Alcaraz, lecciones aprendidas y motivos para el optimismo

El español debe ver el vaso medio lleno a pesar de haber perdido la final en Hamburgo, una experiencia que puede permitirle seguir evolucionando.

Diego Jiménez Rubio | 25 Jul 2022 | 12.07
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Carlos Alcaraz, conclusiones torneo de Hamburgo. Foto: gettyimages
Carlos Alcaraz, conclusiones torneo de Hamburgo. Foto: gettyimages

El tenis, como la vida, tiene muy poca memoria y se tiende a ensalzar con demasiada profusión el éxito y considerar fracaso cualquier mínimo traspiés. Carlos Alcaraz ha perdido una final y eso no supone ningún drama. La eclosión meteórica del joven español ha provocado que mucho aficionado esporádico considere extraño que un joven de 19 años no gane cada torneo al que va y se haya generado una surrealista e incomprensible alarma por sus derrotas ante Zverev, Sinner y Musetti, en París, Londres y Hamburgo, respectivamente. El mejor aval para confiar en que el proceso del murciano está en el buen camino es su capacidad para aferrarse a los partidos y ser competitivo en cualquier circunstancia, así como actuaciones memorables como la que brindó ante Khachanov. Aprender de las derrotas es necesario y con su actitud a buen seguro lo hará.

Resulta evidente que Carlos está teniendo algunos problemas para rendir a un nivel de juego notable con recurrencia. Lo que en la primera mitad de año eran aspectos muy aislados, en los últimos meses se ha convertido en tendencia verle sufrir para derrotar a rivales de menor entidad, buscar soluciones de urgencia para dejar atrás cierta desconfianza y cometer demasiados errores. Los duelos ante Ramos, Struff o Kuhn, en los tres eventos mencionados anteriormente, así lo atestiguan, pero lo increíble es que un jugador de su edad tenga la humildad para aceptar esa situación y saque el encuentro adelante. No pudo hacerlo ante un Lorenzo Musetti que está en proyección de ser un jugador tremendo y que supo reponerse al ejercicio de supervivencia que hizo el murciano.

Alcaraz ofrece una habilidad innata para salir de situaciones límites y ha de corregir sus inicios titubeantes ante rivales de entidad

Las tres últimas derrotas de Alcaraz tienen varios denominadores comunes; el primero de ellos es un inicio muy titubeante, cometiendo errores no forzados por doquier, precipitándose en sus tiros y teniendo problemas al resto. Eso le genera una desventaja que es capaz de ir reduciendo con esa habilidad única y mágica que solo poseen los privilegiados, como es sacar su mejor nivel cuanto más adversa es la situación. Salvó bolas de partido a sus tres últimos verdugos, prolongando el encuentro y conectando con la grada. Sin embargo, en el momento preciso de dar una vuelta de tuerca más, se quedó a las puertas. No pudo ganar ese fatidico tiebreak a Zverev en la cuarta manga, perdió oportunidades de rotura ante Sinner en el cuarto parcial y fue incapaz de adquirir ventaja en los compases iniciales del tercer set ante Musetti.

Da la sensación de que, una vez hecho lo más complicado, si hubiera sido capaz de sostener el nivel de juego ofrecido cuando estaba al borde del abismo, hubiera logrado la remontada definitiva. Carlos Alcaraz está teniendo algunos problemas en cuanto a gestión emocional, algo absolutamente lógico en un jugador de su edad, pero la nota positiva es su capacidad para emerger con todo cuanto mayor es el desafío. Tendrá que seguir trabajando con Juan Carlos Ferrero para tener algo más de regularidad y, sobre todo, empezar mejor los partidos y no tener que abonarse a remontadas épicas. Su paso por Hamburgo será determinante para seguir evolucionando como tenista y afrontar la gira estadounidense de pista dura con más armas, tanto a nivel tenístico como mental.