Nadie podrá decir que Carlos Alcaraz no tiene ambición en su vida y su carrera. El murciano, ayer en rueda de prensa desde Miami, confesó a los periodistas que su motivación es ser uno de los mejores de la historia y parecerse al Big 3, que no quiere quedarse con lo logrado hasta ahora y que sus metas son mucho más altas aún. Como siempre suele ocurrir con estas cosas, ya hay quien ha saltado tras estas palabras y es que hoy día incluso se critica que un chico de 19 años sueñe a lo grande y sea inconformista.
“Cuando gane 20 Grand Slams, hablamos”.
Es injusto comparar números de cualquier miembro del Big 3 en la actualidad con Carlitos porque, como es evidente, el murciano aún no ha cumplido los 20 años y es imposible que pueda competir con las cifras de los que llevan prácticamente dos décadas de carrera. Él tiene esas cifras como motivación para hacer su carrera, como objetivo para poder dar lo mejor de sí en los años que le vienen por delante. Mejor tener eso como motivación, que no fijarse únicamente ganar un Slam para que, cuando lo gane, como le pasó a Thiem, cayese en un agujero del que no sabía cómo salir porque ya no sabía cómo motivarse para seguir compitiendo tras lograr el objetivo que persiguió toda su vida. Fijarse en los mejores le hará seguir manteniendo la llama.
“Está número 1 porque Nadal y Djokovic están viejos, lesionados o no les dejan jugar”.
Este recurso, muy manido desde hace doce meses, lo utilizan algunos para demeritar lo logrado por Alcaraz en este tiempo. Él no tiene culpa de que Nadal y Djokovic hayan pasado los 35 años o de que al serbio no le dejen competir en otros torneos. Él se ha ganado por méritos propios cada título que ha levantado en pista y ese número 1. Muchos pensaban que en este 2023 podía pegar un bajón al sentir la presión de defenderlo todo y su inicio de año ha demostrado que está hecho de otra pasta.
Y una cosa más respecto a esto, igual que en su día se marcharon Borg, McEnroe, Lendl, Connors, Sampras o Agassi, y pensábamos que el tenis se iba a morir sin esas figuras, la vida siguió y, con ella, nuevas rivalidades y tiempos nuevos. Los Slams y M1000, así como el número 1, valía lo mismo hace 30 años, hoy y mañana. Cuando Nadal y Djokovic se retiren (ojalá dentro de muchos años), esos torneos seguirán valiendo lo mismo y aunque ellos ya no estén, los triunfos que logre Alcaraz tendrán el mismo valor.
“No es humilde. Ni Djokovic ni Nadal dijeron nunca nada de querer ser el mejor a esa edad”.
La memoria es muy corta, obviamente, pero son ya muchos años los que venimos escuchando por parte de Nole y Rafa que luchan por ser el mejor de la historia. Incluso de pequeños, hay vídeos de los dos hablando de que sueñan con ser un día número 1. Porque se trata de eso, de sueños, de objetivos, de metas a lograr en la vida. Hay algunos que quieren matar a un chico de 19 años que solo sueña con ser el mejor, o uno de los mejores, en lo que él hace. ¿Qué hay de malo en eso? ¿Se es menos humilde por decir lo contrario?
Qué sociedad podemos formar si hay gente que juzga a mal que una persona tenga ambiciones, como si eso fuese poco ético. El chico no ha dicho que será el mejor, sino que quiere ser uno de los mejores. Precisamente, esa mentalidad es la que le puede llevar a ello. En una sociedad joven como la de ahora, donde todo se quiere conseguir con el menor esfuerzo y lo más rápido posible, deberíamos tener como ejemplo que alguien tenga esos sueños tan grandes.
Por supuesto, el listón lo ha fijado muy alto y es fácil no alcanzarlo, porque hablamos de tres tipos que han destrozado todos los récords de la historia y que aún siguen sumando números a sus cifras. No será sencillo, puesto que se requiere de una dedicación máxima durante los próximos 20 años. Eso es mucho tiempo y pueden pasar mil cosas por el camino, como lesiones, pérdida de motivación o cambio de mentalidad, pero es de aplaudir que simplemente quiera atreverse a igualarlo o superarlo.
Por suerte, hay una gran mayoría que sí valoran estas palabras de Alcaraz. Y es que nadie debería juzgar los sueños de ninguna persona, por muy difíciles que puedan parecer, y eso deberíamos aplicárnoslo a nosotros mismos. Cuando alguien dice que eso que intentas lograr es imposible, lo mejor es no hacerle caso, porque está hablando de sus limitaciones, no de las tuyas. Carlitos, ve a por la historia. Nosotros estaremos aquí dispuestos a vivirla contigo.