La hora de Mirka Vavrinec

La eslovaca, retirada del tenis hace justo veinte años, sacrificó su carrera deportiva para administrar la de su marido: "Si él gana, es como que yo ganara".

Mirka Vavrinec en un partido de Roger Federer. Fuente: Getty
Mirka Vavrinec en un partido de Roger Federer. Fuente: Getty

Cuánta tinta habremos acumulado hablando de Roger Federer y qué poquita hablando de la persona más importante de su círculo. Es normal, el que levantaba los títulos y hacía historia sobre la pista era el suizo, pero la mujer que ponía el orden, armonía y gestionaba todo desde la sombra era su mujer, Miroslava Vavrinec. Ella, que entró a formar parte de la vida del helvético en el verano del año 2000, sigue siendo a día de hoy la que sostiene toda la estructura profesional y familiar del campeón de 20 Grand Slams, alguien que bien merecía un artículo de reconocimiento antes de que el show llegue a su fin.

Puede que al principio de su carrera tan solo fuera conocida por ser su pareja y estar presente en la grada en los partidos de su marido, pero el paso del tiempo le ha ido entregando a 'Mirka' el papel que realmente merece, el de una figura fundamental en la trayectoria de Roger Federer, hasta el punto de ser, según palabras del propio jugador, la única persona imprescindible. En todos los aspectos. Vavrinec no es solo la persona con la que el de Basilea decidió compartir su vida, también ha sido un factor de éxito para gestionar su agenda diaria. Eso sí, esta función no le salió gratis a la oriunda de Bojnice, para ello tuvo que interrumpir su carrera deportiva y encerrar sus ilusiones en el baúl de los recuerdos. De no ser por aquella decisión, todo hubiera sido diferente.

RETIRADA PREMATURA

Budapest, 2002. Mirka acaba de cumplir 24 años pero las cosas dentro de la cancha están lejos de ir por buen camino. Es el sexto torneo que afronta en la temporada, todavía no ha ganado un partido y el ranking la sitúa en el puesto #169. Tres cursos atrás llegó a estar dentro de las ochenta primeras, pero ahora la realidad es muy distinta. En la fase previa del evento húngaro, Magdalena Zdenovcova la sentencia en dos sets (6-4, 6-3) y provoca un paréntesis en el camino de Vavrinec. Hace tiempo que las lesiones no le dejan competir a gusto, así que decide apartarse del circuito hasta sentirse cómoda con su cuerpo.

Los meses pasan y, mientras el fuego interno de Mirka se va apagando, la llama de Federer es cada vez más intensa. En Wimbledon 2003 llegaría su primera título de Grand Slam, un triunfo que despierta de nuevo el instinto competitivo de su mujer... pero el pie sigue sin estar al 100%. Desafortunadamente, su retirada pasa de rumor a realidad en los próximas semanas, algo inevitable, casi natural, un paso al lado para centrarse por completo en su pareja. Aparcó sus sueños de tenis, los cuales se volvieron inalcanzables, para ayudar a Roger a cumplir los suyos. No sería quien fuera al volante, pero al menos estaría en el asiento de copiloto. “Si él gana, es como si yo ganara”.

UNA FUNCIÓN DE DOBLE FILO

Desde aquel momento, Mirka se convierte en una especia de asistente personal del suizo, pasa a gestionar todas sus citas, solicitudes de entrevistas, reuniones con las marcas, con los medios, viajes, hoteles, absolutamente todo. Federer, que andaba cerca de cumplir 22 años, todavía no contaba con el séquito que le acompañaría una década más tarde: en aquel instante eran Mirka y él. Para apoyar este movimiento, Roger toma una decisión sorprendente días antes de conquistar Wimbledon, rescindir su contrato de representación con IMG. Algo que, por cierto, nunca explicó –“Había cosas que no me convenían”–. Era joven, sí, pero tenía muy claro que solo quería trabajar con personas de máxima confianza: Pierre Paganini, su mujer y sus padres. Lynette, su madre, llegó a dejar su empresa después de 33 años para empezar a trabajar para su hijo.

