Abedallah Shelbayh, la perla de Jordania criada en Manacor que ya hace ruido entre los mejores

El jordano, que ha entrenado en multitud de ocasiones con Nadal, se dio a conocer al mundo en las últimas semanas. ¿Quién es este zurdo tan prometedor?

Abedallah Shelbayh. Fuente: @abdullahshelbayhh
Abedallah Shelbayh. Fuente: @abdullahshelbayhh

Jordania. País desconocido para tantos y que esconde una riqueza natural infinita. Desde Petra, una de esas maravillas naturales que nuestro mundo puede ofrecernos, hasta el desierto de Wadi Rum o las aguas cristalinas del Mar Rojo. Uno de los estados más tranquilos del siempre inestable Oriente Próximo, las reservas naturales y los monumentos y sitios arqueológicos dan vida a la nación bañada por el río Jordán. Un lugar de culto para muchos que posee innumerables atractivos. Pero, ¿y el tenis? ¿Acaso el deporte de la raqueta es también un filo más en la espada de la riqueza del país? Por desgracia, la respuesta es no. Apenas hay tradición tenística en este lugar... aunque eso bien podría cambiar pronto de la mano de un tipo multicultural como pocos: nació y creció en Jordania, se crió tenísticamente en Manacor y compitió a nivel universitario en Florida. Él es Abedallah Shelbayh.

Pero vayamos por partes y volvamos a los orígenes de este zurdo de 1,80 metros. Desde el primer momento, y de maneras que Shelbayh jamás se iba a imaginar, su camino en este deporte estaría marcado por un nombre de sobra conocido. Un tal Rafael Nadal sería responsable casi directo de que el pequeño Abedallah empuñase una raqueta por primera vez. Curioso y vivaz, a los cuatro años Shelbayh comenzó a hacer preguntas a su padre. En la televisión, el marco incomparable de Roland Garros y la presencia de su emperador por antonomasia. Khaled, impresionado por la insistencia de Abedallah, decidió comprar una raqueta e introducir a su hijo al mundo del tenis. El gusanillo jamás se marchó. El joven Abedallah, que, al igual que Rafa, jugaba con la zurda a pesar de ser diestro (sí, las similitudes no acaban), tardó poco en brillar y despuntar con luz propia. Faltaba el apoyo necesario para dar el paso al siguiente nivel.

Lo encontró en una persona relacionada con la realeza de su país: la princesa Lara Faisal, mujer de Faisal bin Ra'ad que, a su vez, es hijo del príncipe de Jordania, Ra'ad bin Zeid. Sí, los orígenes de Shelbayh también incluyen un guiño a la aristocracia jordana, por inverosímil que pueda parecer. Lara maneja una asociación llamada 'Rise for Good' que se dedica a prestar apoyo y ayudas a los jóvenes talentos árabes que necesiten de la infraestructura correcta para brillar, poniendo el foco en un país que necesita de ídolos y referentes. Faisal atisbó el talento de un Shelbayh que ya hacía maravillas con su zurda, y se convirtió en la benefactora ideal para que el joven Abedallah pudiese migrar, solo y a los 14 años, en busca de su sueño. ¿Dónde? En la Rafa Nadal Academy.

MANACOR Y LA PRIMERA GENERACIÓN DE LA ACADEMIA

"No fue fácil dejar a mi familia atrás, no fue fácil decir adiós a mis padres, pero ellos sabían que era lo suficientemente responsable". Shelbayh siempre fue un tipo muy seguro de sí mismo, el primer creyente en todo su talento. La Academia del manacorí estaba recién inaugurada: apenas llevaba meses en funcionamiento cuando Abedallah aterrizó en Manacor. Formaría parte de una de las primeras generaciones producidas "100% en la Academia", junto a nombres como Dani Rincón, uno de sus mejores amigos. Imagínense lo que supone llegar desde Jordania y adecuarte a la exigencia de un lugar tan inmenso como éste: estudios, entrenamientos, entorno completamente diferente y un largo camino por delante.

Por encima de todo, claro, el tenis. Un devoto de este deporte con un talento natural ilimitado: la clase y la variedad en el tenis de Shelbayh, además de su ambición y gen competitivo, llamaron la atención del propio Rafa. No tardó demasiado, junto a Carlos Moyá, de dar la oportunidad a Shelbayh de entrenar con él en repetidas ocasiones, aportando una ayuda fabulosa mientras el jordano crecía a todos los niveles. "Quise entrenar con Rafa desde el primer día que llegué a la Academia. He jugado mucho con él y creo que a él le gusta jugar conmigo. Siempre son muy amables conmigo, aunque es un poco extraño entrenar con mi ídolo, con alguien por el que me cambié de mano dominante. He aprendido muchísimo de él, siempre da lo mejor de sí mismo en cada entrenamiento y no es nada arrogante. Es un tipo increíble". Como es lógico, Shelbayh no puede esconder la admiración que siente por quien, en cierto modo, podría considerarse su padrino tenístico. Pero no se piensen que en este camino todo es de color de rosas.

