La soledad de la derrota

Pasearse por internet ayer, tras la derrota de Serena Williams en su regreso al tenis un año después, nos demuestra lo corta que es la memoria en el deporte.

Jose Morón | 29 Jun 2022 | 11.39
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Serena Williams. La soledad de la derrota. Foto: Getty
Serena Williams. La soledad de la derrota. Foto: Getty

Qué corta es la memoria en el deporte y qué largo es el olvido. Realmente, no hace tanto que Serena Williams dominaba el circuito con mano de hierro y nos levantaba a todos del asiento con sus actuaciones. Te podría gustar más o menos o te podría caer mejor o peor, pero ganar un Grand Slam estando embarazada, como lo hizo en Australia en el año 2017, o hacer lo que hizo durante tantos años para situarse en el podio de las mejores de la historia es digno de admirar. Todo eso, casi parece que nunca ocurrió o al alcance de cualquiera cuando internet se llenó de odio y comentarios de mofa hacia la campeona de 23 grandes, tras perder ante Harmony Tan en Wimbledon.

Sí, puede que esté lejos de su mejor forma física y de su nivel de juego, eso es obvio, pero nos olvidamos de la valentía que debe tener alguien de exponerse así, frente al gran público, sabiendo que no está en su mejor momento, sabiendo que eso podía ocurrir, porque hacía un año que no competía, justo cuando se retiró ante Sasnovich en primera ronda de Wimbledon 2021 por una lesión en la pierna.

Lo que quizá muchos de esos que ayer la criticaron no saben es que la lesión que tuvo fue bastante importante, un desgarro en el tendón de la corva, el responsable de que la rodilla se doble y se pueda extender la cadera. A la recuperación de esa lesión, a sus 40 años (recordando que el cuerpo no se recupera igual a esta edad que a los 20) también tuvo que lidiar con fuertes migrañas que le impidieron tener una regularidad en cuanto a entrenos, sin olvidar que también está centrada en su familia.

Todo esto no supone el mejor entrenamiento y la mejor preparación para un Grand Slam, pero Serena quiso darse la oportunidad de volver, de poner la primera piedra del camino y dar el primer paso para agarrar ritmo y volver a la senda de la victoria. Porque para abrazar al triunfo, se necesita besar el barro en primer lugar. La gente de a pie se olvida que detrás de la imagen de un tenista levantando un título hay horas y horas y horas de entrenamientos, de sufrimiento, de esfuerzo y de haberse caído muchas veces.

“¡Que se retire!”

A muchos aficionados les encanta retirar a las grandes leyendas. Lo vienen haciendo con Nadal desde 2012 en varias ocasiones, con Djokovic en aquel 2017 donde bajó su nivel y también con Federer, al que antes de su resurrección en 2017 pedían que dejara el tenis y dejara de perder tantas veces, y al que le dirán lo mismo cuando intente volver con 41 años dentro de poco. Anoche, internet se llenó de mensajes de gente anónima diciéndole a Serena que se retirara. Alguno, con cierta compasión. Otros, la mayoría, con desprecio y odio.

Nadie tiene el derecho de decirle a nadie cuándo debe retirarse. Y mucho menos, a una leyenda como ella. En lugar de extraer lo positivo, prefieren quedarse con lo negativo. Ayer, Serena ofreció varias lecciones que servirían para que muchos la usaran como inspiración. De cómo una persona con la vida resuelta y sin nada que demostrar a nadie, estuvo a punto de derrotar a la 115 del mundo después de un año de inactividad frente a los ojos de millones de personas.

Así es el deporte, imagino. Mañana, quizá Serena gane otro Slam, o no, pero los mismos que anoche le vomitaron todo el odio que llevan dentro la aplaudirán el día de mañana si vuelve a levantar un título, o los mismos que en este 2022 están asombrados de ver a Nadal ganar tanto volverán a pedirle que se vaya a su casa si en 2023 no consigue hacer lo mismo. Porque esa es la victoria, como la propia vida, te rodea de amigos y gente que te idolatra cuando todo es perfecto, pero te deja sola y huérfana en la derrota.

En esa dualidad, amigo-enemigo deberá moverse siempre el deportista hasta que un día decida que es hora de dar un paso al lado. Será entonces, y solo entonces, cuando en el más absoluto de los desiertos, todos esos aficionados echen la vista atrás con nostalgia y recuerden lo maravilloso que fue aquel tiempo cuando lo tenían todo y se quejaban por ello.