. En ese momento no tenía claro si seguir con el tenis, hasta valoré irme a Estados Unidos para olvidarme de todo […] Fue una separación bastante dura, coincidió también con el fallecimiento de nuestra abuela, que al estar ella en Italia no pudimos despedirnos. Son cosas que te marcan y que van formando tu personalidad. Dicen que para evolucionar tienes que pasarlo mal, esas vivencias son las que te hacen aprender y ser más fuerte. Tampoco daré las gracias por vivir estas cosas, pero lo acepto, gracias a eso hemos construido un carácter que luego lo trasladamos dentro de la pista, luchando cada punto y sin nunca tirar la toalla.

Cuántos sacrificios que desde fuera no se ven…

RAÚL: La gente solo ve el partido, nada más. ‘Viajamos por el mundo y ganamos dinero, qué guay’. Pero detrás hay otra realidad, la gente no sabe la cantidad de horas que entrenamos a la semana, además de ser un deporte muy solitario. Aunque tengas tu equipo, eres tú quien salta a pista, todo depende del día que tengas. Tienes que estar muy preparado mentalmente, controlar muchos factores que la gente desconoce. Nosotros nos sentimos afortunados, pero es una vida muy jodida. Si quieres ganarte la vida con esto tienes que estar muy arriba, todo es muy caro, y nosotros tampoco tuvimos muchas ayudas…

¿Y la Federación?

RAÚL: Siendo italianos y entrenando en España, la Federación Italiana nunca nos ayudó con nada. Cuando empecé a subir un poco el nivel me dijeron: ‘Te ayudamos pero si vienes a Italia’. Al final he ido recorriendo mi camino solo, sin ayuda de nadie, eso me ha hecho ser de esta manera. Igual otros a los que sí ayudaron, luego con 25-26 años están quemados de cabeza y no pueden más. Yo con esta edad siento que estoy en el mejor momento de mi carrera.

NURIA: Raúl consiguió meterse un poco el año pasado y a mí me ha pasado lo mismo con 23. Hemos trabajado mucho y ahora estamos empezando a recoger los frutos, soñamos con instalarnos en la élite y ojalá permanecer ahí muchos años.

¿Qué es lo más duro de ser tenista?

NURIA: Yo lo pasé muy mal con la separación de mis padres, pero al final tenemos un estilo de vida donde estás acostumbrado a estar solo, es lo que hemos elegido y eso conlleva estar lejos de casa muchas semanas. Ahora estoy viviendo en Italia, así que a mi madre la veo pocas veces al año. Cuando vivía aquí me pasaba lo mismo pero con mi padre. Hemos crecido con esta estructura, un poco solos, pero hemos tirado para delante. Por suerte, semanas como esta nos permite coincidir, ¡no nos veíamos desde el US Open!

¿Tanto tiempo?

RAÚL: La gente piensa que al ser los dos tenistas nos vemos cada poco, pero la realidad es que cada uno tiene su calendario. Incluso en los torneos que coincidimos nos cuesta coordinarnos.

NURIA: En los Grand Slams que jugamos este año intentamos estar juntos las 24 horas. En Roland Garros nos pasó que, de 128 partidos que se disputaron en los dos primeros días, nos pusieron a jugar el mismo día y a la misma hora (risas).

RAÚL: Mismo día, misma hora. No pudimos ir a ver jugar al otro. Al final es duro, tienes la opción de ir a ver a tu hermana y no puedes. Eso te afecta, tú estás concentrado en tu partido pero te sale preguntar cómo le está yendo a ella.

NURIA: ¡Además nos fuimos los dos a un tercer set!

¿Le dais muchas vueltas al ranking?

