
En la vida las cosas más salvajes siempre suceden de noche y Carlos Alcaraz parece estar dispuesto a erigirse en el tenista nocturno por antonomasia, brindando batallas memorables y emergiendo cual lobo-hombro para devorar a sus presas. El español consiguió el billete a la final del ATP 500 Río de Janeiro Open 2023 en uno de esos partidos que criban a los buenos jugadores de los mejores, que distinguen a la perfección a los tenisas de primera categoría de los que están llamados a construir un carrera legendaria. El murciano consiguió imponerse a un espectacular Nicolás Jarry, superando el desgaste físico y emocional acumulado en las dos últimas semanas, así como molestias en su pierna derecha, para darse un baño de masas en una noche mágica. Ganó por 6-7 (2) 7-5 6-0 y se cita en la final con Cameron Norrie.
Cada vez resulta menos natural para un tenista competir en semanas consecutivas, ante el tremendo desafío que supone mantener el nivel competitivo en lo más alto. Pero mucho más complicado debería ser para un chico de 19 años con toda la presión de sentirse favorito allá donde va y tener que ganar sea como sea. Carlos no es un joven normal para su edad y está volviendo a demostrarlo en esta gira sudamedicana sobre tierra batida. La humildad con la que afronta cada partido, sin dar nada por hecho y valorando la peligrosidad de todos sus rivales, esa capacidad mental para no venirse abajo con sus errores ni reprocharse los altibajos tenísticos y, sobre todo, esos intangibles de campeón que le hacen elevar su nivel en el momento preciso.
Necesitó lo mejor de sí mismo para deshacerse de la caza acechante del chileno. Jarry salió a pista encendido en el primer set, dispuesto a quemar la pelota, asumir la iniciativa y sorprender al murciano. Consiguió un break inicial y apabulló durante siete juegos a un Carlitos que aguantaba el chaparrón como podía para no encajar un doble break. Fue ahí donde llegó el primer aviso para Nicolás de que no tenía enfrente a un rival como otro cualquiera. Pasó de la nada al todo en un pestañeo Alcaraz, encadenando tres juegos consecutivos simplemente espectaculares. Lejos de amilanarse, el chileno mantuvo el pulso, llevó el set al tiebreak y ahí aprovechó cierta ansiedad del español, que cometió demasiados errores tácticos.
Alcaraz levantó cuatro bolas de rotura en contra en el primer juego del segundo parcial
Varapalo notable el que supuso para Carlos perder un parcial al que se aferró con determinación, pero que dejó escapar al no mantener su nivel de juego. Las cosas parecían tornarse muy oscuras para sus intereses en el arranque de la segunda manga, con Jarry disponiendo de hasta tres oportunidades de rotura, incluyendo un 0-40 en el primer juego. Eludió Alcaraz esa situación límite y fue capaz de mantener una regularidad en su tenis que no se le había visto últimamente. Se situó lejos de la excelencia volcánica que es capaz de alcanzar, pero también de las espirales de errores en que se sume en ocasiones. Transcurrió el set con dominio de cada uno al servicio, hasta que con 6-5, se desató la tormenta perfecta. El español subió su intensidad e hioz temblar a Jarry con su determinación para dar un golpe mortal al partido. Break y equilibrio de fuerzas en el marcador.
Con el público rendido a sus pies ante tal demostración de coraje, mentalidad ganadora y excelente tenis, Alcaraz flotó por la pista durante un tercer parcial en el que las esperanzas de Nicolás Jarry se diluyeron cual azucarillo en café. El chileno mostró un nivel que le hubiera permitido ganar este partido en dos sets prácticamente ante cualquier otro jugador del circuito, pero toparse con un coloso como el murciano fue demasiado para que pudiera mantenerse en la excelencia más tiempo. Endosó Carlos Alcaraz un contundente rosco al chileno para meterse en la final del ATP 500 Río Open 2023 rebosante de confianza y siendo consciente del mérito que ha tenido esta victoria, dado el nivel del contrincante y todo el contexto.