Los datos que permiten entender el carácter impredecible de la WTA

La irregularidad del circuito femenino, nuevos nombres que emergen y un sinfín de campeonas de Grand Slam. ¿Cambiará esa tendencia o continuará profundizándose?

Ayrton Aguirre | 28 Sep 2021 | 19.36
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Raducanu pasó de estar ubicada en el puesto 150º a dar exhibiciones luego de su título en NY. Foto: Getty
Raducanu pasó de estar ubicada en el puesto 150º a dar exhibiciones luego de su título en NY. Foto: Getty

El tenis femenino pareció haber encontrado su pico más alto en la última edición del US Open. Si bien siempre quedó por fuera de los márgenes del apartado masculino, hace tiempo que no se generaba una atracción tan fuerte entre el público y el cuadro WTA. De hecho, la final del torneo tuvo una audiencia televisiva en Estados Unidos de 2.44 millones de espectadores (37% más que la de 2020 entre Osaka y Azarenka) y superó en promedio a la definición entre Novak Djokovic y Daniil Medvedev. Claro, el hecho de que dos jóvenes como Emma Raducanu y Leylah Fernández hayan irrumpido como lo hicieron esas semanas generó otro clima en el mundo del deporte. Sin embargo, también incrementaron una tendencia que viene en alza: la impredecibilidad adoptada en los Grand Slams femeninos. Más allá de jugar con posibles favoritas al inicio de cada certamen, parece muy difícil -por no decir casi imposible- acertar la ganadora y, ni hablar, las cuatro semifinalistas.

¿Por qué no sucede algo similar con los hombres? La respuesta cae por decantación: el Big3. Imposible no resaltar el dominio de Roger Federer, Rafael Nadal y el propio Djokovic en la última década y media. Tanto es así que entre el serbio y el español se quedaron con nueve de los últimos 11 Slams (Dominic Thiem y Medvedev fueron los únicos que rompieron con la hegemonía). Es cierto que últimamente aparecieron algunos apellidos que no solían llegar hasta instancias finales (semifinales, en este caso) como lo son Hurkacz, Pouille, Karatsev o Carreño, pero la tendencia tiende a que aparezcan los mejores clasificados. No obstante, las mujeres no pueden decir lo mismo dado que en ese mismo lapso hubo ocho campeonas (Osaka x3, Barty x2, Halep, Andreescu, Kenin, Swiatek, Krejcikova y Raducanu, la más reciente en el tiempo).

Según un informe realizado por los colegas de Ubitennis, 41 jugadores masculinos alcanzaron los cuartos de final de Grand Slams en los últimos tres años, mientras que la cifra se eleva hasta 54 entre las damas. Asimismo, 17 de los 41 sólo llegaron a esa instancia en una ocasión, mientras que 21 de 54 mujeres no volvieron a repetir. En lo que respecta a las semifinales, Hurkacz, Pouille y Karatsev no volvieron a decir presente entre los cuatro mejores y en las mujeres fueron Sevastova, Anisimova, Strycova, Podoroska, Zidansek y Kerber (anteriormente sí estuvo en otras semifinales, incluso ganó títulos, pero desde 2019 sólo lo hizo en una ocasión).

UNA GENERACIÓN JOVEN CON AMBICIÓN DE QUEDARSE CON TODO

13 jugadoras menores de 24 años ocupan un lugar en el top30. Y su objetivo será poder imponerse en medio de una generación, cuyo atractivo e interés por parte de los aficionados es superior al anterior. En ese sentido, habrá que ver si es posible una consolidación de dos o tres nombres o si el abanico estará abierto a la disputa. En efecto, la propia Raducanu (18 años), Andreescu (21), Sabalenka (23), Kenin (22), Bencic (24), Osaka (23), Rybakina (22), Gauff (¡17!), Fernandez (19) y Paula Badosa (23) son algunas de las grandes figuras que intentarán relegar a un segundo plano a Kvitova, Halep, Svitolina, Pliskova y Serena Williams. Habrá que ver si es posible, por el momento, la irregularidad asalta el circuito femenino y la línea de meta aún parece lejana.