Sin embargo, el paso de los meses hará cambiar de opinión al de Basilea, quien se da cuenta que su mujer podría no ser la más indicada para esa función. Por muy buena asistenta que fuera con las gestiones, el trato con los medios de comunicación no era el ideal. ¿A quién no le gustaría ser el asesor de Roger Federer? A todos, hasta que nos toca hacer frente a diario a todas las exigencias de los periodistas, imposibles de compensar ante la escasa disponibilidad del suizo. Ahí se quedó atrapada Vavrinec, desgastada ante los crecientes deseos de los medios, rechazando cada propuesta que le llegaba, ejerciendo el papel de villana. Esto provocó que su popularidad no fuera la mejor. Pese a que Mirka se mostraba accesible, abierta y comunicativa, en muchas ocasiones abusaron de su confianza para sacar las cosas de contexto y tenderle una trampa. ¿Qué hizo su marido? Sacarla de la línea de fuego. Ahora sería ella quien no volvería a ponerse delante de un micrófono.

Le aconsejé a Mirka que no diera más entrevistas porque siempre estaba en conflicto. Ella tenía el contacto con los medios, siempre la citaban, pero tuvo que hacer el papel de mala rechazando el 50% de las peticiones, luego el 90%, luego el 99% y, finalmente, el 100%. Fue un trabajo desagradecido, así que está feliz de no hacerlo más”, declaró Roger en declaraciones recogidas por René Stauffer en su biografía.

La eslovaca siguió al mando de múltiples operaciones, pero desde un perfil mucho más bajo, casi inexistente. “El papel principal de Mirka en su vida es el de esposa y madre de sus hijos, pero también es un miembro primordial dentro del equipo. Ella siempre dice lo que piensa, tiene una personalidad fuerte, no espero que mi equipo siempre asienta con la cabeza todo el tiempo. Lo que espero es que siempre me digan la verdad”, señaló el campeón en su momento. Aunque la gente no la viera, ella era la que movía los hilos, hubo semanas que hasta se prestó a calentar con su marido ante la falta de jugadores en el club. ¿Recuerdan la famosa final de Hamburgo 2007 ante Nadal? Antes de aquel encuentro, la propia Miroslava fue quien calentó con el helvético.

EL DISCURSO DEFINITIVO

Se conocieron en los Juegos Olímpicos de Sídney 2000, se casaron en la primavera de 2009 y son padres de dos gemelas y dos gemelos. Pero no fue hasta el Open de Australia de 2017, tras capturar su 18º Grand Slam, donde Federer se rindió en el micrófono ante la mujer más importante de su vida:

“Ella estuvo conmigo cuando no tenía ningún título y sigue conmigo 89 títulos después. Juega un papel vital para mí y ella lo sabe, yo lo sé, todo el mundo lo sabe. Soy feliz de que sea mi esposa y siempre esté a mi lado para decirme la verdad. Mirka es la que hace que todo esto sea posible, sin su apoyo no podría haber jugado tanto tiempo como lo he hecho. Hace años tuvimos esta conversación, le pregunté si todavía disfrutaba de esta vida. Necesito su apoyo, soy feliz viendo que se encarga de los niños, porque no me gustaría estar separado de ellos ni dos semanas. En definitiva, esta vida no funcionaría sin Mirka

En aquel momento todos entendieron lo que representaba Mirka, lo imprescindible de su persona en la felicidad y equilibrio de Roger. Con el silenciador activado, sin dar entrevistas, sin opinar y alejada del círculo mediático. Ni siquiera la explosión de las redes sociales nos ha ayudado a conocerla mejor. Y pese a ello, no tenemos ninguna duda de que ha estado en todas partes, en cada triunfo y en cada obstáculo del camino. Con tan solo 24 años aceptó un rol secundario, entendió que la carrera de Federer era lo más importante, incluso por encima de sus sueños. Eso sí, dejó una garantía pactada con su marido. “Llegará mi hora, llegará después del tenis, esto es lo que hemos acordado”. Después de tantísimos años de sacrificio, su momento está cada vez más cerca […] Si es que no ha llegado ya.

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