
Holger Rune se ha convertido en uno de los grandes nombres propios del 2022. Siempre se habló largo y tendido del danés como una de las grandes promesas del tenis mundial. Los motivos eran múltiples: había dominado con solvencia el circuito júnior (consiguiendo mejores resultados que, por ejemplo, Carlos Alcaraz), siempre mostró una ambición por llegar a lo más alto bastante clara y, sobre todo, sobre él se formaba un gran equipo plenamente consciente de la perla que tenían entre manos. Al igual que Juan Carlos Ferrero con el murciano, Lars Christensen siempre supo del potencial de Holger, mimándolo, potenciándolo y corrigiendo los malos hábitos del camino.
Porque, a pesar de toda la proyección y la magnífica materia prima existente, no siempre el escandinavo tuvo un camino de rosas. Podría decirse, de hecho, que han existido errores en su hoja de rota, si bien este 2022 ha demostrado que fueron subsanados a las mil maravillas. Al comenzar esta temporada, Rune tenía varias asignaturas suspensas. Una de ellas, el estado físico y su tolerancia a partidos realmente largos. La otra y principal, su calendario y excesivo uso de las invitaciones a torneos ATP, saltándose varias etapas y sin foguearse antes en el circuito Challenger.
A sus 19 años, la irrupción tan impresionante de su coetáneo, un Carlitos Alcaraz que copó todas las portadas ya en el primer tercio de temporada, hizo que Holger progresara adecuadamente en aquellos temas pendientes sin recibir la presión ni las exigencias que podría tener un líder generacional. Recibió wildcards para los torneos de la gira sudamericana, planificando un calendario muy extraño en base a ellas (jugó en Marsella, en diferente superficie, justo en mitad de los torneos de Buenos Aires y Santiago). Los resultados, evidentemente, no fueron buenos, si bien poco después Rune sumaría su primera victoria en Masters 1000, derrotando en Indian Wells a Ugo Humbert. Ahora bien... Miami le recibió lleno de molestias físicas, retirándose en primera ronda de la fase previa.
Así pues, Holger se dio cuenta de que tocaba dar un paso atrás con el mero objetivo de tomar impulso. Bajó al circuito Challenger y conquistó inmediatamente el torneo de San Remo. Sería su última participación en un escalón en el que triunfó a mediados del 2021, erigiéndose en un claro top-150 gracias a su paso por estos torneos. Al triunfo en la ciudad italiana le sucedería su presentación en sociedad al circuito: su primer título ATP en Munich, triunfos en Montecarlo y Belgrado, semifinales en Lyon y su primera victoria ante un top-5 en Roland Garros, donde llamó la atención de todo el mundo tras superar a Stefanos Tsitsipas y alcanzar los cuartos de final.
Tras mucho trabajo y con el debido conocimiento de sus carencias y fortalezas, parecía que el cuerpo dejaría de traicionar a Rune. Primera tarea, pues, cumplida. Ya como parte de la clase media del circuito, fue entonces cuando a Holger le tocó lidiar con la resaca del éxito. Su tenis, muy orientado a las canchas lentas y basado en grandes defensas y contragolpes, no encontró acomodo ni en la gira de hierba ni en la pista dura norteamericana. Seis derrotas en seis primeras rondas: las nubes negras volaban sobre la cabeza del danés, incapaz de darle la vuelta a una situación realmente complicada. Era un test de fé y madurez tanto para él como para todo su equipo... del que salieron realmente indemnes.
CONFIAR EN EL PROCESO
Tiene mucho mérito que un chico de 19 años consiga encauzar esta situación, sobre todo a nivel emocional, con la entereza de Holger. Hablábamos de su equipo de trabajo: tanto Lars como Mike James, el analista de datos que siempre está en su box, sacaron diversas lecciones sobre lo sucedido en estos dos meses del año. Tocaba hacer algunos pequeños cambios al tenis de Rune, cambios que necesitaron tiempo, pero que acabaron dando resultado.
No se desesperó Holger por la creciente racha de derrotas. Su tenis ha experimentado una transformación impresionante en los dos últimos meses: su servicio se ha convertido en un arma casi letal, el saque + 1 es ahora un patrón bastante fiable de juego y, en general, la versatilidad y polivalencia de Rune se han acrecentado gracias a su mayor intención de atacar. Ser proactivo en los intercambios le ha convertido en todo un peligro en canchas bajo techo, donde, además, el factor meteorológico se neutraliza, el juego va más rápido y, por tanto, los posibles problemas de resistencia son prácticamente inexistentes.
Los resultados son solo el trabajo minucioso al que se ha sumado en las últimas semanas Patrick Mouratoglou, su especie de 'consejero' desde sus primeros días en la Academia. No se debe confundir, eso sí, el rol de mentor: el trabajo 'sucio' le pertenece a Christensen, al lado de Holger y su familia desde los tiempos de Le Petits As. Ahora, claro, las preguntas que podemos hacernos son múltiples: ¿dónde está el techo de Rune? ¿De verdad es su proyecto una certeza de éxito?
Hay varios factores que nos invitan a pensar que sí. Al igual que con Alcaraz, existió una creencia casi irracional en el potencial y las posibilidades de Rune, permitiéndole tener un equipo con varios miembros desde las primeras etapas de su carrera. Esa creencia externa solo está alimentada por la propia ambición de Holger, un tipo que respira tenis y que siempre ha afirmado tener un carácter extremadamente ganador, no contentándose con los segundos puestos incluso en categorías infantiles. Su 2022 es ilusionante, no solo por su evolución tenística, sino (y especialmente) por su capacidad de recuperarse a nivel mental de una racha tan horrible... con solo 19 años. Ética de trabajo incuestionable, actitudes infantiles que parecen haber quedado atrás y un tenis muy completo, con quizás aún el interrogante del estado físico en escenarios de extrema calor (Australia, a lo largo de dos semanas).
Eso sí: el puzzle parece muy completo, las piezas empiezan a caer en su lugar y el danés ha entrado a la élite tirando la puerta abajo. ¿Llegará tan lejos como muchos puedan pensar a día de hoy? Solo el tiempo lo dirá. Eso sí... el futuro del tenis es brillante con sujetos como él. No le quitaremos el ojo de encima.