UN PUZZLE PROMETEDOR, PERO DESORDENADO

De Shelbayh siempre se habló como uno de los mayores talentos, sino el mayor talento, de la Academia de Nadal. Uno de esos jugadores en los que apostar muy fuerte desde el minuto uno. La materia prima con la que construir es excelsa: hablamos de un tipo de estatura media, con un servicio más variado que potente pero que puede herirte de varias formas, capaz de abrir ángulos con una facilidad innata, capaz de cambiar direcciones con muchísima facilidad, capaz de tirar paralelos como si nada... ¿hay algo de lo que no sea capaz, acaso? A nivel tenístico, poco. El problema de Abedallah siempre estuvo en su cabeza, en los demonios internos que revoloteaban en ocasiones. Sabedor de su potencial, poner orden a sus ideas siempre fue un paso complicado, y la frustración de ver cómo otros de sus compañeros eran capaz de ganarle podían abrumar al jordano.

De hecho, un retrato parecido aporta el documental de la Academia de Nadal, donde se centran en el potencial a la vez que en los demonios internos del jordano. Con el paso del tiempo y con nuevas experiencias, su tendencia a la irregularidad se ha ido atemperando. Merced también al gran trabajo de James Allemby, uno de los entrenadores de la Academia y el encargado de viajar con él en los últimos meses (un prototipo ideal para asentar y humanizar al genio: un exjugador pura 'clase baja' del tenis reconvertido a un magnífico entrenador), el tenis de Shelbayh empieza a ser canalizado de la manera correcta. Hace muy poco, claro, llegó su presentación al pueblo.

MINIEXPERIENCIA EN FLORIDA Y DE CABEZA AL CIRCUITO

Cuando Shelbayh finalizó sus estudios en la Academia de Rafa Nadal, varios caminos se abrían en el horizonte. Finalmente, la ruta que eligió fue la de ser becado hacia una de las grandes Universidades estadounidenses: Florida. Su experiencia como Gator, eso sí, fue muy breve. Se hablaba de él como uno de los candidatos a hacer olvidar a Ben Shelton, que tardó poco en dar un paso al costado y abrirse paso en el circuito profesional. Sin embargo, el espíritu competitivo del jordano salió a relucir pronto y dejó a Florida sin uno de sus grandes exponentes. Ni una sola temporada estuvo allí: tras despuntar en el parón veraniego universitario a nivel ITF (ganó dos títulos en Monastir), Shelbayh tomó la decisión de competir en el circuito y finalizar su etapa universitaria tras solo un año en Florida. Apostó en sí mismo... y la jugada no le está saliendo mal.

Volviendo locos a muchos de sus oponentes, su crecimiento en este inicio de 2023 está siendo vertiginoso. Tras acabar el pasado año coronándose en un nuevo Futures en Eslovaquia (donde, por si fuese poco, derrotó en la final a su gran amigo y compañero Dani Rincón), se ha presentado en sociedad con una rapidez abrumadora. Sus dos primeros torneos Challenger lo dice todo: en uno consiguió su primera victoria a este nivel tras pasar la fase previa, en el último llegó a la final tras sumar su primera victoria ante un top-100 (en Bahréin, derrotó a Jason Kubler). Por si fuese poco, hace un par de días compitió en el ATP Doha 2023, siendo capaz de sacarle un set a Soonwoo Kwon y de dejar toques de genialidad en un gran escenario.

Tras escalar casi 200 posiciones desde el inicio de temporada, el camino de Shelbayh es aún muy largo. A sus 19 años y ya establecido entre los 300 mejores del mundo, los momentos de crisis volverán a llegar, épocas en las que los fantasmas, quizás, vuelvan a aparecer. Pero la experiencia es un grado, y si algo sabe Abedallah es de sacrificarse para alcanzar sus objetivos. El chico que imitó a Nadal con solo cuatro años, que ya hace historia para Jordania y que fue protagonista de una serie de televisión quiere que el mundo le conozca por lo que hace su raqueta, la varita zurda de un genio capaz de hacer mil cosas sobre una pista de tenis. Si no se fían de mí, hagan un hueco y obsérvenle en su próximo evento. No se defraudarán.

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