RAÚL: Con ese tema intentamos estar tranquilos, no hay que pensarlo mucho. Si tú tienes el nivel, las cosas terminan llegando. No te puedes volver loco pensando en los puntos o lo que necesitas para entrar aquí o allá, eso es una bola que no para de crecer y supone mucho desgaste mental. En el tenis necesitas justamente lo contrario, estar bien de cabeza, confiar en tu equipo y fluir. Lo que queremos es acabar nuestra carrera dejándolo todo, sin remordimientos. No importa si llego a ser #50 o #200, lo que quiero es estar tranquilo pensando que lo di todo. El ranking solo es un número, el objetivo es dar el máximo. Que luego al contárselo a tus hijos puedas ser una fuente de inspiración.

Os veo muy compenetrados.

RAÚL: Intentamos ser una familia unida, aunque también tenemos nuestras peleas. Yo soy muy exigente con Nuria, ella lo sabe. Veo que tiene mucho potencial y no siempre lo desarrolla, aunque al revés también pasa. Nos auto exigimos mucho, pero somos una buena pareja dentro del mundo tenis, tampoco hay muchos hermanos que estén donde nosotros.

También hay que pelearse, forma parte del juego.

NURIA: Nos peleamos bastante (risas). Durante el COVID, por ejemplo, ambos teníamos permiso de la Federación para entrenar y recuerdo que al final de cada entrenamiento era una pelea. Él quiere lo mejor para mí y yo lo mejor para él, pero igual me molesta lo que me dice o a él lo que le digo yo. Tenemos un carácter bastante diferente, nos peleamos mucho. Siempre intento ver sus partidos, aunque creo que él sufre más con los míos.

RAÚL: Es que sus partidos siempre se van al tercer set, tres horas –Nuria se ríe–. En la pista somos bastante opuestos, yo quizá más ofensivo y ella más defensiva. Nunca me meto a analizar su juego, ella tiene su entrenador y respeto su trabajo, pero a veces le exijo luchar más, dejarse la vida en cada partido, la empujo a convencerse de algunas cosas.

NURIA: Cada uno tiene sus cosas. Cuando yo veo sus partidos, igual puedo pensar: ¿por qué está tan nervioso? Me preocupo, necesito saber qué le está pasando. Ahora está empezando a mostrar un nivel mucho más alto, recuerdo que en la época de los Futures sufría mucho porque solamente podía seguir el marcador, no tenía cómo verle.

¿Habéis pensado en jugar juntos?

RAÚL: Ese es nuestro objetivo, pero dobles mixtos solo hay en Grand Slams y tienes que tener un ranking muy alto para entrar.

NURIA: No sé lo que pasaría –Raúl se ríe–, vivimos el tenis de manera diferente. Dependerá del día, de cómo estemos.

RAÚL: Seguramente nos pelearíamos, pero tiraríamos adelante, somos muy competitivos y no nos gusta perder.

Ahora estáis rondando el top200, ¿hay pique por ver quién está por encima?

NURIA: Yo le deseo lo mejor, no estoy pendiente de si me supera o no. Cuanto más arriba esté, más feliz estoy yo. Te diría que me produce la misma alegría sus victorias que las mías. Imagino que para él será lo mismo.

RAÚL: Cada uno tiene su ranking, no estamos compitiendo en ese aspecto. Lo bueno es que ambos conocemos muy bien este deporte, por eso cuando ella pierde un partido yo la entiendo bastante, ahí es cuando puedo darle un mensaje de apoyo para que no se venga abajo.

NURIA: Eso es genial, sientes que tienes a alguien que te comprende. La familia igual puede estar ahí, pero no lo entiende, no lo han vivido, no saben lo que pasas dentro de la pista.

RAÚL: Algo muy bueno que hicieron nuestros padres fue dejarnos tranquilos, nunca se metieron en medio, esto es algo fundamental que deberían hacer todos los padres. Hay que dejar espacio a los chicos, algunos padres están detrás, muy metidos, eso no funciona. Mi padre siempre ha sido muy observador, nos seguía cada paso, pero nunca decía nada.

NURIA: Y mi madre igual, nos llevaba de pequeñitos a los torneos pero jamás intentó decirnos cómo jugar, o qué cosas cambiar. En ese sentido hemos tenido mucha suerte con nuestros padres, nos han apoyado en todo.

