
Para muchos resultaba inimaginable que Taylor Fritz pudiese ganar Indian Wells 2022 y, por tanto, ser campeón de Masters 1000. Les pasó lo mismo con nombres como Hubert Hurkacz o Cameron Norrie. Es lo que tiene la nueva era que se avecina en el tenis masculino: la democratización de los grandes torneos, un proceso instalado en la mayoría de Masters 1000 y que aún espera al declive real del Big Three para instaurarse en Grand Slams. Sin embargo, más allá del futuro panorama de la ATP, el triunfo del tenista de Rancho Santa Fe en un torneo de este estatus no es un shock tan grande. De hecho, créanme, es una recompensa merecida a uno de los jugadores con una mayor evolución en los últimos veinticuatro meses.
Y sí: Rafael Nadal jugó con molestias el partido por el título. Sería de iluso ocultarlas, algo que muchos hacen, viendo a las lesiones como una especie de tema "tabú" que divide a fanáticos de un lado y otro. Admitirlo no quita ni un ápice de mérito a la hazaña conseguida por Fritz. Su verdadero desafío estaba en el plano mental, el que le jugó tantas malas pasadas en anteriores ocasiones. Donde otros a lo largo de este torneo temblaron, él no falló. Aseguró la derecha, su nuevo golpe bisagra, y marchó decidido hacia el título. Ganar al mejor del año en el torneo que visitaste tantas veces de pequeño: pocas veces verán una historia tan bonita, una narrativa tan de película (de hecho, Netflix siguió a Taylor en el desierto californiano: la docuserie del año que viene va a tener un capítulo espectacular, sí). El camino hasta cerrar el círculo no fue fácil.
Porque Taylor creció en una familia de deportistas. Su madre, de hecho, fue tenista. Y muy buena. Excelente. Llegó a ser top-10. No es una vara de medir precisamente liviana para un jugador que tenía las instalaciones del Indian Wells Tennis Garden a apenas dos horas en coche. Allí viajaba cada año, entusiasmado por conseguir los autógrafos de sus ídolos, hasta que su pasión se convirtió en su trabajo. La materia prima era tremenda: un tipo espigado, con cierta envergadura, con pocas lagunas desde el fondo de la pista. Un perfil atacante, pero alejado del molde más básico del jugador estadounidense: todo el mundo destacaba en su etapa inicial su revés, capaz de crear grandes ángulos y de cerrar puntos con el paralelo. Todo lo demás era un trabajo en construcción.
En cierto modo, Fritz fue víctima de las propias expectativas. De las marcadas en su etapa como junior, donde ganó el US Open y derrotó a nombres como Andrey Rublev, Tommy Paul, Reilly Opelka o Frances Tiafoe. Entre los miembros de una incipiente hornada de talentos yankee, él estaba en pole position. Lo demostró tras deslumbrar en Memphis, en 2016, donde llegó a la final con apenas 18 años. Lo que muchos no sabían es que aún no estaba preparado para el tenis profesional. Su cuerpo no podía soportar las altas cargas de rendimiento y el estrés continuo del circuito: tenía la altura, pero estaba lejos de desarrollar algo de músculo en su tren inferior. Su tenis, completo pero carente de chispa o armas desequilibrantes, también sufría. Y si en lo profesional las cosas se estancaban, en lo personal ocurría todo lo contrario.
- US Open Juniors title in 2015 at 17yo
— José Morgado (@josemorgado) March 21, 2022
- First ATP final in 2016 at 18yo -- Memphis
- First ATP title, Eastbourne 2019 at 21yo with son Jordan in the house
- First M1000 title, Indian Wells 2022 pic.twitter.com/Rq6P1E5nps
Taylor se casó con Raquel Pedraza, su novia de toda la vida y también tenista, con apenas 18 años. Uno después ya había nacido su primer hijo, Jordan. A los 22, Fritz ya se había divorciado tras pasar un periodo difícil en las pistas. Fueron meses de más movimiento en los juzgados que en las propias canchas, algo que cambió radicalmente con la llegada de la pandemia, donde por fin pudo pasar tiempo de calidad con su hijo, en casa. Tras entrar en varias relaciones, parecía que el navío se encauzaba, con una nueva pareja sentimental, Morgan Riddle, que viaja con él a los torneos y que trata de promocionar el tenis a través de Tik Tok, creando vídeos innovadores acerca de la vida dentro del circuito. Solo faltaba el tenis, claro.
