Cada tenista tiene una historia y la de Laslo Djere, desgraciadamente, es una de las más tristes que se pueden encontrar dentro del vestuario masculino. El tenista serbio de 26 años, campeón de dos títulos como profesional y actualmente Nº51 del ranking ATP hace tiempo que se gana la vida en la élite, siendo uno de esos perfiles a tener en cuenta cuando llegan los torneos de arcilla. Sin embargo, la trágica pérdida de sus padres a punto estuvo de frenar su progresión como jugador, primero como junior y luego siendo ya adulto. En un nuevo texto brillante del blog Behind the racquet, el de Senta relata el peso que han tenido sus padres en su vida, el mismo que todavía siguen teniendo.
“Entré por primera vez en el top100 en 2017, un objetivo que me había marcado desde muy corta edad. Si estás entre los cien mejores se puede considerar que has triunfado en el tenis, sin embargo, respeto a muchos de los jugadores que están por debajo de esa barrera porque sé lo bueno que hay que ser incluso para estar 150 o 250 del mundo. Esos muchachos también están jugando un tenis increíble, son súper dedicados y entrenan cada día. De alguna manera no es justo que estén tan abajo, pero así es el deporte: el top100 es el sueño que todos tienen en mente, el objetivo definitivo para tener éxito.
A finales de 2016 fue cuando cambié de entrenador después diez años con el mismo. Me mudé a otra ciudad, así que fueron diversos cambios. Eso sí, empecé muy mal, creo que fueron unas 9 o 10 derrotas seguidas a principios de 2017, todas a nivel Challenger. Estaba devastado y no entendía por qué, ya que me estaba entregando al máximo en los partidos y en los entrenamientos.
De repente, hubo un torneo en Casablanca, Marruecos, un ATP 250 en el que tenía que disputar la fase previa. La superé y luego vencí a Martin Klizan en primera ronda. Esa fue mi primera victoria ATP y se puede decir que vino de la nada, ya que estaba siendo incapaz de ganar un solo partido en categoría Challenger. Pero ahí estaba, había ganado un partido ATP. Dos semanas después fue donde realmente demostré que podía llegar al top100, en Budapest. Pasé la Qualy salvando bolas de partido y llegué hasta semifinales. La semana siguiente hice cuartos de final en Istanbul. Empezaba a ver cómo mi tenis y mi ranking mejoraban cada semana.
Cada vez tenía más confianza al finalizar un torneo, así que vi el objetivo del top100 más real que nunca. Estaba realmente motivado, hasta que por fin lo conseguí en el mes de agosto. Fue una sensación increíble revisar la clasificación aquella mañana y ver que por primera vez, al lado de mi nombre, solo había dos dígitos. Me quedé alrededor del 90 y terminé la temporada sobre el 85. La mala noticia vino luego cuando mi padre enfermó gravemente. En 2018 me mantuve más o menos en el mismo lugar, ya que hubo una época en la que tuve que parar debido a una lesión.
Mi madre falleció cuando yo tenía 16 años, cuando jugaba en categoría juvenil. De alguna manera siento que aquel golpe me frenó, pero después de superar el duelo pude recuperar mis resultados, volví a jugar bien y terminé el año siendo el 6º del mundo en el ranking junior. Incluso durante su enfermedad seguía practicando, estaba dando mi mayor esfuerzo, pero es probable que mentalmente no estuviera allí al 100%. Fueron tiempo difíciles con mis padres, pero seguí adelante y no me permití perder el enfoque, mi objetivo, por lo que había estado luchando tantos años. Siempre seguí empujando y mejorando.
Recuerdo a mis padres cada día, pero me las arreglo para competir cuando estoy en la cancha. Ahí simplemente pienso en mi juego y en lo que debo hacer. Tal vez haya algunos momentos en los que me vienen a la mente, pero lo traduzco en motivación y fuerza interior. Quiero que vean que sigo trabajando duro, que me entrego en cada entrenamiento, que busco mejorar cada día. Los resultados ya llegarán”.