¿En qué situación estáis actualmente?

NURIA: Yo ahora vivo en Italia, me volví a finales de 2018. Estoy en Nápoles con la Federación, me están ayudando un poco, apostando por mí en el tema económico, algo fundamental.

RAÚL: Yo estoy en Valencia, empecé el año en la Academia G-Tenis y lo dejamos a mitad de temporada. Ahora estoy entrenando con José Luis Aparisi y mi hermano Marco, además de Jaume Ros (preparador físico) y Alex Padilla (fisio). Estoy encantado con Valencia, no lo cambiaría por nada, he viajado por todo el mundo y es una de las mejores ciudades para vivir. De hecho, muchos jugadores vienen aquí a hacer pretemporada. Ahora mismo cada uno tiene su vida, así que intentamos estar juntos cuando nos vemos en los torneos.

NURIA: Yo en un futuro me veo aquí, dentro de diez años, por ejemplo. Valencia es una de las mejores ciudades del mundo, se lo comento mucho a mis amigas italianas. Ahora por el tenis estoy en Italia, pero seguro que en el futuro estaré de vuelta.

¿Nunca os planteasteis jugar por España?

RAÚL: A ver, yo me siento también español, pero dentro tengo algo muy italiano. Si veo un partido España-Italia voy con Italia, pero tampoco sé explicártelo. Me siento muy de aquí, de hecho hablo valenciano, mi novia es de aquí…

Como me digas que también haces paellas…

NURIA: ¡Eso ya no! (risas)

RAÚL: Pero la abuela de mi novia hace unas paellas que me pongo fino los domingos (risas). Siempre me he sentido italiano, se me haría raro competir con la bandera española.

Es muy buen momento para ser italiano en el tenis.

NURIA: La Federación se ha volcado con los jugadores, sobre todo con los jóvenes. Cada año tenemos más torneos, esto es muy positivo. Ilusiona ver casos como el de Matteo Arnaldi, que ahora se ha metido top50. En chicas lo mismo, ahora tenemos varias top100, vienen de hacer final en la Billie Jean King Cup, así que estamos en un muy buen momento.

RAÚL: No es casualidad que el tenis italiano esté donde está, se le ha dado una vuelta a todo. No sé cuántos jugadores somos, hace poco tuvimos el récord de jugadores en la Qualy de un Grand Slam, éramos más de 20. La Federación está haciendo muy buen trabajo, ayudando mucho a los jóvenes, tienen muchos torneos, además de las ATP Finals en Turín, el Masters 1000 de Roma y Challengers tenemos uno casi cada dos semanas. Invertir tanto está dando su recompensa, aparte entre nosotros también intentamos ayudarnos, sin envidias.

Ahora hay mucho revuelo con las decisiones que están tomando ATP y WTA. ¿Sois de los que se preocupan por cómo funciona el circuito?

NURIA: Yo en el US Open estuve en la reunión de la PTPA, ahí se tocaron temas muy interesantes. A nivel de ayuda a las jugadoras, la WTA parece que solo tiene prioridad por cuidar a las mejores del mundo, a darles privilegios. Siempre habrá cosas que mejorar, en ese aspecto creo que la ATP hace un mejor trabajo. Si comparas los WTA 125 con los ATP 250… es otro nivel, incluso en la organización. Esperemos que en un futuro pueda ir todo mejor.

Económicamente, ¿qué tal lleváis los números?

NURIA: Si empezamos a restar los impuestos, las tasas, lo que te quita el país, el entrenador, los viajes… menos mal que luego están los Grand Slams, eso nos da la vida. Es bastante duro, depende mucho de cómo te vaya, pero por muy rebelde que te pongas la WTA es quien decide. A la ITF no le importa nada, incluso los torneos de 25K los hacen por ellos. Digamos que la WTA sí trabaja un poco más para las jugadoras; la ITF lo hace por interés propio. Lo hemos hablado, nos hemos quejado, pero ellos deciden.