UNA EXPLOSIÓN TRAS VIVIR MOMENTOS DUROS
Y la metamorfosis de Taylor Fritz hacia un jugador top-15 no ha sido fácil. Ocurrió de forma muy gradual, tras cargar a sus hombros un estigma muy pesado: el de "pechofrío". Fritz se arrugaba en finales apretados y en momentos de tensión en los partidos más importantes, incapaz de reproducir su mejor tenis en posiciones donde los más grandes deslumbran. No fue capaz de rematar la faena ante un Novak Djokovic visiblemente tocado en el Open de Australia 2021 (qué diferencia con lo vivido el domingo, ¿eh?), y tampoco aprovechar la oportunidad de su vida en Indian Wells 2021, donde perdió ante Nikoloz Basilashvili en semifinales tras salvar bola de partido ante Alexander Zverev en cuartos.
A nivel mental, sin embargo, algo había cambiado en Fritz. Él mismo admitía esta semana que aquel torneo le dio la sensación de que verdaderamente podía competir ante los mejores... y ganarles. De que el tenis estaba ahí. Ya lo llevaba puliendo durante mucho tiempo, con nombres ilustres en su equipo como el de Paul Annacone. A los ojos del espectador, su mayor desarrollo se centra en la movilidad lateral. Si antes se movía hacia los lados con cierta torpeza, sin la agilidad de los mejores felinos que dominan la línea de fondo, su velocidad y coordinación han mejorado enormemente. Aún no es élite, especialmente en el lado de la derecha, pero hace tiempo que dejó de ser una laguna. Además, varios kilómetros extra en su servicio tampoco son una ayuda desdeñable (permitiéndole ganar más puntos gratis). Y si el revés ya lo tenía... solo faltaba una pata de la mesa para mutar en un jugador completo.
"Desde la última edición de este torneo, mi derecha ha conectado y hecho click. Ahora soy capaz de soltarla libremente, de confiar en ella. Antes era un golpe que solía fallar bastante, que me hacía perder partidos. Ahora es como si pudiese confiar en ella sin importar que sea un punto decisivo, y me permite ganar puntos gratis extra". Para Nadal fue misión suicida dejar bolas cortas a mitad de pista: el hombre al otro lado de la red se encargó de pulverizarlas. Si con el revés contenía la derecha de Rafa, apoyándose y utilizando su altura para dibujar ángulos cortos, con la derecha pasaba al ataque, incluso atreviéndose a ir a la red en ciertos momentos. Y todo eso, claro, permitido por una clarísima mejora en el posicionamiento a lo largo del fondo de la pista, con una mayor coordinación para resistir los envites de sus rivales.
Y no me quiero olvidar, para terminar, de demostrar que este Indian Wells ha sido la viva demostración de que no solo el tenis de Taylor Fritz ha sufrido una metamorfosis. ¿Cómo demostrar que ahora el estadounidense sí está preparado para sobresalir en los momentos importantes? Pues bien: en este mismo torneo ganó dos partidos en el tie-break decisivo del tercer set (ante Jaume Munar y Alex de Miñaur) y rompió la racha victoriosa de Nadal en tie-breaks, que se remontaba a la final del Open de Australia ante Daniil Medvedev (ni Paul, ni Korda, ni Opelka ni Kyrgios lo habían conseguido, a pesar de tener en varios casos un servicio más fiable que Taylor). Ahora Fritz sí juega liberado, tiene en orden su vida personal y continúa explorando sus límites para ser una verdadera amenaza. Solo falta saber cómo gestionará la resaca del éxito, pero el niño que soñaba con triunfar en el desierto ya sabe lo que es ganar en grande... y el top-10 es su próximo objetivo.