Roger Federer y Wimbledon siempre será un binomio inseparable. Durante mucho tiempo, el jardín del All England Tennis Club llevaba el sello distintivo del suizo, que estableció una tiranía en el tercer Grand Slam del año. Tras su retirada oficial, Roger volvió a un lugar de grandes recuerdos, agasajado por una multitud que lo vitoreó.
Es imposible, por supuesto, no sentir cierta emoción cuando observas cómo la gente conserva un cariño inmenso hacia tu figura. Algo así debió sentir Roger Federer cuando salió a la Pista Central, en un Wimbledon 2023 que ya es la primera edición oficial sin el suizo como parte activa del circuito. Fue un día, claro, de muchos recuerdos. De volver a experimentar esas mariposas en el estómago al entrar a una plaza de la que conoce cada rincón. Esta vez, eso sí, desde una perspectiva muy distinta, con la sensación de que ya no le debe nada a un deporte al que se lo entregó todo. Roger se dio la oportunidad de manifestar todo eso en palabras, a través de una entrevista con la CNN de la que hoy ha salido únicamente su primera parte.
Y es un extracto muy curioso en el que Roger confiesa algo importante: cuando pisó la Pista Central de Wimbledon el pasado verano (como parte de las celebraciones por el 100º aniversario de la propia pista, en el que también estuvieron presentes nombres como Rafael Nadal y Novak Djokovic) aún no tenía tomada la decisión de retirarse de forma oficial. El estado de su rodilla y el paso del tiempo le acabaron empujando a tomar una dolorosa decisión. "En aquel momento sabía que podía pasar, por todos los problemas que estaba afrontando con mi rodilla, pero recuerdo decir a la gente en pista que esperaba estar de vuelta con ellos el año que viene. Lo dije de verdad, de corazón". Solo unas semanas después, el de Basilea se decantó por terminar sus días de jugador en una Laver Cup inolvidable, de la que, por supuesto, guarda un gratísimo recuerdo.
"Pensé dónde me iba a retirar, cómo de doloroso iba a ser, hasta qué punto podría ser una celebración... y, finalmente, acabó siendo algo precioso, bajo mi punto de vista. Estar rodeado de Rafa, Novak, Murray, Borg, McEnroe, Laver, Edberg, mi equipo, mi familia... fue un final precioso y me alegro de que fuera así, porque tenía mucho miedo de ese momento, del momento en el que me marchase del juego", pronunció un Federer al que le ha costado acostumbrarse a una vida fuera de las pistas, pero que ya ha encontrado tranquilidad y calma. "Ahora me siento bien. El año pasado fue muy duro, porque todavía intentaba volver a jugar, pero sufrí mucho con la rodilla".
SU FUNDACIÓN, UN TRABAJO ESPECIAL
Entre los muchos eventos y acontecimientos en los que Federer ha participado, destaca un viaje muy especial hacia Lesotho. Con una misión de caridad y como parte de la Fundación a la que Roger da nombre, el de Basilea viajó al país africano acompañado de toda su familia, una experiencia que jamás olvidará y por la que se siente verdaderamente agradecido. "Ese viaje fue verdaderamente especial, aún más especial que los que suelo hacer con mi Fundación, porque mis cuatro hijos pudieron venir, además de mi mujer y mi madre. Lo pasamos increíble. Estuvimos tres o cuatro días y viajamos por todo Lesotho, un país en el que nunca había estado y el último país que se ha unido a la red de nuestra Fundación, que se encarga de apoyar las etapas tempranas de la educación desde 2020. No fue tanto un viaje para mí, sino para los niños, para que pudieran jugar alrededor de las escuelas".