RAÚL: Los jugadores estamos hablando entre nosotros para cambiar algo, porque algo hay que cambiar. En ATP están intentando mejorar cosas, pero subirnos algo de prize money para que nos callemos no sirve. Para mí es vergonzoso que un #400 del mundo no pueda vivir de esto, ¿cuánto cobra el #400 del mundo en fútbol? Al tenis juega mucha gente, tiene mucha afición, pero luego eso no se corresponde.

NURIA: Hay muchos jugadores a esos niveles que viajan solos porque no pueden pagarse un entrenador, eso es muy triste. El tenis es un deporte muy caro, si no consigues salir de los Futures es complicado avanzar. Diría que es el deporte donde más sacrificio personal y económico tienes que hacer, en los niveles más bajos es muy complicado sobrevivir.

¿Vosotros estáis ganando dinero?

RAÚL: A este nivel te salvan los Grand Slams y los equipos que juegas durante el año. Obviamente, siendo top200 sabes que algo ves a final de año, sales ganando. No son cifras galácticas como las de un top100, pero no puedes quejarte. Al final, para ser top200 tienes que ganar un par de Challengers, ser muy regular, disputar los Grand Slams y, si puedes, ganar algún partido en cuadro final. Pero los equipos son imprescindibles, sin esto no salen las cuentas al final de temporada. Lo que noto es que los jugadores somos marionetas, yo terminaré de jugar, vendrán otros y todo seguirá igual, los que ganan de verdad son los de arriba. Están intentando mejorar las condiciones, pero siguen sin hacerlo de corazón, hay cosas que no cuadran.

NURIA: En la WTA es peor aún, las del top10 viven en su mundo, al menos en ATP están haciendo muchas reuniones. Novak Djokovic también está moviendo cosas con la PTPA. Hablando del prize money, por ejemplo, este año hice cuartos de final en el WTA 250 de Colombia y a la vuelta las cuentas seguían a la par, prácticamente igual, esto es lo que no puede ser.

RAÚL. Yo puedo entender que un #50 del mundo no quiera que un #400 gane dinero porque, según él, se lo ha currado mucho para llegar hasta ahí. Como si el #400 no se lo trabajara. Los de arriba ven que los de abajo son muy malos, pero eso no es así. El que está #50 igual es porque tiene otras dotes o se ha criado de otra manera; quizá el que está #400 es que no tiene medios o no cuenta con una estructura adecuada. Si a uno de arriba le quitas un millón, que prácticamente no se da ni cuenta, y lo repartes durante el año puedes hacer felices a cientos de jugadores. ¿Qué le cambia al de arriba? ¿Comprarse una mansión en vez de otra? Que sí, que lo merecen porque son los mejores del mundo, pero es que en las ATP Finals podías llevarte casi cinco millones de euros si ganabas invicto. ¡¡Cinco millones!! Nosotros tampoco queremos ganar millones, pero si estoy #150 del mundo y tengo un equipo detrás me gustaría tener al menos una casita cuando me retire, tener cierta recompensa después de tantos años trabajando. Al final te dejas la vida para ganar 1.500€ al mes.

Si pudierais cambiar algo del circuito, ¿solamente una cosa?

NURIA: La hospitalidad en los torneos. En los 80K y 100K de chicas te pagan solo una habitación individual, incluso si queremos una doble hay que pagar. Pero claro, al tener entrenadores chicos, siempre va a suponer un gasto doble, tenemos que pagar una habitación para el entrenador y otra para nosotras. La WTA sabe que está pasando esto, que hay muy pocas entrenadoras chicas. O también las dietas, qué menos que tener un ticket para comer en los torneos.

RAÚL: Yo buscaría la igualdad en todos los torneos. Vas a un Masters 1000 y es el paraíso, pero hasta llegar ahí tienes que pasar por torneos donde parece que estás jugando a otro deporte. Me estoy dejando la vida como tantos otros chicos, ahora estoy empezando a meterme y ojalá me meta más, pero si yo fuera top20 intentaría ayudar a los que están atrás. Todos hemos pasado por ahí, solo que algunos no se acuerdan. Igual Djokovic no le cae bien a todo el mundo, pero es el mejor del mundo dentro de la pista y también fuera de ella, es el único que está intentando ayudar a los de abajo para que puedan ganar más. Además es del Milan como yo, tenemos eso en común (risas).

