Vuelven las clases de historia, posiblemente el mejor legado que podemos dejar en un blog tan saturado como este. En esta ocasión, celebramos el 50 aniversacio de la creación del ranking ATP, un 23 de agosto del año 1973. La crónica de cómo Ilie Nastase se convirtió aquel viernes en el primer Nº1 de la historia.
¿Quién fue el primer Nº1 de la historia del tenis masculino? Suele ser una pregunta recurrente en los concursos deportivos, aunque su respuesta es de sobra conocida: Ilie Nastase. ¿Cómo llegó el rumano a ocupar esa primera posición el 23 de agosto de 1973? Para cubrir esta segunda cuestión nos hace falta algo más de tiempo y espacio, el que le vamos a destinar este miércoles con motivo del 50 aniversario de la creación del ranking ATP. Hace justo cinco décadas, el tenista de Bucarest hacía historia al ser el primer jugador en convertirse en Nº1 del mundo, aunque lo más increíble fue su odisea hasta llegar al trono.
Nacido en 1946, amateur desde 1966 y profesional desde 1969. Ilie Nastase no es un ejemplo de precocidad en el circuito de tenis. Ni llegó pronto, ni explotó rápido. De hecho tuvo que esperar hasta finales de 1972 para levantar su primer Grand Slam, un US Open que por fin daría sentido a todo su trabajo. Sin embargo, lo verdaderamente grande no sucedería hasta el calendario siguiente, una temporada 1973 donde el rumano convirtió en oro casi todo lo que jugó. A su gira favorita, la de tierra batida, llegó ya con tres títulos en el zurrón, pero fue al pisar la arcilla cuando sus virtudes se dispararon. Estos fueron sus números entre los meses de abril y junio.
- Barcelona - CAMPEÓN
- Montecarlo - CAMPEÓN
- Madrid - CAMPEÓN
- Florencia - CAMPEÓN
- Bournemouth - Final (pierde con Adriano Panatta)
- Roland Garros - CAMPEÓN
- Roma - CAMPEÓN
Si sumamos los dos partidos de Copa Davis que también jugó (y ganó) en aquel periodo, estamos ante un balance de 40-1 sobre polvo de ladrillo. Tras barrer a Manolo Orantes en el último partido en Roma (triple 6-1), Ilie sabía que la siguiente gira no le sería tan amable, aunque él fuera el vigente subcampeón de Wimbledon, torneo donde había caído en el partido por el título frente a Stan Smith. ¿Y si salía cara esta vez? Después de conquistar su primer y segundo Grand Slam de manera consecutiva, pocas veces llegaría con un nivel tan alto de confianza. Todos estas ensoñaciones se apagarán de golpe al aterrizar en Queen’s, donde la polémica que había desatado el ‘caso Niki Pilic’ entraría en modo erupción.
BOICOT PARA (CASI) TODOS
El tenista yugoslavo –al que había derrotado Nastase semanas atrás en la final de Roland Garros– había entrado en guerra con su propia Federación tras no estar disponible para disputar una serie de Copa Davis al inicio de temporada. Hasta aquí todo normal, de no ser porque Pilic disputará un torneo ATP aquella misma semana, ganando miles de dólares y dejando una imagen miserable a ojos de sus compatriotas. La federación yugoslava vio aquel desplante como un gesto ávaro, así que decidió suspender al jugador por desobediencia. Nunca antes había pasado un caso similar, despertando cientos de opiniones variopintas dentro del vestuario, incluida la de Nastase.
“Sinceramente, pensé que Niki estaba equivocado, puesto que jugar la Copa Davis era lo mínimo que podíamos hacer para nuestros países –sobre todo los del Bloque del Este– a cambio de la libertad que nos dieron para viajar tanto como quisiéramos y ganar tanto dinero como pudiéramos. Lo único que esperaban de nuestra parte, y en mi caso lo hice felizmente, era que presentáramos a cada eliminatoria para jugarla gratis. Al no estar de acuerdo con Pilic, en aquel momento tampoco le presté demasiada atención”, sostuvo el rumano tiempo después.
Quizá todo este enjambre se hubiera despejado rápidamente tiempo atrás, pero el año anterior se había creado el sindicato de la ATP para, precisamente, decretar entuertos como este. Los jugadores querían cubrirse las espaldas con una nueva organización que defendiera sus derechos frente al órgano rector del juego, la por entonces llamada ILTF. Durante años se ordenó –sí, este es el verbo correcto– a los jugadores a que se adaptaran a las necesidades de la ILTF, este fue el motivo de que aflorara aquella nueva estructura en 1972. La cuestión es que Pilic fue sancionado durante un mes por su ‘traición’, aunque su apelación le permitió disputar el final de la gira de arcilla: Roland Garros y Roma.
LA ATP JUEGA SUS CARTAS
Ironías de la vida, Nastase se había unido recientemente a la ATP, pagando su correspondiente cuota de 500 dólares, así que todos esperaban que se uniera al contraataque que el vestuario masculino concibió en el torneo de Queen’s. Se llamó a la huelga para para boicotear Wimbledon la semana siguiente, retirándose todos ellos del evento en solidaridad con Pilic y su suspensión. Jack Kramer, director ejecutivo de la ATP –y ex campeón de Wimbledon– fue inmediatamente condenado por la prensa británica, se le tachó de irresponsable, obligado días después a dejar su puesto de comentarista en la BBC. Pese a la carga de presión que existía en numerosas direcciones, la realidad es que la mayoría de tenistas se sumaron a la causa. ¿Qué hizo Nastase? Jugar.
