El tenis estadounidense está de vuelta

Tras muchos años de travesía en el desierto, los norteamericanos volvieron a registros históricos de hace casi treinta años. ¿Llegaron para quedarse?

Carlos Navarro | 31 Jan 2023 | 07.00
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Ben Shelton y Tommy Paul tras sus cuartos de final en Australia. Fuente: Getty
Ben Shelton y Tommy Paul tras sus cuartos de final en Australia. Fuente: Getty

A lo largo de los últimos años hemos hablado largo y tendido de la sequía del tenis estadounidense en las grandes citas y en la parte noble clasificatoria. Han sido meses y meses complicados, una época en la que cada cierto tiempo nos encontrábamos noticias que indicaban un claro declive en prestaciones por parte de los representantes del país de las barras y las estrellas. Lejos de estar presentes en las grandes citas, alejados de las cotas que alcanzó la generación dorada liderada por Andre Agassi y Pete Sampras, parece que el inicio de 2023 ha escenificado el verdadero cambio de guardia: un relevo generacional liderado por nombres como Tommy Paul, Sebastian Korda, Ben Shelton, Taylor Fritz o Frances Tiafoe.

Ninguno de ellos es aún el gran favorito para conquistar un Grand Slam, pero esta semana volvieron a igualar un registro histórico que databa del año 1995. Hace casi treinta años que los Estados Unidos no reunían semejante cantidad de jugadores en el top-50 ATP. Son diez los afortunados, mas la mejor noticia para los aficionados norteamericanos se trata de la joven edad de nuestros protagonistas. Solamente John Isner supera los 25 años de edad en un elenco que se compone de diversas generaciones de jugadores #NextGen: todos ellos llegaron al circuito en, al menos, el primer año de la creación de un término que ha dejado más desilusiones que esperanzas.

No aplica esta máxima, sin embargo, en muchos de estos proyectos. Taylor Fritz necesitó cierto tiempo de maduración y cocción para pulir ciertos aspectos de su tenis, pero se ha confirmado como un top-15 muy sólido capaz de, en este sentido, acabar con registros de esos que hacen pupa (¿hacía cuánto tiempo que un estadounidense no conquistaba Indian Wells, uno de sus eventos estrella?) Y si el principal debe del californiano es dar el paso adelante en los Grand Slams, ya aparecen otros actores secundarios para dar alegrías a los suyos. En los últimos dos Grand Slam, los protagonistas provenían de la segunda fila, pero se encargaron de dejar la bandera estadounidense en lo más alto: Frances Tiafoe (que perdió contra el campeón del torneo) en Nueva York y Tommy Paul en Australia (que perdió, cómo no, contra el campeón del torneo).

Pero si bien todos los tenistas mencionados se encuentran actualmente dentro del top-20, es quizás el séptimo de caballería que aún se encuentra más lejano en el horizonte el que verdaderamente ilusiona al público. Por potencial, actuaciones ante los mejores del mundo y el propio carisma del jugador en cuestión, dos nombres en diferentes estados de cocción sobresalen entre la multitud. Por un lado, el tenis artesanal, fluido y de 'poder fácil' de un Sebastian Korda que, por el contrario, se muestra muy tranquilo y sereno en la pista, a veces en demasía. Ese instinto asesino lo posee en cantidades industriales Ben Shelton, el último dominador del tenis universitario y un jugador acostumbrado a crecerse en grandes ambientes, si bien aún muy joven como para presentar una amenaza en el corto plazo (aún tiene un enorme margen de crecimiento en sus golpes y está, como se diría coloquialmente, 'menos hecho' que sus compatriotas).

EN BÚSQUEDA DE UN VERDADERO DOMINADOR

Quizás la cruz del tenis estadounidense radique aún en la búsqueda clara del 'heredero', esa figura clarividente que siempre coloquemos como candidato a conquistar un Grand Slam. Da la sensación de que, más allá de tener una pléyade de outsiders capaces de dar un susto a cualquiera en un gran día, ninguno de los estadounidenses está preparado aún para la primera fila. Se exige un paso adelante de nombres como Fritz o Tiafoe, además de confiar en el proceso natural de cocción de Korda, Shelton, Brooksby o Nakashima. Hasta entonces, pensar que estos nombres pueden instaurar una verdadera dinastía es altamente improbable... pero, mientas tanto, ya han acabado con el primer gran problema: la falta de nombres interesantes en la élite. El tenis estadounidense está de vuelta con nombres sobradamente preparados... y que quieren mucho más.