Imaginad que ahora saco un maletín y dentro hay un billete directo al top50, solo un billete. ¿Os lo quedáis o se lo dais a vuestro hermano/a?

NURIA: Yo sé lo que va a contestar él, así que prefiero contestar yo. Si me dices que mi hermano se mete top50 en dos años y yo tengo que dejar el tenis, te lo firmo ahora mismo. Incluso cuando él pierde y yo gano me siento mal, sufro mucho por mi hermano. Él creo que te dirá lo puesto.

RAÚL: Yo no lo cogería para ninguno de los dos, si tienes que llegar vas a llegar…

NURIA: No, no. Tú contesta a la pregunta.

RAÚL: A ver, si te vas a meter top50 es porque lo mereces. ¿Por qué te ibas a meter ahí sin merecerlo?

NURIA: Está intentando escabullirse (risas)

RAÚL: Lo que me gustaría es que nos metiéramos los dos, claro.

Voy a cambiar la pregunta. ¿Serías más feliz metiéndote en el top50 o viendo cómo se mete tu hermana?

RAÚL: Obviamente, me encantaría que mi hermana llegara a lo más alto, pero yo también llevo toda la vida luchando por este sueño. Aunque tenga una hermana a la que adoro, uno tiene que pensar en sí mismo, he sacrificado muchas cosas y sé por lo que he pasado. Sé lo duro que es llegar hasta aquí. Si tuviera la opción me gustaría llegar yo, pero porque es mi sueño. Lo que tenemos que hacer es disfrutar del proceso, que muchas veces no sabemos.

¿Por qué dices eso?

RAÚL: Por ejemplo, yo he ganado dos Challenger y no he podido disfrutar ninguno de los dos. A principio de 2023 gané en Noumea y la semana siguiente llegué agobiado para jugar el Open de Australia, ahí ya se te ha ido la semana. Has ganado un Challenger y ni te has enterado, no has podido saborearlo. Luego, al final de tu carrera, echarás de menos esos momentos, la adrenalina, la sensación que supone ganar.

Nuria creo que todavía le está dando vuelta a la pregunta de antes…

NURIA: (Risas) A ver, es verdad que mi relación con el tenis es más de amor-odio. Por ejemplo, no me veo jugando hasta los 35 años. A mi hermano sí que le gusta mucho este deporte, sigue cada resultado, se estudia las estadísticas, etc. Por todo eso, sé que él lo disfrutaría más. Incluso muchas veces he pensado en dejarlo, aunque vivo por el tenis y me encanta, pero él lo disfrutaría más.

Pero nunca lo dejaste.

NURIA: He pasado muchos momentos malos, sufrí mucho la separación de mis padres y dejar a mis amigos. Soy una persona que se guarda todo dentro, ahora con el tiempo he madurado, pero lo he pasado mal y por eso me he planteado dejarlo en varias ocasiones.

¿Con qué soñáis en estos momentos?

NURIA: Ahora lo que pensamos es que si llegamos al top100 estaremos más tranquilos, siempre hay algo que mejorar. Pero somos conscientes de dónde estamos y se lo digo muchas veces a Raúl cuando se queja por alguna cosa. Hace unos años hubiera sido un sueño disputar tres Grand Slams… y lo hemos hecho. Estas cosas las valoro mucho, hay que apreciar las cosas y cada momento, no dar nada por hecho.

RAÚL: Estar #200 está muy bien, pero el tenista siempre quiere más. A día de hoy intento invertir pensando en el futuro, justo ahora acabo de comprarme una casa, así que algo estaré haciendo bien. Pero sí, claro que quieres llegar más arriba.

