Los tiempos avanzan, el mundo se mueve veloz y la jungla del ocio y espectáculo es cada vez más feroz. Desde hace años el tenis está haciendo un potente esfuerzo por modernizarse y adaptarse a los tiempos, erigiéndose en una disciplina atractiva para los nuevos públicos sin perder su esencia histórica y traicionar los valores primordiales. Todas las entidades rectoras del tenis han entendido la importancia de invertir en mejoras logísticas, de aumentar el prize money de los jugadores y plantear cada evento no solo como un torneo deportivo, sino también como un eje para la economía y sociedad del país organizador. La lluvia es el gran enemigo histórico del tenis y en este Miami Open 2023 ha vuelto a hacer acto de presencia, provocando unas consecuencias horribles para jugadores, aficionados y organización en una de las pistas con más aforo del mundo.
Una de las grandes dificultades del tenis como producto televisivo es la incertidumbre en cuanto a horarios. No hay ningún otro espectáculo del que no se pueda predecir su hora de inicio, dependiendo éste del desarrollo de la jornada y la duración de los partidos precedentes, así como de la lluvia, en aquellos torneos que no tienen pista con techo retráctil. Se ha hecho un gran esfuerzo en este sentido por parte de los torneos más importantes del mundo, contando ya los cuatro Grand Slam con, al menos, una pista con posibilidad de cubrirse, lo cual supone un cierto desahogo en caso de días lluviosos. Roland Garros únicamente posee un estadio con capacidad de taparse, en Wimbledon y US Open ostentan dos estadios con techco retráctil, mientras que en Australia se cuenta con tres grandes pistas con techo retráctil. Es mejorable lo que pueden hacer estos tres majors, pero la necesidad de cambio se centra en los torneos de Masters 1000.
De los 9 Masters 1000 del calendario ATP, tan solo dos torneos cuentan con pista con techo retráctil
Y es que no es factible que en Indian Wells, Miami, Montecarlo, Roma, Canadá (en sus dos sedes, tanto Montreal como Toronto) y Cincinnati no se disponga de una sola pista cubierta. El argumento de los organizadores es que la gran inversión requerida no compensa ante las pocas posibilidades de lluvia que hay en las épocas del año en que se disputan los torneos, pero no es la primera vez que en Florida, Mónaco e Italia vemos una reorganización total de la programación del torneo debido a las programaciones, llegándose a disputar hace unos años una final del torneo romano en lunes, por las continuas lluvias. Los aficionados que compran su entrada para estos eventos se exponen al riesgo de no poder ver el espectáculo al que acuden y la política de devolución del dinero es muy firme y suele contemplar la no devolución en cuanto se dispute una hora de juego en todo el día.
Obviando el caso de París-Bercy que se disputa indoor, de los 9 Masters 1000 que se disputan en el calendario ATP, tan solo dispongan de techo retráctil el de Shanghái, en una pista, y el Mutua Madrid Open, en tres estadios, supone un claro aspecto a trabajar por parte de las máximas entidades del tenis mundial, que han de ser conscientes de la importancia de asegurar la celebración de los partidos. El caos que se genera tras una jornada cancelada repercute negativamente tanto en los aficionados como en los tenistas, que se ven abocados a sobreesfuerzos físicos y mentale con la incertidumbre de si pueden saltar a pista o no y la posibilidad de tener que jugar dos partidos el mismo día o con muy poco descanso, partiendo en una situación de desventaja competitiva con un rival que quizá sí haya podido competir antes. Queda mucho trabajo por hacer.