Disfrutar del sufrimiento es algo que solo unos pocos privilegiados del deporte consiguen y Paula Badosa no lo ha hecho durante una temporada enormemente complicada para ella. No hay peor sensación que ver cómo una tenista pierde esa chispa genuina que eleva su tenis a un nivel superior, esa alegría a la hora de golpear, asumir los varapalos y reponerse con fuerza y coraje. Quien el pasado año se erigió en una bestia competitiva que vencía a sus propios fantasmas y los espantaba a base de un juego asombroso y una actitud positiva y encorajinada, ha tornado en este aciago 2022 en una joven presa de sus propias expectativas, carcomida por el qué dirán, bloqueada ante las derrotas y con una mente atormentada por la falta de sensaciones y problemas físicos.
Las críticas mordaces y ataques despiadados que recibe la española son una forma vil y cobarde de ensañarse con alguien que necesita ayuda de su entorno inmediato para saber gestionar los altibajos de una carrera de élite, asi como comprensión por parte del gran público. Paula es la primera interesada en volver a ser esa tenista completa, inabordable, capaz de atacar con potencia y defender con solidez, rindiendo a un alto nivel en todas las superficies. Eso no ha desaparecido. De hecho, ha habido claras escaramuzas de su mejor versión que, si no han tenido continuidad, ha sido por ese enemigo invisible pero tan difícil de vencer durante todo el año: ella misma. Su título en Sidney y una meritoria cuarta ronda en el primer Grand Slam del año se enmarcaban dentro de la normalidad y su gira en Indian Wells y Miami no hacía presagiar el desplome que vendría después... ¿O sí?
La gira australiana y su actuación en Indian Wells fueron los mejores momentos de su campaña
Un rictus de angustia y la sensación de ir al límite a nivel mental es lo que se desprendía de cada partido de Badosa, que tuvo que retirarse en cuartos de final del Miami Open 2022, siendo la primera de las cuatro que ha tenido durante este año, síntoma inequívoco de que su físico requiere de un trabajo muy específico para no sufrir lesiones y molestias que le corten el ritmo. La gira de tierra batida ya hizo ver que algo no funcionaba y una nueva retirada por lesión en Roland Garros 2022 suavizaba la decepción no ya de no haber conseguido buenos resultados, sino de haber sufrido en la pista de forma permanente. Vio la luz en Wimbledon 2022 con un gran triunfo sobre Kvitova, pero la manera de caer ante Halep fue dolorosa, al sentir que estaba muy lejos de las mejores.
Ahí comenzó el hundimiento definitivo. La victoria sobre Gauff en San José fue el último atisbo de alegría durante unos meses en los que ha cosechado 8 derrotas en los últimos 11 partidos. Su actitud en Flushing Meadows fue especialmente dolorosa para todo amante de este deporte y seguidor de Paula. Lo que allí se vio no era a una tenista falta de confianza buscando un punto de inflexión del que emerger, sino a una joven temerosa de encaminarse a un precipicio que consideraba inevitable. Si la cabeza falla es imposible rendir a este nivel y hay que reconocer a Badosa su tenacidad y perseverancia por encontrarse a sí misma. No lo ha podido hacer, presa de los miedos a no cumplir con las expectativas, de la presión mediática y lo que ella considera un fracaso.
Badosa entró en una espiral de malas sensaciones después de Wimbledon
Lo peor que podría hacer la española es ver el mundo exterior como un enemigo. Ya dijo mediada la campaña que a veces tenía ganas de salir a la pista y que nadie la conociera; volver a ser esa tenista bajo el radar a la que nadie pjuede exigir nada, siendo la victoria un gran éxito y la derrota algo esperable. Pero el deporte no es así y si se quiere triunfar en lo más alto hay que estar preparada para exigirse a sí misma, asumir el nuevo rol y no prestar tanto atención al ruido externo. Medidas drásticas como dejar de entrar a las redes sociales son síntomas inequívocos de una debilidad que puede y debe ser trabajada por su entorno.
Toda crisis es una oportunidad y así ha de afrontar los próximos meses Paula Badosa. Tendrá que ir paso a paso, sin obsesionarse con lo que pudo ser y no fue o con los éxitos que registró en 2021. Comparar su nivel constantemente con el de Indian Wells 2021 sería un error ya que solo llegará ahí con tiempo de maduración, un trabajo físico y mental coordinado e integral, así como mucha paciencia. Pero si algo ha demostrado este año es que lo más importante y difícil no es llegar, sino mantenerse. Probablemente, estos complicados meses se erijan en un aprendizaje inmejorable para la española de cara al futuro. Tiene tenis y carisma de sobra como para ser una de las mejores del mundo, y mucho tiempo por delante para demostrarlo.