NURIA: Incluso Alcaraz, que ha sido número uno del mundo, dice que quiere seguir mejorando y aprendiendo. El tenista tiene algo que le empuja siempre a seguir evolucionando, creciendo, siempre hay algo en lo que trabajar, nunca se da por satisfecho. Eso es lo bonito de este deporte, que cada semana tienes nuevas oportunidades.

RAÚL: Nosotros siempre nos exigimos el máximo, nunca nos conformamos. Llegar al top200 es increíble, pero ahora queremos llegar al top100. Y si algún día llegamos al top100, querremos más. Llevamos dentro esa ambición, no se puede frenar la adrenalina de querer más, pero siempre con humildad.

Poneos un momento frente a frente, ¿qué consejos os daríais?

(Se miran fijamente)

NURIA: Yo le diría que tuviera más paciencia y más confianza en sí mismo. Mira que yo soy la primera que muchas veces no confío en mí, pero suelo ser un poco más positiva, él ve las cosas con una mirada más trágica, aunque no sean tan graves.

RAÚL: Yo le diría que fuera más valiente, un pequeño empujón para encarar ciertas situaciones de los partidos que a veces afronta con miedo por falta de confianza. En esos momentos hay que ir con todo, no hay otra opción. También le diría que se dejase la vida en cada entrenamiento, es tan importante como el propio partido. A veces le falta ir a tope en los entrenamientos…

NURIA: Pero si llevas más de un año sin verme un entrenar (risas). Pero bueno, reconozco que a veces he tirado más de talento y poca intensidad. Incluso en la época que viví en España, si podía ahorrarme una hora de entrenamiento, me la ahorraba. Ahora que estoy más metida sé los sacrificios que hay que hacer y soy la primera en pedirle a mi entrenador una hora más.

RAÚL: Para llegar a la élite no hay secretos: o te lo curras al máximo o no llegas. Esto está lleno de tiburones, si intentas escaquearte de ciertas cosas no vas a llegar. Por mucho talento que tengas, te tienes que dejar la vida en cada entrenamiento y en cada partido. Tenemos el ejemplo de Kyrgios, que ha estado #12 del mundo, pero solo un año. Luego hay gente con menos talento pero más constante que lleva diez años metida en el top20.

Es curioso que os hayáis aconsejado justo lo opuesto. Decidme un punto de unión que os defina como hermanos.

RAÚL: Nos parecemos mucho en la manera de expresarnos corporalmente: la manera de andar, de actuar en pista, hasta de algunos puntos. La gente dice: ‘Mira, así es como lo hacen los hermanos Brancaccio’ (risas). No sé qué es lo que es, pero nos dicen que tenemos un talento similar, supongo que la postura de nuestro cuerpo, al final somos napolitanos y expresamos mucho, sobre todo con la cara.

Por mi parte solo me queda una pregunta: la pizza, ¿con piña o sin piña?

(Risas)

NURIA: Nosotros somos de Nápoles, el lugar de origen de la pizza, es como la paella aquí en Valencia.

RAÚL: La pizza con piña no existe, es lo peor que puedes hacer. Si alguno le pone piña en la pizza será otra cosa, pero no se llama pizza.

¿Pero la habéis probado?

NURIA: La he probado y no está mala, si me escucha un napolitano me puede matar (risas).

RAÚL: Yo jamás, nunca la he probado.

NURIA: Yo sí me atreví, aunque sea una falta de respeto para nosotros. Al final las frutas siempre tienen su toque, como cuando le metes manzana a la ensalada. Pero vamos, la pizza toda la vida sin piña.

RAÚL: Una vez vi un vídeo de un grupo de napolitanos que pidió una pizza margarita y el restaurante, de broma, cogió y se la llevó con piña. Cuando la vieron se la tiraron a la cara, incluso los persiguieron. Como si aquí a la paella le pones chorizo o cualquier barbaridad.

¿Qué le diríais a la gente que le gusta la pizza con piña?

RAÚL: Que la disfrute (risas).

NURIA: Pero eso no es pizza.

RAÚL: Es como si yo hago una paella con Nutella.