“Desde luego, no ayudó que de repente fuera el favorito para ganar”, explicó el rumano en sus memorias, atraído por el instinto competitivo y la oportunidad real de ganar Wimbledon ante un cuadro despejado de estrellas. “Creo que si hubiera sido un mal jugador, a nadie le hubiera importado si jugaba o no, pero chicos: ¡les importaba! Los jugadores me estaban matando en el club, me propusieron que fingiera una lesión en el último minuto, o incluso que tirara mi partido de primera ronda", relata con cierta sorpresa, aunque no hubiera sido la primera vez que lo hacía. "Tuve amenazas día y noche durante toda la semana en Queen’s, apenas podía dormir, no sabía qué hacer. Mientras tanto, mi Federación me había llamado para ordenarme que jugara”.
Aquí es donde entra una carta desconocida para el resto. Claro que Ilie quería ganar Wimbledon, claro que su egoísmo le llevó a jugar el torneo y claro que era conocido por su facilidad para montar numeritos a cualquier precio. Sin embargo, aquella vez sabía que la hazaña era imposible. El de Bucarest –que estiraría su racha ganando también en Queen’s– llegó al All England Club muy cansado, exhausto después de competir durante nueve semanas consecutivas, obligado a tomar un descanso. Lo que no sabían los demás era la orden que había recibido de su Federación y, lo más importante, que desobedecer aquel mandato podría traerle sanciones feroces, así que mejor no ponerles a prueba. Sus padres, por ejemplo, seguían en Rumanía, así que lo último que quería era perder su pasaporte. Por una vez prefirió agachar la cabeza, ser conservador y asegurarse la entrada/salida de su país por encima de otros factores como el compañerismo o la justicia. “Tenía mucho que perder uniéndome al boicot, pero los otros jugadores no parecían darse cuenta de eso”, apunta el rumano.
Dos días antes de arrancar el torneo de Wimbledon, Nastase fue convocado por el comité disciplinario de la ATP, presidido por Stan Smith, para justificar su decisión de competir. Se le leyeron los derechos, que incluían una representación legal, apoyo de testigos y una oportunidad de apelar al veredicto final. “Aquello fue humillante”, recuerda el rumano sin pelos en la lengua. El propio presidente de Rumanía, Nicola Ceausescu, le buscó personalmente para ordenarle que tenía que jugar. Jamás le había llamado por teléfono, por lo que aquel episodio le dejaba entre la espada y la pared. Ilie, que además llegaba lesionado tras una mala caída en la final de Queen’s, no tuvo más remedio que jugar, siendo multado con 5.000 dólares y etiquetado para siempre como un esquirol. El estadounidense Sandy Mayer sería el encargado de eliminarle en octavos de final, aunque la derrota era lo de menos. ¿Acaso le habían faltado principios para elegir la opción adecuada? “Lo que me faltó fue libertad, algo que en el vestuario ignoraban”.
UN RECUERDO INGRATO
Eso sí, nadie podrá quitarle el privilegio de estrenar la Pista Central el primer día de torneo, siendo el primero en pisar la hierba a las 14:00 de la tarde, tomando el papel que deberá haber ocupado Stan Smith. La gente le quería, le seguían a todas partes, y al rumano le encantaba todo esto. Su presencia en las pistas le costó más de una amistad, aunque ninguna tan dolorosa como su ruptura con Ion Tiriac, con el que estuvo muchos años sin mediar palabra. A día de hoy, ya con todo resuelto, Tiriac todavía bromea con matarle debido a lo que hizo. Eso sí, los que nunca tuvieron un gesto de agradecimiento con Nastase fue el propio torneo de Wimbledon, rescatado en aquella edición gracias a un pequeño grupo de referentes que decidieron ir a contracorriente de los demás.
“Me decepcionó que el AELTC nunca me agradeciera que salvara aquella edición, estaban desesperados conque yo jugara, pero nunca, ni antes ni después del asunto, me lo agradecieron. Esa sigue siendo una de la peores cosas que me pasó en mi carrera como tenista. Ni siquiera ser derrotado dolió tanto como el no ser reconocido por Wimbledon. De hecho, la multa que me puso la ATP aquel año fue mayor que el prize money que gané en el torneo, pero nunca se ofrecieron par pagarla”, señala el hombre que semanas después entraría por las puertas grandes de la historia.
Su derrota en cuarta ronda ponía fin a una increíble racha de victorias, pero lo hacía de la manera más traumática y pública posible. Lo cierto es que perder ante Sandy Mayer acabó siendo un alivio para el de Bucarest, ya que se encontraba totalmente fundido física y mentalmente. “Wimbledon 1973 fue el torneo más emotivo que he jugado. Terminó mal para mí, pero sigo creyendo que hice lo correcto al jugar, no solo por razones personales, sino también por la multitud, que me apoyó en todo momento. Esperaba que el AELTC lo apreciara en ese momento, aunque nunca lo demostraron. Quizá algún día me lo hagan saber”, concluye con pena en su autobiografía.
El checo Jan Kodes sería el campeón de aquella edición recordada por siempre debido al bloqueo del vestuario en favor a Niki Pilic, aunque hubo un nombre que sonaría con más fuerza aquel verano. Tan solo unas semanas después de tanto alboroto, el circuito vería el nacimiento del primer ranking ATP. ¿Quién sería el primer jugador en apropiarse de tal distinción? Pues sí, justo el que más críticas había recibido y el que peor parado había salido de aquel boicot, aunque no por eso dejaba de ser el mejor tenista del planeta. Hace justo 50 años, Ilie Nastase se convertía en el primer Nº1 del mundo, ocupando el ático del circuito masculino antes que nadie durante 40 semanas consecutivas, desde el 23 de agosto de 1973 hasta el 2 de junio de 1974. El resto es historia.