JC Aragone, diabético y tenista profesional

El estadounidense de 27 años explica en un reportaje lo que supone ser diabético dentro del deporte de élite. Un caso tan especial que merece ser analizado.

Juan Cruz Aragone en un reportaje reciente. Fuente: Tennis.com
Juan Cruz Aragone en un reportaje reciente. Fuente: Tennis.com

Puede que a muchos de ustedes nos les suene el nombre de JC Aragone, así que antes de entrar en detalle a su historial médico lo mejor será mencionar algunos datos. Nacido en Argentina en 1995, su familia se mudó a California cuando él tenía 8 años, una transición complicada que le llevó a refugiarse en la raqueta. Así arrancó su andadura en el tenis, brillando en la adolescencia gracias a su trabajo en Florida. Tras pasar por la Universidad, acabó haciéndose profesional en 2017 y alcanzado su mejor ranking un año después (#224), aunque lo más importante de su ficha no tiene que ver con los números.

Gracias a un reportaje brillante elaborado por Tennis.com hemos podido conocer el lado más personal del norteamericano, tan personal que está relacionado con su estado de salud. Todo empezó hace unos años cuando Aragone empezó a sufrir síntomas extraños, algo parecido a la gripe. Aquello que parecía un resfriado fuerte derivó en más fiebre de lo normal, urticaria, unos dolores que no le dejaron ni levantarse de la cama. Algo pasaba y la respuesta se la daría un doctor.

“Terminé acudiendo lo más rápido posible a urgencias, tan pronto como llegué allí me dejé caer sobre una camilla, no podía soportarlo más. Pasé de luchar en la pista a luchar en el hospital”, manifiesta Juan Cruz en el artículo. “Cuando me desperté sentí que despertaba de un sueño, estuvo como dos semanas allí, no tengo ningún recuerdo y lo peor de todo es que nadie sabía decirme realmente lo que me estaba pasando”, recita con los pocos recuerdos que conserva en su cabeza. Por fin, tras muchos meses de pruebas y métodos, los médicos encontraron la causa de aquellos síntomas. El diagnóstico era claro: diabetes tipo 1. Una enfermedad sin cura.

“Fue difícil escuchar a los médicos decirme que igual no podría volver a jugar al tenis al nivel profesional”, confiesa Aragone sobre la parte más dolorosa del discurso. “Me dijeron que tenía que parar de jugar y descubrir de qué manera afectaba la enfermedad a mi cuerpo, cómo afectaría en mi vida. Se preocuparon por mantenerme como una persona saludable que sufre de diabetes tipo 1, pero yo quería ser una persona saludable que sufre de diabetes tipo 1 y que, además, sigue su carrera en el deporte de alta competición”.

Fue ahí cuando el mundo de Aragone empezó a cambiar, y no a mejor. Muchas marcas y algunas personas dieron un paso atrás, se alejaron de su círculo, menos mal que ahí estuvo siempre al pie del cañón su entrenador, Brian Boland. El hombre que le acompañó en su etapa universitaria también estuvo a su lado en los días más grises de hospital. El tiempo pasó, el tenista fue aprendiendo a escuchar su cuerpo, pero jamás renegó de la competición. Porque de buscar tu sueño nunca te puedes rendir.

DIABÉTICO Y DEPORTISTA

“Aprendí que no existe una fórmula exacta para tratar la diabetes tipo 1, consiste más en adaptarse y ajustarse día tras día. Ahora, cuando mira al pasado, no sé cómo lo superé, pero estoy feliz de haberlo conseguido y haber aprendido mucho sobre mí, tanto dentro de la pista como en lo que respecta a mi enfermedad”, expone el estadounidense, quien muestra durante el reportaje cuáles son los métodos que utiliza a diario para mantener a raya la insulina.

Tan seguro estaba de querer llegar hasta el final que incluso rechazó una oferta laboral de Wall Street, un empleo seguro y con garantías para dar el salto a un tipo de vida totalmente distinto. Pero su sueño era ser profesional, no estar delante de un ordenador. Y aunque ahora mismo ese sueño está bastante lejos, el actual #551 del mundo está dispuesto a gastar tanta mecha como le quede, esperando que su experiencia sirva al menos para demostrar a otras personas que esta enfermedad no tiene por qué cruzarte en tu camino como tenista.

Lucho por jugar al tenis siendo diabético tipo 1, para eso sigo trabajando cada día, hasta que encuentre la manera. Si yo puedo hacerlo, siento que otros también podrán. Independientemente de lo que pase en el futuro, estoy seguro que encontraré la manera de seguir en activo y jugando al tenis, tratando que otros diabéticos practiquen este deporte que tanto amo”, concluye con emoción.

Comentarios recientes